El Ayuntamiento de Segovia celebró un acto institucional repleto de simbolismo para conmemorar el 40 aniversario de la declaración de la ciudad vieja y del Acueducto como Patrimonio Mundial por la UNESCO, en la que el alcalde reivindicó la responsabilidad municipal de seguir cuidando Segovia, “no sólo como monumento, sino como ciudad de vida”.
El antiguo salón de plenos reunió a parte de la corporación municipal, sin la presencia de VOX, IU, Segovia en Marcha y Ciudadanos, y a representantes de entidades vinculadas al patrimonio, como Amigos del Patrimonio y la Academia de Historia y Arte de San Quirce. En nombre de esta última intervino el periodista y académico Carlos Álvaro, encargado de evocar cómo se fraguó la declaración de 1985 y de repasar los avances y desafíos de estas cuatro décadas.

Álvaro recordó figuras clave en aquel proceso, como el entonces alcalde socialista Miguel Ángel Trapero; el arquitecto segoviano de la Dirección General de Bellas Artes, José Miguel Merino de Cáceres; y el historiador y cronista de la ciudad, Antonio Ruiz Hernando.
El académico Carlos Álvaro recordó que “vivimos en una ciudad patrimonio de la humanidad a la que debemos defender con uñas y dientes
En su intervención, el académico recuperó palabras de Merino de Cáceres cuando señaló que “la importancia de la declaración es el compromiso que encierra”. Un compromiso que, recordó, atañe tanto a las administraciones como a la ciudadanía. “Los segovianos debemos ser conscientes de que vivimos en una ciudad Patrimonio de la Humanidad… a la que tenemos que defender con uñas y dientes”.
Álvaro apuntó retos actuales como la conservación del patrimonio arquitectónico, la movilidad, la gestión turística o la convivencia entre lo cotidiano y la protección del conjunto histórico. Y añadió que el patrimonio “también está en lo frágil”: en un atrio románico con coches delante, una fachada marcada por grafitos, una puerta modernista deteriorada o una fuente olvidada.

El acto contó con un momento especialmente emotivo, ya que en él tomó parte Juana Barral, concejal del Ayuntamiento de Segovia en el año 1985 y testigo directa de aquel proceso, quien a sus casi 92 años tomó la palabra para expresar su amor por la ciudad.
La ceremonia se cerró con la interpretación de varias piezas de música clásica a cargo de la violonchelista Marina Solís y el pianista Ernesto Arranz. Posteriormente, la recientemente creada Agrupación de campaneros de Segovia ofreció un recital en la Catedral.
