La solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, establecida en el Concilio Vaticano II (1962-1965) el domingo anterior al primero de adviento, cierra el año litúrgico. Pero esta fiesta se retrotrae a tiempo atrás, ya que su introducción en el calendario litúrgico se remonta a 1925 como la fiesta de Cristo Rey, coincidiendo con el XVI centenario del Concilio de Nicea (325), donde se definió y proclamó el dogma de la consustancialidad del Hijo con el Padre y en el que se incluyen en el Credo las palabras “y su reino no tendrá fin”.
La encíclica de Pío XI Quas Primas versa sobre el reinado social de Jesucristo e invita a los fieles a consagrase de manera pública al Sagrado Corazón de Jesús, con especial empeño de que los estados se advoquen a su figura. Es, por tanto, un intento de combatir el laicismo derivado del liberalismo, considerado peste y ruina. Ahí radica la necesidad de instituir el último domingo de octubre una festividad dedicada a Cristo Rey, pues las fiestas introducen la verdad a los fieles por los ojos e impregnan la doctrina en su alma.
México es la primera nación en proclamar a Cristo como rey en 1914, dentro del contexto de la Revolución Mexicana, alzando un monumento en su honor en 1920 en el cerro del Cubilete, bombardeado y dinamitado en 1928 y posteriormente reedificado.
Cristo Rey es la exaltación del Sagrado Corazón, por lo que sus representaciones se confunden y fusionan, presentando a Cristo sobre un pedestal, frecuentemente en zonas elevadas para una mayor visibilidad, manifestando su realeza y protección a los fieles, erguido y con los brazos abiertos, signo de que no excluye a nadie, con las marcas de su Pasión en los pies y manos y el corazón llameante en el pecho. Uno de los monumentos más conocidos es el Cristo Redentor de Corcovado en Río de Janeiro, cuya idea de construcción surgió en 1858, pero no se retomó hasta 1921. Situado en un cerro de 709 metros sobre el nivel del mar y asentado sobre un pedestal de ocho metros, la escultura de Cristo tiene las espectaculares dimensiones de 30 metros de alto y 28 de la extensión de los brazos abiertos y a pesar de ello solo es la quinta escultura de Cristo más grande del mundo. A día de hoy el Cristo Rey de Swidobzin (Polonia) es la imagen de mayores dimensiones con 36 metros de altura construida en 2010.
España fue consagrada públicamente al Sagrado Corazón de Jesús con la inauguración del monumento en el Cerro de los Ángeles, obra del escultor segoviano Aniceto Marinas y el arquitecto Carlos Maura. Promovido por el Ayuntamiento de Getafe, la primera piedra del monumento se dispone en 1916, coincidiendo con el centro geográfico de la península Ibérica y se convirtió en una auténtica proeza de su tiempo. Fueron muchos los donativos para su construcción, entre los que destacan las 50.000 pesetas donadas por el Conde de Guaqui, don Juan Mariano de Goyeneche, con las que se costeó la imagen de 19 metros de Cristo ejecutada por Marinas. Fueron muchos ilustres los que se acercaron a su taller a contemplar su primoroso trabajo, incluidas la reina madre y la infanta Isabel, según nos remite el Adelantado del 2 de julio de 1917, al igual que mucha prensa de la época, elogiando el monumento cuyo modelo se inserta en un fotograbado del diario madrileño Acción el 18 de julio de ese mismo año. La inauguración programada para 1918 se vio retrasada por la epidemia de la Gripe Española hasta el 30 de mayo de 1919 en presencia del rey Alfonso XIII, encargado de proclamar la consagración pública del país al Sagrado Corazón. El monumento fue destruido durante la Guerra Civil y reinaugurado en 1965, con la intervención del propio Marinas para su reconstrucción.
Son muchos los pueblos de España que levantan monumentos al Sagrado Corazón y a Cristo Rey, entre los que cabe destacar el Cristo del Otero en Palencia por Victorio Macho (1927-1930) que iba a contar con la intervención de los hijos de Daniel Zuloaga revistiendo de cerámica esmaltada del basamento y la túnica, o el imponente Cristo Rey en el monasterio de Puig de Sant Salvador en Felanitx (Mallorca) de 1934, convertidos en grandes centros devocionales; al igual que iglesias, basílicas y santuarios, como la Gran Promesa en Valladolid.

