Hace 220 años, la experta mano de los talleres de la familia Echevarría creó para la catedral de Segovia un pequeño órgano procesional que a través de sus tubos y fuelles ha llenado de música durante dos siglos los muros de la señera seo segoviana. Por su teclado han pasado centenares de músicos e intérpretes que siempre han sabido sacar las notas más armoniosas de este instrumento, pero desde hace algunos años, la Asociación Correa de Arauxo pone en manos de los niños el realejo de la Catedral para que un grupo de jóvenes intérpretes den sus primeros pasos en la música.
De la mano de Fernando Ferrándiz y Alfonso María Frechel, media docena de niños y niñas se pusieron ante el teclado del realejo para ofrecer una selección de pequeñas y conocidas piezas de autores como Dvorak, Offenbach, Mozart, Pachlebel, Bach, Haendel o Clementi que hicieron las delicias de familiares y amigos que llenaron el altar mayor de la capilla del Santísimo Sacramento para participar en esta iniciativa.
Antes de comenzar la audición, Ferrándiz explicó la historia de este peculiar instrumento restaurado gracias a la asociación por el organero Joaquín Lois en 1991, así como los fundamentos técnicos que hacen posible la cantidad de sonidos y matices que ofrece a través de notas y registros.
Venciendo los nervios, y ayudados por Ferrándiz y Frechel, Carmen Ferrándiz, Álvaro López, Iván Chaves, Javier Infantes, Daniel Cardiel y Paula Martín dejaron prueba de su buen hacer ante el realejo, y fueron recompensados tras su actuación con un diploma y un pequeño obsequio.
Fernando Ferrándiz destacó la importancia de esta iniciativa que pretende impulsar la afición musical de los niños hacia este instrumento ya que «serán ellos los que en un futuro sean quienes se encarguen de su divulgación y mantenimiento». Asimismo, destacó que los participantes asumen con «ilusión y nervios» el reto de participar, y «son ellos mismos quienes nos piden poder tocar en este evento».
