Por supuesto, Adán y Eva no tuvieron cubiertos sus pies con ninguna clase de material, pero tras su creación no padecían ningún tipo de dolencia. Por lo que les dejamos en su lugar, según cuenta Jonh Milton en “El Paraíso perdido” y “nos bajamos” a la Tierra, nuestra estancia normal. Precisamente la historia del calzado comienza muchísimo después que la del Paraíso, porque fueron nuestros primeros antepasados los que, con inteligencia o por casualidad, descubrieron que los pies debían protegerse con algo que les ayudara a moverse, a caminar mejor, sobre todo al andar a la búsqueda de los animales para su subsistencia.
Desde este momento y hasta nuestros días, la historia y evolución del calzado supone una auténtica revolución, que se desarrolla según la época de la historia, de una forma u otra y con un unos materiales concretos. Ya los griegos, para caminar por los pisos de mármol de sus suntuosos palacios, comprendieron que no podían ir descalzos, y sus artesanos iniciaron la fabricación de unas sencillas sandalias. Pero es que algo similar hicieron antes los egipcios, y después los romanos.
Total, que los seres vivientes en cada etapa de la historia se han tenido que interesar por la fabricación del calzado, según gustos del momento y según materiales disponibles y la habilidad de los artesanos, y más recientemente, la capacidad de máquinas especiales.
En cualquier museo dedicado a exponer piezas de calzado podremos encontrar verdaderas maravillas en diseños y estilos, así como de materiales elegidos para su fabricación, pasando por la especial elegancia de anteriores monarquías reinantes y cambiando constantemente los modelo según dictaban las corrientes del momento, desde lo altos tacones que hacen peligrar a las damas que los lucían, sobre todo modelos en sus desfiles en los que son los dedos de los pies los que soportan todo el peso del cuerpo (no olvidemos a las presentadoras de programas televisivos) hasta nuestros días, en los que el calzado está experimentando una total transformación, buscando más la comodidad que la elegancia, aunque para ésta también haya que preparar y reservar diseños especiales, generalmente los que han sido tradicionales durante decenas de años.
Precisamente en nuestra ciudad, donde tan molestos para los pies (y no digamos los vehículos y sus conductores) son los pavimentos adoquinados y emborrillados), hoy la mayoría de las personas buscamos la comodidad para nuestras plantas –lo que también aconsejan los podólogos, incluso recomendando modelos concretos ante las características particulares de los pies del cliente .- De aquí hoy la proliferación de zapatillas deportivas, con una gran variedad de estilos pero todas ellas con diseños especiales para “ayudar” a los pies.
Paralelamente, han ido proliferando también los bastones de mano para señoras y ellos, especialmente para los y las de edades avanzadas, por la ayuda que estos elementos manuales suponen para facilitar la andadura. Hoy ya es difícil que una persona con determinadas señales de enfermedad o años, pueda quedar postrada en su domicilio, dado que junto a las piezas que acabamos de citar, se cuenta también con elementos tan eficaces para ayudar como los andadores y asimismo pequeños vehículos a motor que permiten todo tipo de desplazamientos. Es decir, que la inmovilidad completa es prácticamente inexistente. Asimismo, las muletas manuales son una ayuda imprescindible en casos concretos de fracturas y similares, para su uso temporal, según prescripción médica.
Y es que, como es lógico, si los tiempos avanzan en las técnicas de todo tipo, era impensable que no se extendieran también éstas para ayudar a la existencia de los millones de seres que hoy habitamos nuestro tan degenerado mundo en muchos aspectos.
En lo que se refiere a nuestro tema central de hoy, el calzado, es justo señalar que también en España tenemos numerosas ciudades dedicadas a su fabricación, y quizá a la cabeza la levantina Elche por su gran e histórica producción.