La provincia de Segovia está inmersa en el fervor a Cristo Rey con proclamas, entronizaciones, donaciones de imágenes, monumentos y grandes actos durante su festividad. Es rara la iglesia de nuestra provincia que no cuenta con su imagen en escayola, erguido sobre un orbe, vestido con túnica blanca y manto rojo, el corazón llameante en el pecho y una corona metálica dorada aludiendo a su realeza. Era frecuente ubicarlo junto al Sagrado Corazón de María en el altar mayor, como en Aragoneses, pero también puede contar con su propio altar o monumento, como en Navalmanzano. Los patios escolares fueron un lugar habitual donde disponer la imagen en piedra de Cristo Rey, como en 1957 en Aguilafuente; en Navas de Oro (hoy tanatorio) con la inscripción “Yo reino en España”; o en el colegio del Sagrado Corazón de la capital, en cuyo pedestal aún se puede leer “Reino en este colegio. Vosotras al menos amadme”. Pero sin duda, la imagen más relevante de nuestra provincia, por ser el monumento más grande, de mayor calidad artística y el primero que se levanta en su honor, es el Cristo Rey de Veganzones.
La iniciativa de levantar un monumento de estas características surge de Engracia Adrados, hija del opulento consejero del Banco de España natural de Veganzones Eleuterio Adrados, que comunicó su idea a Juan García Monedero, párroco del lugar hasta su muerte en 1928. La obra se construyó con ayuda de todos los vecinos y vecinas de Veganzones que aportaban lo que podían: dinero, mano de obra, etc. La mayor aportación económica fue la de la familia Adrados, encargando la obra al escultor aguilucho Florentino Trapero.
Por aquel entonces Trapero intentaba abrirse camino como escultor de renombre, aunque resulta muy academicista ante los aires modernos que presentaban escultores como Emiliano Barral. Discípulo de Aniceto Marinas, estaría presente en su taller durante la ejecución del monumento al Sagrado Corazón en el Cerro de los Ángeles, combinándolo con su propia producción. A pesar de no conseguir los resultados deseados en 1915 con una escultura de Adán, todo un prodigio anatómico, ganó los concursos de las coronas de la Virgen de la Fuencisla y de la Virgen de San Lorenzo (Valladolid) en los años 1916 y 1917. La Cabeza de Bethoveen de 1921 supuso un auténtico impulso a su carrera que le llevó a realizar el monumento al Empecinado en Roa en 1925. En estos años empieza a destacar como retratista, con obras como los retratos de Silvela y sus hijos (1922), el de su padre en un medallón del panteón funerario del cementerio de Aguilafuente (hoy desaparecido) y los de sus hijos Ángel y Florentino de 1928. También aborda la temática costumbrista con obras como el Luto Castellano, galardonada en la Exposición de Pintura y Escultura de Castilla y León de Santillana del Mar, celebrada entre 1929 y 1930, así como dos figuras de segovianos en barro cocido y policromado que envió a la Exposición Ibero-americana de Sevilla. En la crónica realizada por Gonzalo España para el Adelantado del 20 de mayo de 1929, narrando su visita al taller donde ya está trabajando en el encargo de Veganzones, enaltece por su calidad de representación y ejecución una alegoría a Castilla que desgraciadamente no ha llegado a nosotros. En la exposición permanente dedicada a su figura en Aguilafuente sí se conserva el modelo en escayola de una alegoría a Castilla de 1970, lo que nos indica que la temática regionalista estuvo presente a lo largo de su trayectoria. También, en dicha exposición, se conserva el modelo de escayola del Sagrado Corazón de Jesús que realizó para el convento de San José de Carmelitas Descalzos en Boadilla del Monte en 1969 que mantiene la sonrisa afable del de Veganzones, aunque ha perdido la majestuosidad y prestancia del que le valió el reconocimiento en su tierra.

El 25 de julio de 1929 se bendijo la primera piedra del monumento de Veganzones con un acto de gran solemnidad que preludia la gran fiesta de su inauguración prevista para el 18 de septiembre. El párroco de la localidad, Gerardo Sanz Merino, asistido por los curas de Muñoveros y Turégano, pronunció entusiastas palabras para ensalzar la construcción del monumento al Cristo Rey, primero de la provincia, apelando a Santa Margarita María Alcoque y la promesa de Jesús “reinaré a pesar de mis enemigos”.
