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domingo, 14 diciembre 2025
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El Adelantado de Segovia

Entre las azucenas olvidado

Un doble centenario de San Juan de la Cruz (1726 y 1926)

por EL ADELANTADO
14 de diciembre de 2025
Grabado del artista flamenco Adriaen Collaert fechado en 1630.

Grabado del artista flamenco Adriaen Collaert fechado en 1630.

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Nos disponemos a abrir el año jubilar de San Juan de la Cruz (2025 – diciembre – 2026), cuyo sepulcro guarda celosamente la ciudad de Segovia desde 1593. Un personaje que importa no solo a la civilización cristiana, porque es santo y doctor de la Iglesia, también a la literatura y poesía españolas del siglo XVI (el gran poeta), y no menos a la trayectoria histórica española de ese siglo (la Contrarreforma). Pero Juan de la Cruz interesa también al pensamiento europeo, porque su mensaje, desde la edición impresa de las obras (Alcalá 1618) se difunde de inmediato por Francia, Italia, Flandes y luego por todo el continente y hasta fuera de él, de tal manera que, además de la controversia mística, sigue llamando la atención y persiste en tantos ámbitos del pensamiento actual; está vigente y él continúa hablando con autoridad como persona experimentada y maestro. Incluso fuera del ámbito de la fe cristiana.

Un decreto de la curia vaticana (Penitenciaría apostólica, 6-10-2025) concede la categoría de año jubilar al 2026 con las consabidas gracias espirituales e indulgencias, lo que significa que la efemérides, no solo dentro de la Iglesia y de su familia espiritual, las monjas y frailes carmelitas descalzos; también fuera va a tener una resonancia especial, aunque el epicentro se halle diseminado y compartido por tantos lugares de España (Segovia, Úbeda-Jaén, Ávila, Fontiveros, Toledo, Granada…).

Segovia tiene un especial motivo para evocarlo por razón de los años transcurridos aquí (1588-1591) y la presencia de sus restos mortales en un mausoleo-sepulcro llevado a cabo justo ahora hace un siglo (1927); la ciudad castellana tiene todas las razones consigo para ser un lugar principal del recuerdo.

Las fechas a recordar se acumulan y sobreponen en las circunstancias actuales: canonización en Roma (27-12-1726), nombramiento de doctor de la Iglesia por el Papa Pío XI (24-8-1926) e inauguración de su último sepulcro (11-10-1927).

El camino segoviano de Juan de la Cruz

Y aunque entre el número tan considerable de turistas que nos visita a diario, este detalle se desconozca y, por eso, no forme parte del atractivo y encanto que tiene la ciudad, Juan de la Cruz sigue muy presente en Segovia, todavía hoy; se trata de un nexo vital y con profundas raíces que viene desde sus primeros años de carmelita descalzo. Porque ya acompañó a la madre Teresa en la fundación de su convento de monjas (1574); toda una odisea en el asentamiento del Carmelo femenino en Segovia y que le procuró más de un disgusto y enfrentamiento con el estamento eclesiástico. Allí aprendió lo que conlleva difundir una forma y estilo de vida nuevos, el ideal teresiano de la vida religiosa postridentina. Pero aquel primer encuentro narrado por la madre Teresa en su libro de las Fundaciones, aunque no cita expresamente a Juan de la Cruz (cap. 21), fue el anuncio de otro más prolongado e influyente, el de su priorato en el Carmen de abajo (1588-1591) donde tuvo que hacer frente no sólo al edificio material del convento nuevo, y ampliarlo con la compra a los canónigos de la mejor parte de la huerta, todavía existente, sino el tener que pensar además en la atención a la comunidad, el no descuidar el cuidado personalizado de los frailes, es decir, el favorecer el tejido humano y cordial del convento; y todo esto sin olvidar tampoco el lento y progresivo crecimiento del Carmelo teresiano, al que él contribuyó tanto en aquellos años de consiliario y definidor dentro del gobierno mayor de la familia descalza: tantas cartas y tantos decretos y asuntos de gobierno que pasan por sus manos y donde se le exige el uso de la prudencia y del talento. Porque, además de superior del convento en etapa de construcción, a la vez es miembro del gobierno general que entonces tiene su sede central en Segovia.

