Con 50 años de vida, el Hospital de Segovia todavía es lo suficientemente joven para que muchos escriban su historia en primera persona. Jóvenes segovianos estudiantes de Medicina que se acercaban a las obras del centro mientras se construía y que al poco tiempo estuvieron detrás de sus puertas el primer día que se abrieron a los pacientes.
Javier Manzanares Sacristán (78 años), es uno de ellos. El que fuera jefe del servicio de Cirugía se puede considerar uno de los padres de la que en 1974 era la Residencia Sanitaria ‘Licinio de la Fuente’. “Yo empecé como residente cuando se inauguró el hospital. Fui uno de los ocho médicos de puerta -Un médico de puerta de entonces se puede asimilar a un médico de guardia en la actualidad-. Tras un año, cuando empezaron las especialidades, entré como residente de cirugía y después pasé a adjunto, a jefe de sección y en 1991 me nombraron jefe del servicio de Cirugía”, recuerda Manzanares Sacristán, testigo de cómo Segovia hace 50 años necesitaba urgentemente más camas hospitalarias.
“Antes de que se inaugurara el Hospital de Segovia, la ciudad tenía solo 150 camas en el Hospital Policlínico, el Hospital de la Misericordia y varias pequeñas clínicas privadas. Licinio de la Fuente, ministro de Trabajo entre 1969 y 1975, se dio cuenta de que el número de afiliados de la Seguridad Social crecía y de que el ‘18 de Julio’ se quedaba muy pequeño ya que Segovia era una de las cuatro capitales de provincia sin hospital. Y fue él quien se empeñó en construir la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social por la escasez de camas”.
“A nivel asistencial, el nuevo hospital añadió 250-280 camas más a la ciudad, y a nivel profesional, supuso la llegada de 80 médicos a los que había añadir enfermeras y auxiliares, lo que aumentó enormemente el número de pacientes que se podía atender”.
Pero no solo llegaron personas, también se multiplicaron los medios. “Prácticamente, todo el instrumental que los jefe de servicio pidieron, fue concedido, con lo que la calidad del servicio también se multiplicó”.
¿Cómo ha cambiado el trabajo de los cirujanos en estos 50 años? “Enormemente. La cirugía gástrica, por ejemplo, entonces era de las más numerosas que se realizaban; ahora, las úlceras de estómago no llegan al quirógrafo porque se diagnostican y se tratan con medicaciones actuales. En 1985, el servicio de Cirugía organizó un congreso nacional que puso las bases para que la enorme epidemia de hidatidosis que había en España en ese momento desapareciera, y ahora los quistes hidatídicos son algo anecdótico”, enumera el doctor Manzanares Sacristán, que también asegura que las nuevas técnicas diagnósticas detectan muchas más patologías que se resuelven en los quirófanos. “Se hacen muchas gastroscopias, endoscopias, escáneres… y se encuentran más cánceres de recto y de estómago y por lo tanto se operan más”.
En medio siglo también ha cambiado la calidad de la atención. “No solo en Segovia, en todos los hospitales ha subido la calidad asistencial porque el sistema de formación de residentes consigue que los especialistas que están ahora mismo trabajando estén muy preparados”. Una calidad por la que también trabaja la Asociación de Cirujanos de Castilla y León, fundada en 1999. “La asociación ha permitido el contacto y el intercambio de información entre sus asociados”, justifica.
“Los aparatos que utilizábamos en 1991 para realizar cirugía laparoscópica eran Seat 600 comparados con los actuales, que son BMW”
Hace ya 12 años que el doctor Manzanares Sacristán se jubiló, aunque él dice que le jubilaron: “Yo hubiera seguido hasta los 70”. Pero antes tuvo tiempo de instaurar nuevas técnicas quirúrgicas en Segovia. “En 1991, empezamos con la cirugía laparoscópica haciendo las primeras colectomías -extirpaciones de colón- con aparatos que hoy en día serían un Seat 600 porque la actual laparoscopia en 3D o el robot Da Vinci son perfectamente un BMW”.
Momentos
Una vida en los quirófanos da para muchos momentos buenos regulares y malos. “Las tragedias, con la edad, como todas las cosas, se olvidan. Malos momentos los hemos pasado todos, pero con el tiempo se olvidan. Momentos quirúrgicos en los que se tuerce una operación se acaban yendo, como cuando se te muere un familiar. El tiempo aminora el dolor. Lo que más recuerdo de todos esos años es el buen ambiente que hemos tenido en el servicio, el ir a trabajar con gusto al hospital”.
Una ilusión que comenzó antes incluso de que se abriera el hospital. “Tuve la enorme suerte de asistir al cambio que supuso para la ciudad la construcción del Hospital de Segovia”.
Una instalación sanitaria suficiente para la población que trata. “La última ampliación del hospital se hizo con la idea de que la llegada del AVE aumentaría la población de Segovia enormemente. No pasó. Desde mi punto de vista, hoy día, con las camas que hay y la próxima construcción de un edificio anexo para consultas externas y otros servicios hay más que suficiente porque se liberarán las camas que ocupa ahora la cirugía mayor ambulatoria para otros servicios”, opina el que fuera jefe de Cirugía de un hospital, que según él “se ha adaptado siempre a los tiempos que le ha tocado vivir hasta convertirlo en un hospital completamente moderno en cuanto a su funcionamiento.
