Cada vez pasamos más tiempo en el mundo virtual que en el presencial (dedicamos más de 6 horas diarias de atención a cosas que pasan en internet y en las redes), y también utilizamos con mayor frecuencia para pagar medios digitales, en vez de dinero real, utilizando el móvil o la tarjeta.
Al mismo tiempo, los amigos de lo ajeno también se han actualizado y ya no son novedad las estafas y robos de datos en las redes sociales, el hackeo a sistemas financieros e incluso un nuevo tipo de carterista, que ni siquiera necesita extraer nuestra cartera para robarnos en la calle, porque también se trata de un hurto virtual.
Nos puede robar sin sacarnos la cartera
Como sucede con los antiguos carteristas, los lugares perfectos para este tipo de robos son aquellos donde se apiña mucha gente: estaciones del metro, trenes, autobuses, conciertos, eventos deportivos, etc. El delincuente necesita aproximarse para poder robarnos, pero ya no necesita tocarnos.
El dispositivo antisocial lleva un dispositivo que apenas cuesta 15 euros, un RFID, que apenas requiere aproximar a nuestra cartera o a donde llevemos la tarjeta de débito o de crédito, y en unos cuantos segundos tendrá los datos de nuestra tarjeta y podrá clonarla.
Los lugares perfectos para hacer esta maniobra son trenes y autobuses en aquellas horas en las que va mucha gente de pie y muy junta. En una situación así es muy fácil aproximar una mochila, donde va el dispositivo, a un costado nuestro, o al lado de nuestro bolso, y tomar nuestros datos.
Es cierto que de esta manera no va a tener el PIN, pero son muchas las compras de pequeñas cuantías donde el control es mínimo o no se exige el PIN, y es posible que tardemos varios días en darnos cuenta de que nuestra tarjeta ha sido clonada, y que nos han estado desbancando de a poco.
Qué es un lector RFID
Actualmente todas, o casi todas, las tarjetas de crédito y de débito utilizan tecnología contactless, que nos permite hacer pagos rápidamente acercándola un momento a lectores ópticos. Es de esta tecnología que se aprovecha el dispositivo RFID.
Cuando este pequeño aparato se coloca cerca de una tarjeta emite una señal de radio que activa la tarjeta y le permite copiar sus datos, como si esta estuviera realizando un pago.
Este lector RFID, porque eso es lo que es, un lector, va conectado a un ordenador portátil donde se guardan los datos para luego clonarlos en otra tarjeta o utilizarlos para hacer compras online.
Los lectores RFID se consiguen en internet hasta por menos de 15 euros, y se comercializan como equipo para programar llaves electrónicas, para automatizar inventarios y leer datos a distancia, entre otras funciones o posibilidades de uso.
Es esta última posibilidad, la de leer datos a distancia, la que los convierte en una herramienta excelente para delinquir.
La alternativa: utilizar el móvil para realizar los pagos
Para evitar que nos roben utilizando esta tecnología, lo ideal es no llevar las tarjetas en el sitio donde esperan encontrarlas, en la billetera o en el bolso, y sospechar de cualquiera que se empeñe en estar muy cerca de nosotros llevando encima una mochila.
La otra alternativa es dejar de usar tarjetas y comenzar a hacer los pagos con el móvil, que es un equipo al que los lectores RFID nada pueden hacer.
Con el móvil, las apps de las entidades financieras y plataformas de pago como Google Wallets o Apple Pay crean un número virtual que no es el de nuestra tarjeta, lo que dificulta la clonación.
Además, cuando compramos con el móvil recibimos notificaciones inmediatas, por lo que en caso de robo de datos podemos bloquearlo de inmediato.