Un fraile que compartió con él la etapa segoviana, el lego fr. Lucas de San José, en 1618 nos ofrece estos recuerdos personales: “cuando algunas veces a hora de recreación se juntaban definidores y otros prelados aquí en Segovia, el trato era el mismo, siempre de Dios; y otras veces se apartaba con los hermanos y gente moza y trataba de cómo caminarían a la perfección, no siendo pesado a nadie, por la estima que tenían de él; veíale este testigo cómo quería más gozar de Dios en soledad: unas veces se iba a una cuevecica que tenía en los riscos altos de la huerta; otras a una ermita, que también la vio entre unos árboles; y así se vio andaba siempre engolfado en amar y agradar a Dios” (Biblioteca Mística Carmelitana 14, 282).

Y no debemos olvidar que en Segovia nos encontramos ya con el fray Juan de la Cruz, maduro y rico de experiencia, místico experimentado, guía y maestro espiritual, que ya ha escrito y codificado su poesía, los comentarios en prosa y hasta sigue prodigando su magisterio directo de sentencias orales, conocidas por el mismo como “dichos de luz y amor”. En cierta manera, el que ahora gobierna, atiende a la burocracia de toda familia religiosa y hasta trabaja a ratos de albañil, es ya es el hombre “de las “ínsulas extrañas” que tiene tras de sí un rico mundo espiritual, muy trabajado y elaborado, lo que le sitúa por encima de la realidad y, al mismo tiempo, le acerca en la forma más genuina y certera al mundo de las personas. Ahora es mirarlo todo desde el mundo de Dios. Hombre sí, pero ‘celestial y divino’ según la certera definición de Teresa de Jesús, que lo trata de hijo, pero le siente también muy padre suyo.

La figura de San Juan de la Cruz está muy vinculada a la ciudad y los alrededores de Segovia.
La figura de San Juan de la Cruz está muy vinculada a la ciudad y los alrededores de Segovia.

La ciudad en sus manos

Los años segovianos, por eso, están llenos de contactos y amistades, sobre todo de dirección espiritual, que llegó a tantas personas: la amiga del alma Doña Ana de Peñalosa y familia, a la que dedicó su ‘Llama de amor viva’ y que patrocina las obras del convento y luego sería la principal valedora del traslado del cuerpo desde Úbeda a Segovia (1593); los canónigos (Luís de Villegas) y sacerdotes (alguno más tarde preconizado obispo), los obreros, alguna familia de Zamarramala, y hasta el barbero de los frailes que tiene que ejercer su tarea semanalmente entre ellos; todos cumplen el gesto simbólico de “bajar al Carmen” y cargar pilas en el trato espiritual con el prior, para luego subir a sus tareas. Sin embargo, Juan de la Cruz a menudo cumple el movimiento contrario, el de subir a la ciudad por el costado del Alcázar para confesar a las monjas Carmelitas Descalzas, con las que mantiene un trato especial, como lo demuestran los retazos de las últimas cartas que escribe antes de morir, aunque la última, ya desde Andalucía y antes de cumplir el último viaje a Úbeda, es para la segoviana Ana de Peñalosa (21-9-1591). Es decir, que hasta el final mantuvo una relación cordial con esta ciudad.

La santidad sanjuanista promovida en Segovia

En el largo proceso de beatificación de Juan de la Cruz, Segovia tuvo una parte muy relevante, puesto que aquí se celebraron muchas sesiones para probar su ejemplaridad y santidad de vida (1616 y 1627) con testimonios muy valiosos de monjas y frailes carmelitas, más otras personas seglares, muchos de ellos dirigidos suyos. También Segovia conoció el parón del mismo proceso a causa de la comprobación de haber recibido alguna forma de culto (reliquias) antes de su beatificación (1647), lo cual implicó el deshacer toda la obra arquitectónica, del retablo y sepulcro elevado, e incluso devolver al suelo y sin signos externos de veneración los restos mortales. Así por tanto tiempo. Hasta que fue beatificado por el Papa Clemente X (21-4-1675) y, finalmente canonizado por Benedicto XIII (27-12-1726). Un proceso canónico muy largo sí, pero eso no significa que en Segovia decreciera su fama de santidad y la veneración hacia él.

