El Real Sitio de San Ildefonso es un ente político, ayuntamiento o corporación municipal, que agrupa en su seno a cuatro poblaciones: Valsaín, La Pradera de Navalhorno, Riofrío y La Granja. Las cuatro poblaciones con sus respectivos términos locales se ubican en las estribaciones de la cara norte de la Sierra Guadarrama, totalmente cubierta de bosques con —estatus de uso comunal para el aprovechamiento de leña por parte de los repobladores y la ciudad, concedido por el Concejo de Segovia durante la repoblación de estos territorios tras la reconquista—, que hacen de hogar para una muy variada fauna, y como consecuencia, de gran riqueza cinegética que históricamente ha venido siendo disfrutada por la nobleza castellana. Está servida por la carretera N-601, ahora renombrada CL-601, conocida como —la de las siete revueltas— que a través del puerto de Navacerrada conecta Madrid con la ciudad de Segovia.
LA VILLA DE LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO
La villa de la Granja de San Ildefonso es la población más importante y sede del municipio del Real Sitio de San Ildefonso. Se ubica en un entorno natural de especial belleza, a los pies de la Sierra de Guadarrama, cuyos hermosos jardines palaciegos se encaraman a la montaña fundiéndose con el frondoso bosque que lo rodea, salpicado de viviendas de nobles que acompañaron al primer rey Borbón en el trono español, Felipe V, en ese deleitable retiro en los densos bosques segovianos, cuando el 15 de enero de 1724 abdicó de la Corona en beneficio de su hijo Luis I, luego llamado “El bien amado”. Pero el nuevo rey Luis I murió por la viruela siete meses y medio después, el 31 de agosto de 1724, lo que obligó a Felipe V a retomar la Corona de España.
El caserío de la villa se inicia junto a la muralla del recinto palaciego, y se desparrama sobre su solar con declinación este-oeste en dirección a Segovia. En la actualidad tiene un censo poblacional de unas 4.400 personas, cuyas formas de vida y sustento económico viene marcado por el turismo que genera el palacio y sus respectivas dependencias, las labores de mantenimiento de los mismos, la fábrica de Vidrios con los Museos Tecnológico y del Vidrio, la empresa Veresance, dedicada a la fabricación industrial del vidrio, la actividad maderera del sus pinares, el turismo rural con alojamiento, las diferentes actividades de ocio: ciclismo, equitación, senderismo etc., y la hostelería en sus diferentes vertientes y modalidades.
PALACIO DE LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO
Los Borbones, nueva dinastía que reinaba en España desde 1700, tenían gustos y aficiones muy diferentes a los Austrias, por lo que a principios de 1720, durante un paseo a caballo por la sierra segoviana cerca del Real Sitio de Valsaín, Felipe V encontró el emplazamiento idóneo donde edificar el palacio al que pensaba retirarse. Se trataba de un paraje agreste de gran extensión que contaba con una pequeña granja hospedería de los monjes jerónimos del Parral.
La extensión del terreno permitía uno de los objetivos primordiales del monarca, la creación de jardines de inspiración versallesca. Inmediatamente se dieron las ordenas oportunas para comprar el paraje a los monjes jerónimos con la intención de crear allí un pequeño Versalles, que le sirviera de lugar donde practicar sus tres aficiones: el tálamo, la caza y el rezo.
La idea de construir el palacio no surgió como la residencia de verano que luego fue, sino como un centro de retiro espiritual para Felipe V, un rey deprimido y psíquicamente enfermo que no quería reinar, y cuyo único objetivo era alejarse de la corte y entregarse por entero a la salvación de su alma. De hecho en julio de 1720 Felipe V había prometido abdicar a favor de su hijo Luis antes de 1723.
El arquitecto español Teodoro Ardemáns fue el encargado de ennoblecer y convertir el viejo caserón de la granja de los jerónimos en un palacio digno de sus nuevos moradores. Éste proyectó un edificio castizo, un pequeño alcázar muy sobrio de estructura cuadrada flanqueado por cuatro torres angulares de apuntados chapiteles, dando especial protagonismo a la capilla ubicada en la fachada occidental en eje con el cuarto privado de los reyes, para dotar al conjunto de un fuerte significado religioso acorde con las motivaciones espirituales del rey. Las obras comenzaron el mismo año 1720, y en 1723 se bendijo la nueva residencia que los reyes pasaron a ocupar en septiembre de ese mismo año.
La temprana muerte del nuevo rey Luis I, obligó a Felipe V a revocar su abdicación y tomar nuevamente las riendas de la Corona. Ahora Felipe V ya no necesita un lugar de retiro, sino una residencia veraniega.
Para esa nueva idea, había que borrar su primitiva significación religiosa y su aspecto hispano del actual edifico, influido por su segunda esposa, la italiana Isabel de Farnesio, con el estilo barroco y cortesano de influencia italiana y francesa que imperaba en las restantes cortes europeas en esa época de transición del barroco al neoclásico. Para la realización del nuevo proyecto, trajeron a la Granja arquitectos, escultores y jardineros franceses e italianos.
