“Es idea muy extendida que las ciudades antiguas
son inadecuadas para la vida moderna; pero esto
me parece un veredicto un tanto perentorio. Estas
ciudades antiguas y sobre todo Segovia son, por el
contrario, muy dulces de vivir siempre y cuando su
estructura no se violente” (Chueca Goitia)
Me ha llamado la atención el grito en el cielo que pone la Junta Directiva de AVRAS publicado en este periódico hace unos días en el que expresa su sorpresa, su indignación ante la escasa o nula necesidad de volver otra vez a retomar el tan traído y llevado parking de “Los Tilos (o del Paseo del Salón) por considerarlo innecesario, costosísimo (tan apuradas las arcas municipales) y de agresión perturbadora del paisaje. Como decía Chueca Goitia con la violación de su estructura, que conduciría a la anulación del “dulce vivir” que tiene Segovia como ciudad antigua que, en mi opinión no debería perder sino acrecentarla con su conservación hasta llegar a la inmensa luz que subyugaba a María Zambrano: No cae la luz en Segovia; la ciudad toda se alza hasta ella; la alcanza en su crecimiento hasta llegar al nivel en que esa luz se da”. Alterar ese perfil supondría perder el encanto de la vieja ciudad, con escasa necesidad y un escalofriante empecinamiento. Vivimos en una ciudad Patrimonio de la Humanidad, una ciudad histórica con un casco antiguo con limitaciones de movilidad y eso exige algún sacrificio.
Pensando sensatamente no lo sería tanto si en vez de acceder a la Plaza Mayor desde el supuesto parking del Salón los flujos turísticos lo hicieran desde el Velódromo o Ladreda por la calle Real, aprovechando y saboreando al tiempo esa parte de la ciudad.
Dejando aparte todo esto (y por más cosas) habría que volver al delirio de una empecinada idea como sería el controvertido proyecto que estamos comentando, que como se sabe ha suscitado en numerosas ocasiones no poco repudio por instituciones y entidades culturales (y personal de a pie) que no ven con buenos ojos lo que supondría la demolición del Paseo del Salón y la consecuente pérdida de un perfil increíblemente sugestivo de la ciudad amurallada, patrimonio de la UNESCO al tiempo que un excelente espacio de recreo y de ocio civilizado, para la dotación en cambio de una obra costosísima e innecesaria. Pero, a pesar de todo, el susodicho proyecto viene siendo periódicamente resucitado y aireado con un empecinamiento consustancial con su inoperancia. Tan es así, que vuelve a cuestionarse semejante acción intentando justificarlo en base a una cierta comodidad para los residentes de la Judería, sobre todo, y en general de la ciudadanía del casco histórico como mejores cotas de movilidad y pensando en una supuesta repoblación de la ciudad antigua, hoy muy deshabitada no por la falta de ese estacionamiento sino por otras causas que no vienen al caso. Decía María Zambrano “Una ciudad tiene su arquitectura de espacios vacíos que pueden ser espacios deshabitados por haberlo estado siempre o por haberse ido de ellos la vida”
Es obvio reconocer que la demanda de estacionamientos por parte del turismo –siempre en tránsito y por tanto muy volátil- aparece en este momento suficientemente atendida con los parkings de Padre Claret, José Zorrilla, el de Fernández Ladreda y el de la Estación de Autobuses, entre otros. Pero a mayor abundamiento cabría pensar en la perspectiva de una mayor dotación con los que pudieran ejecutarse a medio plazo en el Velódromo y en el subsuelo de lo que pudiera ser la ampliación de la Estación Municipal de Autobuses, que ahí sí que debería echar el resto –y pronto- la Corporación Municipal y la Junta. Y además lleva razón AVRAS cuando afirma –como cruda realidad- que no sólo es suficiente la actual oferta de plazas de estacionamiento sino que la mayor parte de los días muchas quedan sin cubrir
En consecuencia, parece cuando menos una frivolidad repensar ahora (cuando tantas cosas hay que hacer) en el parking de “Los Tilos” como obra faraónica de gran calado económico (además de lo que lleva ya gastado en pleitos y papeleo) para algo que se antoja innecesario de momento, de escasa rentabilidad y asistencia social a una población envejecida o la mayor parte ausente que, además, está por ver si optaría por el uso de ese servicio.
Por tanto, déjense de zarandajas y archiven de una vez en el más absoluto olvido semejante proyecto que –como es notorio- es rechazado por los segovianos. Y, de no estar convencido el Consistorio llámese a las urnas a la ciudadanía para que mediante referéndum exprese libremente su voluntad.