La presencia de la doctrina sanjuanista dentro de la teología católica, sobre todo en el discurso místico, a veces como juez en las grandes discusiones (Molinos, la contemplación adquirida…), fue creando la convicción de que se trataba de un sistema doctrinal referencial del que no se podía prescindir, junto con el de santa Teresa de Jesús, y esto era compartido por teólogos católicos y de otras confesiones. Por esto, no resulta extraño que desde finales del siglo XIX se trabaje para proponerle como Doctor de la Iglesia, un título de calidad teológica otorgado a muy pocos santos y escritores. En España tal reconocimiento nadie lo había recibido desde San Isidoro de Sevilla. Pues también fue aquí, en Segovia, donde se trabajó este proyecto que se comienza a mover en torno al 1891 y que, finalmente, el obispo diocesano Manuel de Castro Alonso logró llevarlo a buen término (24-8-1926). Decía el prelado que “de Segovia ha salido el mundial movimiento que ha decidido su declaración de Doctor” (15-12-1926). Con razón se le reconoció su papel con el apelativo de ser el obispo de San Juan de la Cruz.

Este domingo arranca el año jubilar de San Juan de la Cruz.
Este domingo arranca el año jubilar de San Juan de la Cruz.

La vuelta al poeta y al místico

Es una ocasión especial la que estamos viviendo, constatando que en el siglo XXI la memoria de Juan de la Cruz no se difumina ni pierde actualidad. Cuando publiqué la “Bibliografía sistemática” (1991) para ayuda de estudiosos e investigadores, afirmaba que estamos asistiendo a una “desmesura bibliográfica” en torno a su figura, un fenómeno de efervescencia de publicaciones que no se ha detenido. Porque aquel repertorio sanjuanista que superaba los 6.000 registros, hoy está más que superado, porque sigue estando de actualidad en los temas más variados e inesperados: mística, teología espiritual, literatura, poesía, historia, filosofía, estética, psicología, religiosidad popular, arte, música, teatro y cine… No cabe duda, Juan de la Cruz está de moda.

Es necesario volver a él, a su palabra esencial y a su poesía que en labios de Menéndez Pelayo (1900), ante ella se sentía incompetente y atemorizado: “Confieso que me infunden religioso terror al tocarlas … juzgar tales arrobamientos … parece irreverencia y profanación”. El recientemente fallecido Alfonso Usía (2025) lo reclamaba para nuestro tiempo: “Nadie nace sabiendo escribir: tienes una facilidad o una intuición, pero para escribir bien hay que leer, y los clásicos te enseñan. San Juan de la Cruz es un poeta que habría que obligar a leer, pero no sólo por la majestuosidad y la grandeza de su poesía, sino por el sentido de la metáfora, por su capacidad de escribir dejando a la libertad del lector la interpretación de su poesía. Para mí, san Juan de la Cruz es un genio” (2007).

En momentos también ahora de recuperación en el campo de la fe, de moda y asombro por la experiencia religiosa, él surge de nuevo como mediador y clarividente “maestro de la fe”, que así lo definió el Papa Juan Pablo II (1991). Y su palabra y dictamen suelen ser tenidos muy en cuenta porque es ir siempre al centro del problema, ya que nos advierte que no la moda ni el sentimentalismo (gusto, apetito), ni el asombro religioso, sino el medio más seguro para acercarse a Dios sigue siendo el de la fe, oscura y luminosa, y el amor: en una noche oscura, con ansias en amores inflamada.

Sepulcro de San Juan de la Cruz.
Sepulcro de San Juan de la Cruz.

Pero también este centenario sanjuanista coincide con otra fecha clave de la literatura española moderna: el surgir de la Generación del 27 que, innovando en poesía, sin embargo, vuelve los ojos a la clasicidad española y entre otros, a San Juan de la Cruz, dando así apoyo a la consideración literaria de la poesía sanjuanista que muchos especialistas la hacen coincidir con este momento, es decir, la poesía por sí misma, por encima de otros adjetivos. Carlos Bousoño llegó a hablar de Juan de la Cruz como un poeta contemporáneo, más del siglo XX que del siglo XVI.

¡Qué buena ocasión para recordar dentro de esta ciudad este vínculo poético! Puesto que han sido tantos los que han hecho poesía sobre Segovia y Juan de la Cruz y, por eso, pudiera ser también el momento propicio para abrir aquí un Premio anual de Poesía dedicado a “San Juan de la Cruz”.

De cualquier manera, Segovia, entre los innumerables títulos y recursos turísticos que tiene, debe incorporar a Juan de la Cruz dentro de la galería de personajes célebres que ilustran su historia. Con una particularidad, la de que en esta ciudad su palabra, el paisaje, el convento del Carmen, la huerta, la cueva, la ermita, el ciprés centenario y seco, y … el sepulcro, todo ello configura una certera y genuina imagen de Juan de la Cruz, todavía vivo entre nosotros.

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