Andrea Procaccini ayudado por Sempronio Subisati fueron los responsables de la ampliación más significativa del palacio, añadiéndole cuatro nuevas alas perpendiculares, dos a dos en las crujías norte y sur que originaron dos nuevos patios, el de coches al norte y el de herradura al sur, configurando su aspecto de H y triplicando la fachada del Jardín de la Cascada. Con la reforma de la fachada oeste, la Colegiata adquirió mayor protagonismo.
También se habilitó el terreno de acceso al palacio por el Camino de Segovia, lo que originó, en tiempo de Carlos III, la reforma urbana de todo el entorno, constituyendo, junto a Aranjuez, otro ejemplo de ciudad barroca surgida a expensas del palacio. En 1735, Filippo Juvara, que se encontraba en Madrid para realizar el proyecto del nuevo palacio real, fue requerido por los reyes para reformar la fachada este, reservada a las habitaciones privadas de los monarcas. Pero su muerte en 1736, dejó el proyecto en manos de su discípulo Juan Bautista Sachetti, quien, por razones técnicas, tuvo que modificar el diseño de su maestro y reajustar la actual galería, menos espectacular que la de Juvara, aunque no por ello carente de elegancia. Al derribar en 1740 las primitivas torres de Ardemáns que asomaban por detrás de la galería de Sachetti, la fachada de la Cascada consolidó el aspecto áulico y cortesano que la caracteriza.
Acabada la obra, el palacio de la Granja fue la primera gran edificación emprendida por los Borbones en España y por ello uno de los conjuntos palaciegos que mejor refleja el deseo de Felipe V y de su segunda esposa, Isabel de Farnesio, de formular un nuevo estilo artístico que proyectara la imagen palaciega del nuevo poder. Sin embargo, el monumental palacio barroco que hoy conocemos es fruto de múltiples ampliaciones, motivadas por una serie de hechos históricos que provocaron su cambio de función y en consecuencia de forma.
A lo largo del tiempo, el interior del palacio ha experimentado grandes transformaciones a causa de los incendios, el último de los cuales tuvo lugar en 1918 dejando muy dañadas las habitaciones de Isabel II, que tras la restauración se convirtieron en sala dedicada exclusivamente a Museo de Tapices donde se conserva una de las mejores colecciones de las existentes en Europa.
Este palacio fue la residencia preferida del melancólico Felipe V, y la utilizada por los Borbones durante el período estival aprovechando el bondadoso clima de esta zona en esta época del año y su proximidad a Madrid.
En las distintas salas de palacio se exhibe una extraordinaria colección de pintura reunida por el matrimonio de Felipe V y su segunda esposa, Isabel de Farnesio; son fácilmente distinguibles las obras de arte adquiridas por uno u otro: Los objetos de arte adquiridos por el rey, incluidas las esculturas compradas a los herederos de la reina Cristina de Suecia, se marcaban con la Cruz de San Andrés o de Borgoña; mientras que los de la reina Isabel de Farnesio, de mayor cultura artística y refinado gusto, se marcaban con la flor de Lis, que repetida siete veces formaba el escudo de los Farnesio, muchas de esas obras cubrían las paredes en la planta principal del palacio, con un sentido decorativo propio de la —quadreria— en un palacio italiano.
Cuando en 1746 murió el rey Felipe V, había un total de 1.194 cuadros, de los cuales —455— habían sido adquiridos por el rey, el resto, 739, fueron adquiridos por la reina, que llegaron hasta los 945 sumando los adquiridos tras enviudar.
En 1766, con motivo de la primera jornada estival en este real sitio de Carlos III, su hijo, la reina colocó los cuadros en las salas del piso principal que dan al jardín, las que formaban los cuartos privados de los reyes, de acuerdo a un nuevo orden.
Este palacio fue testigo de algunos momentos muy particulares en las relaciones internas de los Borbones que repercutieron gravemente en la historia de España:
Las relaciones entre el príncipe Fernando y su madrastra, Isabel de Farnesio segunda esposa de Felipe V, fueron siempre tirantes y difíciles, pues ésta, con la connivencia de su marido el rey Felipe V, sometió a Fernando y su esposa Bárbara de Braganza a un auténtico aislamiento en la corte, una especie de arresto domiciliario con las visitas restringidas y la imposibilidad de asistir a los consejos cuando era príncipe de Asturias. Por ello cuando Fernando VI accedió al trono, ejecutó en su madrasta, Isabel de Farnesio, la misma política que ella les había aplicado a ellos. Desterrándola durante los 13 años de su reinado al Real Sitio de San Ildefonso, sin poder relacionarse con la corte.
Entonces, la reina viuda escribió al rey Fernando VI pidiéndole explicaciones:
—Majestad, me gustaría saber si he faltado en algo para enmendarlo—, y recibió como respuesta: —Señora, lo que el Rey determina en sus Reinos no admite consulta de nadie antes de ser ejecutado y obedecido—.
En el mes de noviembre de 1763 Carlos III firmó el decreto por el que creaba la Lotería Nacional, y el 10 de diciembre del mismo año se celebró el primer sorteo.
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* Juan Fco. Sanjuán Benito
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