Con el paso de los años, y de los daños, uno acaba por aprender algunas lecciones valiosas. Una de ellas establece que la vida es una rueda, y que en algunas ocasiones estás arriba y en otras abajo. O que puedes pasarte muchos años organizando los calendarios de columnas ‘Desde la grada’, y en un instante te descubres mirando el mismo para ver cuándo te toca opinar sobre el deporte de Segovia. Vivir para ver.
En la rueda de esta nuestra Segovia deportiva, al que le ha tocado siempre estar abajo es al módulo cubierto de atletismo, que está siendo la instalación fantasma más democrática que existe, porque independientemente del partido político que ha gobernado la ciudad, la autonomía o el gobierno nacional durante los últimos catorce años (¡catorce!) en los que se lleva hablando del módulo, éste no ha pasado de la fase del proyecto, y eso con mucha suerte.
En mi periplo por la sección deportiva de El Adelantado, me ha tocado escribir de este módulo inexistente en no pocas ocasiones, y en todas he terminado con la misma sensación: Entre las palabras y los hechos suele existir un latifundio en el que languidecen este tipo de proyectos. Porque este módulo cubierto, al que en un acto sin parangón (por ser fino) se le bautizó antes incluso de que se moviera un centímetro de tierra para su construcción, tiene preparado el nombre de Javi Guerra para poner en su fachada.
Ahora que parece que todos se han puesto de acuerdo en que “ahora sí que sí, de verdad de la buena, en serio te lo digo”, conviene recordar que el único que ha hecho verdaderos méritos para colgarse esta medalla del módulo cubierto es un atleta olímpico, cuatro veces campeón de España de maratón y una auténtica referencia en el atletismo español. El resto, si puede ser y tiene a bien, que deje las medallas para los deportistas.
