La ausencia de religión debilita la salud. Esa fue una de las teorías que sostuvo, ayer, el consiliario general de FRATER, José María López, en la conferencia “Fe y salud”, que inauguró las ‘Jornadas de Pastoral de la Salud’.
El ponente aseguró que “la religión tiene repercusiones positivas sobre la salud” de las personas, agregando que religión y salud “no son independientes, como a veces se nos quiere hacer creer”. En el transcurso de su conferencia, López enumeró diversos planteamientos que existen sobre la relación entre religión y salud. Así, citó a quienes defienden que la religión es patógena, esto es, enemiga de la salud, y también a aquellos otros que consideran que religión y salud “no interfieren entre sí”, posturas ambas que el ponente no comparte, pues él aseguró que su experiencia le lleva a afirmar que “la religión es necesaria para la salud”.
López quiso aclarar su concepto de salud, explicando que, a su juicio, “la salud no es solo la ausencia de enfermedad”. “La auténtica salud entraña una salud social; son necesarias unas relaciones positivas tanto con la familia como con el entorno profesional y el resto de la sociedad”, subrayó. Igualmente, explicó su concepto de religión, entendida por él como “una aceptación de que Dios es un valor absoluto para la persona”, dando por hecho que la divinidad quiere el bien de todos los seres humanos.
Avanzando un paso más, el sacerdote indicó que “Jesús es la salud”. Continuó en esta misma línea afirmando que “donde está Jesús hay amor a la vida”, pues “Él es curador, ya que restaura lo que está enfermo”. Sobre las lecciones que el Hijo de Dios dejó, el conferenciante quiso destacar una, la de que “hay que seguir luchando contra el mal”.
En cuanto a la postura que deberían mantener los cristianos ante las personas faltas de salud, López animó a aliviar su sufrimiento. “Hay que acercarse al que sufre, acompañarle en las distintas etapas de la enfermedad, escucharle”, dijo. El conferenciante también pidió estar atento al enfermo, porque durante ese proceso “puede querer reconciliarse consigo mismo, curar las heridas del pasado o purificar su relación con Dios, y ahí la fe cristiana puede ayudar mucho”.
