Aunque de un tiempo a esta parte se está incluso romantizando, o hay administraciones que tratan de fomentar que haya cohabitaciones entre personas de varias generaciones, los problemas que hay en España con el acceso a la vivienda hacen que haya a quien la pensión o un sueldo no les dé para vivir por su cuenta. Porque sí, aunque a menudo se habla de que las nuevas generaciones están sufriendo este periodo inflacionado, también lo sufren personas mayores como Susana, una jubilada de 79 años a la que la pensión no le da y que para poder tirar ha decidido compartir piso.
Los altos precios de las viviendas en alquiler, un mercado saturado de oferta de pisos turísticos y la precariedad económica son problemas que viven también nuestros mayores; gente como esta mujer que vive en Barcelona y que ha contado su historia en una entrevista publicada en el canal de YouTube de @SoyJire4. «Cobro 800 euros, que es lo mínimo. Cobro media pensión de viudedad y media de lo que he trabajado. Y de esos 800 euros, 600 se van directamente a pagar el alquiler», narra, con lo que la cantidad que le queda para vivir se vuelve pírrica. «Con 200 euros tengo que pagar la luz, el agua, el gas… No me llega para nada», asegura.
Cómo tu pensión te lleva a compartir piso
Prácticamente, a lo largo de la entrevista, Susana da gracias, porque asegura que ese precio que abona por el alquiler es menor porque lleva viviendo 55 años en el mismo domicilio, y sabiendo cómo está el mercado en ciudades tan tensionadas y necesitadas de oferta como son Madrid o Barcelona… Y dado que no puede estirar más la pensión, tomó la decisión antes comentada: ha decidido alquilar las dos habitaciones libres del piso en el que vive, lo que, a su edad, le ha llevado a compartir su vida con estudiantes.
«Son chicas que vienen de seis a nueve meses; no están viviendo continuamente conmigo. Son estudiantes», concreta Susana, que no llega en la entrevista a decir cuánto les cobra, porque «es algo muy personal». «Lo suficiente como para que estén las dos en alquiler y yo dormir en el salón», prosigue, ya que su realidad es tal que ella ha decidido dormir en el sofá. Podría actuar de otra manera, quizás, pero, según indica, no puede permitirse «nada más» y todo lo que hace, actividades con las que intenta ocupar la mente, «como pintar o cantar, es gratuito».
Y que no pase nada…
Aunque cada persona es un mundo, y cada caso, particular, hay elementos que juegan en contra de personas como Susana, cuya pensión no le permite hacer apenas dispendios. La soledad no deseada que sufren muchas veces las personas mayores la combate con esas jóvenes, siendo esto algo que sufrió al jubilarse y al quedarse viuda, y que a gente de su edad (o menor) a apostar por ese coliving en el que también las administraciones han decidido invertir durante los últimos años. Esta alternativa es, tal y como están las cosas, una que también puede compensar casos de este tipo, con bajos ingresos de uno de los co-habitantes.
Y es que a Susana, por ejemplo, la pensión le da para tan poco que ya no tiene ni seguro en casa. Hace poco, según cuenta, tuvo una gotera en su domicilio, que la vecina del piso de arriba asumió como provocada por ella (en realidad, su seguro), pues los daños provenían de su piso. «Si me pasa esto a mí, no sé a qué tendría que recurrir. No tengo dinero y dejé de pagar el seguro porque no podía mantener esos gastos anuales», lamenta una de esas personas de edad avanzada -algunas más, otras menos- que han tenido que recurrir a compartir piso para poder llegar a final de mes.
