Los obispos presentaron ayer un documento titulado ‘Iglesia, servidora de los pobres’ en el que muestran su preocupación por las consecuencias de la crisis, proponen una regeneración moral y piden “perdón” por los momentos en que no supieron responder a las necesidades de los más vulnerables.
“Pedimos perdón por los momentos en que no hemos sabido responder con prontitud a los clamores de los más frágiles y necesitados”, indican los obispos en esta instrucción pastoral que elaboraron durante la CV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, ante el “sufrimiento” que aflige a muchos españoles desde que estalló la crisis.
Entre las situaciones que les preocupan, los prelados destacan el paro que afecta a jóvenes y mayores de 50 años; los niños que viven en la pobreza; la situación de los ancianos olvidados por sus familias; y el “escandaloso” número de abortos unido a una “carencia de una política de decidido apoyo a las familias”.
También les duele “sobremanera” la violencia doméstica “que tiene a las mujeres como sus principales víctimas” y reclaman “medidas de prevención y protección legal” así como que se fomente “una educación que lleve a reconocer y respetar la igual dignidad de la mujer”.
Asimismo, dedican un apartado al “grave pecado” de la corrupción y aunque apuntan que “es de justicia reconocer que la mayoría de los políticos ejerce con dedicación y honradez” consideran “urgente tomar medidas para poner fin” a esta conducta. Por ello, sugieren una “verdadera regeneración moral”.
Para los obispos, es necesaria una “economía de rostro humano”, basada “en la ética y el bien común» y no exclusivamente en “la lógica del crecimiento o en la convicción de que más es igual a mejor”. De esta forma, piden que la lucha contra la pobreza no se sacrifique en aras del crecimiento económico.
Concretamente, reclaman a los políticos que velen para que los ciudadanos tengan satisfechos sus derechos a un trabajo digno, a una vivienda adecuada, al cuidado de la salud y a una educación en igualdad y libertad.
