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De cuidador de mascota a social wedding, los nuevos oficios nupciales

Las bodas actuales, más organizadas que nunca, abren la puerta a nuevas profesiones. Animador del cóctel, cuidadores de mascotas y creador de contenido de boda son algunos ejemplos

por J.A.A.
5 de diciembre de 2025
en Segovia
Los videos grabados con dron, los cuidadores de mascotas y los pintacaras ya son habituales. / Freepik

Los videos grabados con dron, los cuidadores de mascotas y los pintacaras ya son habituales. / Freepik

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Una boda moderna se parece cada vez menos a un sacramento y más a una super producción de plataforma: guión, escaleta, equipo técnico, cierre de presupuesto y, si hay suerte, el inevitable cuñado pasado de copas y un par de personas que todavía se quieren al final del día. Alrededor de esos dos que dicen “sí, quiero” ha crecido un pequeño ecosistema de oficios nuevos, que se nombran en inglés porque aún no sabemos cómo ponerles en castellano.

Antes bastaba con un fotógrafo serio y un videógrafo con trípode. Hoy no. Hoy hace falta alguien que piense en vertical, conozca los caprichos de TikTok e Insta, y sepa qué audio de moda encaja con la entrada de la novia. Ha nacido el wedding content creator: criatura híbrida entre reportero de guerra y community manager, que persigue a los novios con el móvil en la mano para entregarles, en 24 horas, un paquete de vídeos listos para subir a redes.

Mientras el fotógrafo busca la foto para el álbum, este nuevo profesional caza la anécdota, el gesto tonto, la lágrima que nadie vio. Lo vende como “contenido auténtico”, pero en el fondo es lo de siempre: asegurarse de que cada minuto de la boda se pueda explotar en stories. En algunos países ya hay influencers que contratan a dos o tres creadores a la vez, por si acaso el algoritmo se queda con ganas de más.

Otro oficio recién llegado: el pet sitter de boda. Como ahora el perro es “uno más de la familia”, no se le puede dejar al vecino del quinto con un saco de pienso y buena voluntad. Así que se contrata a un profesional que se encarga de pasearlo, darle de comer, tenerlo listo para la foto del anillo y retirarlo discretamente antes de que se coma los canapés. Los reportajes sobre tendencias nupciales lo presentan como “indispensable”, y quizá lo sea: nadie quiere ver a la abuela por los suelos porque el labrador ha decidido saludarla con demasiado entusiasmo. Pero también es síntoma de época: hemos convertido el “veniros con el perro, mujer” en un servicio externalizado, con tarifa por horas y contrato.

Cuando uno creía que ya estaba todo inventado, llega la aromatización de bodas. Hay empresas que se encargan de diseñar el “olor oficial” del gran día: packs de fragancias, velas, mikados, todo pensado para que, dentro de diez años, al oler azahar y mandarina vuelvas mentalmente a aquella finca con dj y barra libre. Detrás hay narices profesionales, pruebas olfativas, nombres en inglés y un discurso impecable de marketing: la memoria olfativa, la experiencia inmersiva, el relato sensorial de la pareja.

El banquete clásico, con primer plato, segundo y postre, está en retirada. Ahora se llevan los puestos de crepes, carritos de perritos calientes, churros para la recena, food trucks aparcados como si la finca se hubiera convertido en un festival de música. Cada camión, cada puesto, trae su propio equipo: cocineros, ayudantes, encargados de logística. Donde antes había un solo catering, ahora hay una pequeña flota de microempresas. El cóctel se alarga para socializar más y mejor, y ahí nace la figura del social wedding, un profesional con don de gentes para cerciorarse que nadie se aburre y todos se lo pasan de miedo. Animan al personal y buscan amigos para los que ven “descolgados”.

Que nadie espere ya un vídeo fijo, a ras de suelo. Las empresas de audiovisuales ofrecen paquetes con drones, cámaras estabilizadas, fotomatones 360º y un ejército de técnicos que montan, desmontan y revisan sonido e iluminación como si aquello fuera un rodaje de James Cameron.

Son profesionales formados, muchos con experiencia en eventos corporativos o espectáculos, reciclados para el universo nupcial. Saben que aquí el margen emocional es altísimo: si el vídeo sale mal, no hay segunda toma. Cuando uno repasa la lista, la sensación es clara: todo aquello que antes hacía gratis la familia —hacer fotos, cuidar del perro, llevar el coche, poner música, perfumar el ambiente, pintacaras temáticos, animadores de cóctel— se ha convertido en trabajo remunerado. Y, en muchos casos, digno y muy especializado.

Medios económicos y de estilo de vida coinciden en que estos servicios adicionales —creadores de contenido, pet sitters, food trucks, aromatización— son una de las razones por las que el coste medio de una boda en España no deja de subir. Las parejas contratan de media una docena de proveedores profesionales: floristas, estilistas, técnicos, cuidadores, animadores, expertos en redes… La boda como pequeña empresa efímera levantada por un día.
¿Es malo todo esto? No necesariamente. Para muchos jóvenes, la boda se ha convertido en un campo de trabajo real: fotógrafos que encuentran su nicho, creadores de contenido que huyen del social media corporativo, amantes de los perros que viven de cuidarlos, técnicos de sonido y luz que llenan calendario. Es empleo, oficio y, a menudo, pasión.

El problema llega cuando la pareja deja de ver a esas personas como profesionales y los convierte en garantía de felicidad. El wedding content creator no va a salvar un matrimonio aburrido; el aromatizador no arregla una conversación pendiente; el mejor pet sitter del mundo no compensa unos votos escritos con prisa.

Al final, las bodas modernas son el espejo perfecto de la época: mucho dispositivo, mucho proveedor, muchos servicios adicionales para domesticar la incertidumbre. Nos aterra que algo salga mal, que haya un silencio, un hueco sin música, un momento que no se pueda grabar. Por eso llenamos la escena de gente que trabaja mientras los demás brindan.

La paradoja es que, si uno rasca, la única parte verdaderamente importante del día sigue siendo la misma de siempre: dos personas que se miran y deciden dar el paso. Todo lo demás —el creador de contenido, el cuidador de perros, el tipo del dron, la chica del perfume— es atrezzo, a veces maravilloso, a veces carísimo, pero atrezzo al fin y al cabo. De esos nuevos oficios vive mucha gente honrada. De lo otro, de ese “sí” dicho a la cara y sin filtros, seguimos viviendo todos.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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