El dinero es miedoso, o eso reza el viejo adagio bursátil, en particular en tiempos de incertidumbre, cuando los costes operativos se tensan y el capital tiende a refugiarse, dejando a menudo a la economía real —la que levanta la persiana cada mañana— en una situación de asfixia. Sin embargo, los datos económicos de este último ejercicio en Segovia revelan un fenómeno inverso, una suerte de resistencia financiera que está permitiendo a la provincia aguantar el tipo, y ganar músculo. El crédito no bancario, o más precisamente el sistema de garantías complementario a la banca tradicional, se ha erigido en la verdadera red de seguridad para la pequeña y mediana empresa segoviana, gracias a Iberaval.
Las cifras, lejos de la especulación, son contundentes y dibujan una provincia con pulso. Este dinamismo tiene un protagonista con nombres y apellidos: Iberaval. La sociedad de garantía (SGR) ha inyectado hasta el mes de noviembre 24,6 millones de euros en la actividad económica de Segovia. Este dato no es un mero apunte en un libro contable; representa un incremento del 26 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior. En un contexto donde el crédito a veces se contrae por precaución, que la financiación crezca a doble dígito en Segovia confirma que la demanda de oxígeno financiero por parte de las pymes locales está en plena expansión y que existen proyectos viables buscando su oportunidad.
Más allá del algoritmo
Este flujo de capital récord en la provincia no responde a la ejecución automática de un algoritmo frío ni a una política de grifo abierto descontrolado. Detrás de la aprobación de cada una de estas operaciones existe un análisis del crédito intenso y sofisticado, donde conviven la necesaria automatización de procesos con el debate empresarial y ético.
Es lo que en la propia sociedad de garantía, presidida por el empresario César Pontvianne, denominan el «barniz de la inteligencia natural». Este concepto resulta clave para entender por qué una pyme segoviana obtiene financiación en Iberaval cuando quizás ha encontrado puertas cerradas en otros lugares. La capacidad de analizar un proyecto en esta entidad no se ciñe exclusivamente a la foto fija de un balance de situación o una cuenta de resultados. Atiende a la viabilidad real y al conocimiento profundo del empresario que lo promueve.
En una provincia como Segovia, donde el tejido empresarial es cercano y conocido, este factor humano es determinante. El analista de riesgos ve números, pero también la trayectoria, la capacidad de resiliencia demostrada en crisis anteriores y el potencial de mercado de un negocio específico en su ubicación concreta. Es la diferencia entre evaluar un expediente y evaluar a una persona.
Comercio e Industria como motores
Al descender al detalle de la microeconomía segoviana, los datos de Iberaval ofrecen una fotografía nítida de la estructura productiva del territorio. Lejos del cliché que fía toda la economía provincial al turismo, los números demuestran una diversificación robusta.
Los sectores que más respaldo han recibido por parte de la sociedad de garantía son, por este orden, el Comercio, que acapara el 32 por ciento de la financiación, y la Industria, con un significativo 26 por ciento. Que una cuarta parte del crédito fluya hacia la industria es un indicador de salud económica, pues sugiere el mantenimiento y modernización de los polígonos industriales de la provincia y la apuesta por sectores transformadores que suelen generar empleo de mayor calidad y estabilidad.
Completan el cuadro los Servicios (13 por ciento) y la Hostelería (11 por ciento). Este último dato es revelador: aunque la hostelería es vital para la marca Segovia, el hecho de que Industria y Comercio lideren la demanda de crédito avalado indica que la base económica provincial es más amplia y compleja de lo que a veces se percibe desde fuera.
Analizar para qué piden dinero las empresas segovianas ofrece pistas cruciales sobre el momento del ciclo económico que atraviesa la provincia. Actúa como un termómetro de las necesidades reales del empresario. En Segovia, el 66 por ciento de la financiación facilitada por Iberaval se dirige a liquidez. Esto implica que la prioridad para dos tercios de las empresas sigue siendo fortalecer su tesorería. En un entorno de costes fluctuantes, asegurar el circulante es vital para operar con estabilidad en el día a día: pagar nóminas, adquirir stock, abonar facturas a proveedores y soportar los plazos de cobro. Por otro lado, el 34 por ciento restante corresponde a inversión. Un dato que denota que, pese a las incertidumbres globales, uno de cada tres euros prestados se destina a crecer: comprar nueva maquinaria, ampliar instalaciones, renovar flotas o abrir nuevos centros de trabajo.
Impacto social
El valor de una sociedad de garantía trasciende la métrica financiera pura. Su éxito se mide en el volumen de euros prestados, pero también en su impacto social y demográfico, especialmente sensible en provincias de Castilla y León. Con un riesgo vivo de 80,7 millones de euros en la provincia —el importe total que la entidad tiene actualmente pendiente de devolución—, la acción financiadora de Iberaval contribuye de manera directa al sostenimiento de 8.200 puestos de trabajo en Segovia.
Mantener más de ocho mil empleos en la provincia es una contribución estructural a la fijación de población. Detrás de cada operación de crédito que evita el cierre de un negocio o facilita su expansión, hay familias que permanecen en el territorio. Esta capacidad de sostener el empleo se explica por la eficiencia multiplicadora del modelo, capaz de inyectar entre 30 y 40 euros en el sistema productivo mediante avales.
Capilaridad institucional
La fortaleza operativa de Iberaval en Segovia no es casualidad, sino fruto de un arraigo profundo. La entidad cuenta ya con más de 2.400 socios en la provincia, sobre un total de 40.000 que suma la cooperativa a nivel global.
Esta estructura se sustenta en una sólida colaboración público-privada. La sociedad mantiene una estrecha y constante cooperación con la Junta de Castilla y León, fundamentalmente a través del Icecyl (Instituto para la Competitividad Empresarial). Las líneas de financiación bonificada surgidas de esta alianza, incluidas en el programa Icecyl Financia, se han consolidado año tras año como un auténtico pilar de la política de apoyo a pymes, autónomos y emprendedores, gracias a su planteamiento finalista.
El abanico de soluciones que permite esta colaboración cubre todas las etapas de la vida de una empresa. Entre los productos más demandados se encuentran los dirigidos a apoyar el medio rural, la inversión y expansión empresarial, o el anticipo de subvenciones, que permite a las empresas cobrar ayudas concedidas sin esperar los largos plazos administrativos. Asimismo, destacan líneas específicas como los microcréditos emprendedores de la Comunidad de Emprendedores (CLCE) o los de respaldo a la I+D, cruciales para la modernización tecnológica. También están operativas las líneas destinadas a la compensación de costes, la digitalización, el comercio exterior o la financiación de la sostenibilidad.
Socios que conocen en el terreno
Pero es que, además, Iberaval no opera como un ente abstracto; en Segovia cuenta con socios protectores de primer nivel que actúan como sensores de la realidad económica.
Entre ellos figuran instituciones como la Diputación Provincial, la Cámara de Comercio e Industria y la FES (Federación Empresarial Segoviana), además de entidades financieras de referencia como Caixabank y otros bancos presentes en la zona. Para cualquier pyme segoviana con un proyecto viable —premisa indispensable—, acudir a esta sociedad de garantía representa mucho más que pedir un préstamo. Supone la entrada a un ecosistema diseñado para abaratar costes financieros y, muy importante, alargar los plazos de devolución, adaptándolos a la generación real de caja del negocio. En definitiva, se trata de encontrar un aliado estratégico que aporta solvencia técnica y estabilidad ante los vaivenes del mercado, permitiendo al empresario centrarse en lo que mejor sabe hacer: generar riqueza para Segovia.
