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El Adelantado de Segovia

30 años después

por Redacción
23 de febrero de 2011
Tejero

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Un número y una letra, 23-F, dan nombre a un hecho histórico que posiblemente sea la efeméride más recordada de España desde la muerte de Francisco Franco. La joven democracia española tuvo que superar ese día su prueba de fuego. En la disyuntiva entre ampliar la larga lista de golpes de estado patrios de los dos últimos dos siglos o pasar definitivamente esa página del libro de la Historia, los españoles —con su rey don Juan Carlos I a la cabeza— eligieron mirar al futuro, en una apuesta “por la libertad, la democracia y la Constitución”, como se pudo leer en las pancartas de las multitudinarias manifestaciones que tuvieron lugar días después del 23-F.

Segovia no fue ajena a aquellos hechos, grabados en la memoria de cuantos los vivieron, y si bien recibió con inquietud las noticias que llegaban desde el Congreso de los Diputados durante aquellas 18 horas, no dudó después en salir a la calle, en señal inequívoca de apoyo a la democracia, festejando serenamente el fracaso de los golpistas.

En el Congreso La convulsa situación política de aquel momento derivó en la dimisión de Adolfo Suárez, al que habría de suceder Leopoldo Calvo-Sotelo. La votación para la investidura de éste último como presidente del Gobierno de España tuvo lugar en el Congreso de los Diputados la tarde del 23 de febrero de 1981. Comenzó a las 18 horas. Poco después, a las 18,22, cuando iba a emitir su voto el diputado socialista Manuel Núñez Encabo, dio inicio la operación “Duque de Ahumada”, nombre con el que los golpistas querían homenajear al fundador de la Guardia Civil.

Según el plan trazado, un grupo de guardias civiles, encabezado por el teniente coronel Antonio Tejero, irrumpió, subfusil en mano, en el hemiciclo del Congreso de los Diputados. Tejero, desde la tribuna, gritó el famoso “¡Quieto todo el mundo!”, dando a continuación orden para que todos los presentes se tiraran al suelo.

El segoviano que más cerca vio el cañón del arma de Tejero fue Modesto Fraile Poujade, ya que al ejercer entonces como vicepresidente del Congreso, habitualmente se situaba en la tribuna a la que subió amenazante el guardia civil. Fue un momento “muy malo” para el político cuellarano, que rápidamente comprendió, al reconocer a Tejero, al que había visto en fotos de la ‘Operación Galaxia’ [plan golpista que tuvo lugar en 1978 y que no llegó a consumarse], que el asunto debía ser “muy grave”.

Más de uno no creyó que aquello fuese un intento de golpe de estado. “Pensé que eran etarras vestidos de guardias civiles”, relata Emilio Zamarriego, senador por Segovia de la UCD. ¿Y qué hacía un senador en el Congreso?. Aquella tarde, Segovia no solamente estaba representada en el Congreso por sus diputados. Allí se hallaban, entre el público, los senadores segovianos de la UCD. ¿El motivo?. Todos los parlamentarios segovianos de la UCD, tanto los diputados como los senadores, se habían reunido en el Congreso, antes de la votación de investidura, para hablar sobre la autonomía uniprovincial de Segovia, el debate en boga en la provincia. Luego, los tres senadores centristas (Julio Nieves, Luciano Sánchez Reus y el propio Zamarriego) decidieron quedarse, a ver la votación. Y se encontraron con lo que no esperaban.

En Segovia España se enteró al instante de lo que ocurría en el Congreso. Buena parte de la culpa fue de las emisoras de radio. En Segovia, Luis Peñalosa, concejal del PCE, escuchó la noticia mientras compraba en la zapatería Migueláñez, en la Avenida de Fernández Ladreda. “¿Es una radionovela?”, preguntó, nervioso. “¡No!, ¡ha entrado la Guardia Civil en el Congreso!”, le respondió el dependiente. La novedad corrió como reguero de pólvora por todos los rincones de Segovia. Nada más conocer lo sucedido, Javier Gómez Darmendrail, edil de UCD, decidió ir al Ayuntamiento. “Era el lugar en el que debía estar en ese momento”, dice. En poco rato, los concejales centristas se presentaron en la Casa Consistorial. Allí, sentados en torno a una mesa decimonónica sobre la que se había colocado un transistor, fueron escuchando la Cadena SER, que siguió emitiendo… En las caras de la mayoría de los miembros de la corporación se percibía preocupación, aunque el alcalde, José Antonio López Arranz estaba, en palabras de Luis Peñalosa, “tranquilo, como siempre”.

En la calle no se hablaba de otra cosa. Era una calma tensa. En el colegio universitario “Domingo de Soto” se suspendieron las clases…

Las autoridades, tanto civiles como militares, se esforzaron en dar muestras de normalidad. El gobernador civil de Segovia, Manuel Díaz-Miguel Moraleda, resumía la situación: “Aquí todo está tranquilo y a la espera de noticias. Sin problema ninguno y todos perfectamente coordinados”. En similares términos se expresaba el gobernador militar, Juan Recas Suárez, quien, en vista del orden existente, a las 10,40 horas hizo un receso para cenar.

A pesar de las palabras tranquilizadoras de las autoridades, el terror apresó a algunas personas. E., entonces estudiante de Derecho y hoy secretaria de un ayuntamiento de la provincia, tuvo una reacción tan espontánea como irracional, fruto del sobresalto colectivo en el que estaban inmersos los españoles. Camino de su casa, en la Plaza Alto de los Leones de Castilla, jura haber visto bajar “un tanque” por la Avenida de la Constitución, posiblemente desde Baterías al Regimiento. Asustada como estaba, buscó refugio, inconscientemente. Lo encontró tras un kiosco de prensa, hoy desaparecido. No fue la única persona que obró así. Otro transeúnte hizo lo mismo. Ambos se agacharon, para no ser vistos. No mediaron palabra entre sí. Y, cuando “el tanque” pasó, salieron en estampida, cada uno en la dirección a la que previamente iba. En realidad, “el tanque” debió de ser una de las unidades de TOAs (Transporte Oruga Acorazado) que, con independencia de lo que acontecía, iban a ser trasladadas al Regimiento para su reparación, al día siguiente. En cualquier caso, el susto en el cuerpo ya no se lo quitará nunca del cuerpo ni a E. ni al desconocido compañero con el que coincidió, tras el kiosco, en aquella agitada jornada.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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