Acaba de decir el CIS que el 66% de los españoles teme que entremos en guerra, ya a corto plazo. Supongamos que sea cierto y diga la verdad de lo obtenido en sus trabajos de campo, cocina incluida. Entiendo que falta un segundo y capital dato: ¿cuántos de ellos estarían dispuestos a defender a España con las armas? Del resto, considero que la respuesta es negativa.
Son unos días de movimiento conceptual intenso respecto al modelo de Fuerzas Armadas: Alemania, Francia e Italia, están explorando, por ahora, un modelo de servicio militar voluntario “bien remunerado”, sujeto a la duda de cuántos acudirán a él. Por ejemplo Alemania, ya ha afirmado que si los números no dan, se irá a la conscripción obligatoria, estando de acuerdo en ello socialistas y democristianos, es decir, la coalición de gobierno actual. España rechaza esta opción, también por ahora. En cuanto a los países nórdicos, tan pacifistas ellos hace unos años, nos llevan una delantera sideral en el reclutamiento del mayor número posible de hombres y mujeres, afectando a toda la sociedad. En Suiza, una nación con cuatro lenguas oficiales, acaban de rechazar con un 84% de votos, la posibilidad de sustituir el actual Servicio Militar obligatorio para los hombres por otro de tipo “ciudadano” que incluyese a mujeres, dirigido también a otras actividades fuera de la defensa con armas.
En España, que no está situada en el centro del Edén, precisamente, el Ministerio de Defensa considera que el actual modelo de ejército totalmente profesional es el adecuado. Pero la falta de militares comienza a ser acuciante, dificultando las razones de esta opción. Desde que Rusia invadió Crimea a inicios de 2014, hemos perdido unos mil militares por año. Y la reserva, muy pero que muy metida en años -con todos mis respetos, cariño y consideración a los reservistas actuales- no llegaba a los 13.000 en enero de 2025. Me parece claro que el modelo presente sólo sería realmente eficaz en cuanto a disuasión y empleo en conflicto abierto, si fuese necesario, acercándonos al máximo de 140.000 militares en activo que prevé la Ley de la Carrera Militar en vigor –y no los 117.000 disponibles ahora-, aumentando también en varias decenas de miles el número de reservistas preparados de inmediato para acciones de combate. Repito, de combate.
Tanto en el caso de Servicio Militar voluntario, como en el de aumento de militares del modelo profesional expuesto para España, viene a colación otra pregunta: ¿quién se va a alistar? Aquí, de inicio, no puedo por menos que recordar la famosa litografía de Antonio Macipe aparecida en abril de 1885 en el semanario El Motín, titulada “A Cuba por no tener seis mil reales”, que mostraba cómo era reclutado a la fuerza un joven por no disponer su familia de esa cantidad de dinero, suficiente para obtener la redención en metálico.
Ya entrando en el meollo, en un país como España donde existe una escasa conciencia de defensa nacional real y participativa, no de encuestas y sobre el papel; entre otras cuestiones porque por acción u omisión hemos triturado la conciencia de nación, haciéndose poco o nada desde los gobiernos para corregir este efecto, ¿debemos recurrir para el trabajo tan ingrato de arriesgar la vida con grandes posibilidades de perderla a las personas más desfavorecidas de la sociedad? Y el resto, ¿viendo los telediarios, o los toros como después del desastre de 1898?¿Estamos ahora en “A la guerra por tres mil euros al mes”? ¿Se trata de eso? Por supuesto, siempre sin olvidar que un número importante de militares lo son por vocación de defensa de nuestra nación, donde quiera que haya que ejercerla, pero los números de este grupo no llegan, como ya he citado.
Y, ¿qué me dicen de la moral que pueda “disfrutar” nuestra fuerza militar cuando, empleada en cualquier escenario exigente, foráneo o autóctono, vea cómo representantes de la soberanía nacional y los de siempre la montan con sus declaraciones y acciones más o menos violentas en la calle protestando del empleo legítimo de la fuerza que haya determinado el gobierno de turno? Aparte de lo anterior, un argumento novedoso, porque entiendo que nadie se atreva a tratarlo en los tiempos que corren, o no lo vean venir: ¿a quién se va a enseñar el manejo de las armas y sus tácticas de empleo? ¿A personal de dudosa lealtad que pueda volverse en su momento contra la nación que ha pagado sus servicios?
Volviendo al Servicio Militar obligatorio, que fuera suspendido desde inicios de 2002, me parece cristalino que ningún gobierno español se atreverá, por el momento, a recuperarlo. El partido político que lo haga no vuelve a pisar moqueta en décadas. Ello, por supuesto, compaginado con la cuestión de la objeción de conciencia. ¿Quién se va a dejar reclutar para ir a la guerra si puede evitarlo marcando la casilla correspondiente? Ya irán otros. Mientras, es más que probable que sigamos viendo el bajonazo del número de militares disponibles en el actual modelo profesional. Me gustaría estar equivocado pero, de confirmarse este augurio, poco afilada estará la azada para remover la tierra cuando sea necesario.
Así que, si el Servicio Militar voluntario está plagado de nubarrones y no va a ser adoptado por España, y el obligatorio es políticamente impensable y rechazable por la gran mayoría de la sociedad, sólo nos queda llevar de manera muy urgente al modelo de defensa en vigor a los números que se han indicado más arriba, adecuándonos al contexto geopolítico actual. Pero tampoco soy optimista. Pienso que no se va a conseguir con la celeridad requerida, y puede que no lo sea nunca, salvo explosión pasional tipo “Dos de mayo”, dicho sólo por dejar una remota puerta abierta.
No he querido darle el día, querido lector. Sólo he pretendido que reflexionemos juntos sobre unas cuestiones vitales para la defensa española que hay que arrostrar con sosiego y clarividencia, y ya no pueden ser dilatadas más en el tiempo. Sin conciencia de defensa extendida por todos los capilares de la nación, no habrá defensa adecuada. Sin conciencia nacional, no hay conciencia de defensa. Ese es el círculo lógico que hay que romper, comenzando por la conciencia nacional. Y lo del 66% que decíamos en las primeras líneas lo han afirmado en formato de encuesta los españoles, no yo. Espero haberles sido útil.