El monumento se enclava en la Plaza Mayor del municipio, rodeado por una verja de hierro, y cuenta con un pedestal de planta cuadrangular que juega a combinar la piedra blanca de Campaspero y la piedra rosa de Villar de Sobrepeña, superponiendo diferentes cuerpos que van disminuyendo su planta para alcanzar una altura de casi cinco metros. A la altura del espectador, en un gran de bloque de piedra de Campaspero, resalta la frase “Viva Cristo Rey” bajo la que se incrustan una corona y un cetro en bronce, atributos y símbolos de su realeza. En la cara opuesta de este bloque otra inscripción reza “AMGD (A Mayor Gloria de Dios) / Los hijos, vecinos y amantes de este pueblo / VI-X-MCMXXIX”. Los dos bloques de piedra rosa con aristas biseladas proporcionan una gran esbeltez, rematando con otra piedra blanca que en cada una de sus caras presenta una cruz de la que salen rayos, sobre la que se dispone la estatua de Cristo, de 1.80 metros en piedra de Nobelda, consiguiendo una altura total de 6 metros y medio. La figura de Jesús se alza de manera majestuosa, erguida y en actitud de avanzar con el pie descalzo, signo de santidad. El tratamiento magistral de las telas de acabado mate contrasta con el cincelado perfecto de la carne, que se percibe bien en la mano derecha con la que echa para atrás el manto que deja lucir la túnica y sirve para centrar la atención a su corazón llameante del que irradia la luz y al que lleva su mano izquierda. Resulta prodigioso como Trapero trabaja su rostro, sereno y dulce, con una sonrisa afable y afectuosa que invita a todos los hombres a acercarse a él.
La inauguración se retrasó al domingo 6 de octubre, iniciando los actos con un novenario a finales de septiembre. El reportaje dedicado a este acontecimiento por el Adelantado del 8 de octubre presenta de manera detallada los acontecimientos que tuvieron lugar el día de la inauguración, así como el día previo en el que se recibió al obispo Luciano Pérez Platero con cinco arcos con dedicatorias a él en las calles, así como al provisor Eduardo Ascárzaga y el deán de la Catedral Juan Gómez. También se reunieron un gran número de sacerdotes de la provincia, encargados de cantar misas, rosarios, procesiones, discursos y sermones, así como a las Adoraciones nocturnas de Segovia, Cuéllar y Campaspero que velaron al Santísimo hasta el amanecer. A las cinco de la mañana tuvo lugar por el señor obispo la misa de comunión, en la que se repartieron más de 500. La misa de ofrendas se ofició por el deán a las ocho y estaba prevista realizar a los pies del monumento, pero el mal tiempo trasladó el acto al interior del templo, abarrotado de fieles, y en el que un coro de señoritas de la localidad cantó hermosos motetes. Posteriormente se realizó una procesión eucarística hasta la imagen, la cual fue bendecida por el obispo que consagró el pueblo de Veganzones al Sagrado Corazón, entonándose himnos sobre la grandeza de Cristo Rey y los fundamentos de su reinado sobre la tierra. Por la tarde continuaron los actos con una procesión con el Santísimo por las calles de la localidad y, a eso de las cinco, se descubrieron dos lápidas a la memoria del banquero Eleuterio Adrados y del cura Juan García Monedero, con discursos del médico José Useros y el alcalde Julián Angulo, cerrando el acto el cura local Gerardo Sanz, que agradeció efusivamente a las Adoraciones nocturnas, a la familia Adrados, promotores de la obra, y al señor Trapero por tal prodigio.

A partir de este momento, Veganzones se convierte en un importante centro de peregrinación; una especie de Cerro de los Ángeles provincial, al ser el primero que se levanta en su honor en la provincia y ubicarse prácticamente en su centro. Fueron muchas las visitas que recibió el monumento, como la de las alumnas del colegio de Madres Jesuitas de Segovia o los Maristas entre otros. Queda claro que la devoción al Sagrado Corazón y, por lo tanto, a Cristo Rey en nuestra provincia tiene un largo recorrido e importante presencia que aún está por desgranar, materializada en cada pueblo, pero que tiene su centro en Veganzones con el magnífico trabajo que realizó el escultor aguilucho Florentino Trapero en su Cristo Rey.
