Seguro que has leído en muchos sitios que la mejor manera de cuidar tu salud caminando es hacer sí o sí, todos los días, llueva, nieve o truene, los famosos 10.000 pasos, una cifra que se ha instalado en el cerebro de todos y que casi que forma parte del conocimiento general. Y aunque pueda parecer tan cierto esto como que el Sol sale por el este y se pone por el oeste, la ciencia ha llegado una vez más para matizar esta afirmación, ya que no se trata tanto de cuántos pasos hayas dado al final del día, sino de cómo estos se distribuyen y, sobre todo, cuánto dura cada caminata.
La clave se encuentra por tanto en apostar por paseos más argos y continuados, más que los paseos cortos acumulados, es decir, que si quieres cuidar tu salud, lo más eficaz no es obsesionarte con la cifra de 10.000 pasos, sino asegurarte de que al menos una parte de tus paseos diarios dura entre 10 y 15 minutos seguidos, como mínimo. Esta forma de caminar mejora la salud incluso en personas que, por trabajo o estilo de vida, no alcanzan cifras altas de pasos al día. Así que sí: lo que cuenta es la calidad del paseo.
El mito de los 10.000 pasos y por qué no mejora tu salud
Como decíamos al principio de este artículo, durante años, muchos hemos vivido con la presión de alcanzar los 10.000 pasos diarios, un número que aparece en relojes inteligentes, en apps y hasta en recomendaciones informales entre amigos. Sin embargo, esta cifra no tiene origen científico, sino que nació en Japón como una estrategia de marketing para promocionar un podómetro; ahora, la investigación publicada en Annals of Internal Medicine confirma que no existe una relación directa entre llegar a cierto número de pasos y mejorar la salud del corazón.
Lo verdaderamente importante es cómo caminamos, algo que se demuestra en un estudio que analizó durante ocho años a más de 33.000 personas de entre 40 y 79 años, agrupadas según la duración de sus caminatas diarias. Y los resultados fueron contundentes, ya que quienes realizaban paseos más largos tenían un mejor estado de salud cardiovascular que quienes acumulaban muchos pasos, pero en intervalos muy cortos.
Según los datos, el 43% de los participantes caminaba menos de 5 minutos seguidos; un 33,5% lo hacía entre 5 y 10 minutos; un 15,5% caminaba entre 10 y 15 minutos; y solo un 8% superaba los 15 minutos. Y fueron precisamente estos últimos los que mostraron mejores indicadores de salud.
Gracias a todo esto, los investigadores pudieron ver que incluso quienes daban menos pasos (unos 5.000 al día), tenían una serie de mejoras significativas si llevaban a cabo una caminata larga en su rutina, lo que demuestra ese mito de que «cuántos más pasos dieses, mucho mejor», sino que basta con hacerlo durante 10 o 15 minutos de forma continuada.
Además, caminar de esta forma también tiene un impacto positivo en la salud mental, ayudando a reducir ansiedad y estrés, a lo que se le añaden los beneficios metabólicos, entre los que podemos ver que los paseos largos favorecen la regulación del azúcar en sangre, algo especialmente importante para quienes quieren cuidar su salud a largo plazo.
¿Cómo podemos adaptar esto a nuestra rutina?
La buena noticia es que no hace falta reorganizar toda tu vida, sino que pequeños cambios pueden marcar la diferencia:
- Apuesta por dar un paseo de 15 minutos después de comer o al terminar la jornada.
- Evita dividir los paseos en tramos excesivamente cortos.
- Mantén un ritmo estable, sin necesidad de ir rápido.
- Intenta hacer este tipo de paseos acoplándolos a tu rutina, como por ejemplo yendo al supermercado andando o bajando una para antes en el bus.
Caminar sigue siendo una de las formas más sencillas y accesibles de mejorar nuestra salud, pero ahora sabemos que no debemos obsesionarnos con el número de pasos, sino que bastan unos minutos seguidos y conscientes para que el cuerpo lo agradezca.
