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Un Paseo por Bernuy de Porreros

por Pascual González Galindo
2 de noviembre de 2025
en Provincia de Segovia
El otoño cubre de colores ocres los alrededores de Bernuy de Porreros. Fotografía: José Antonio Santos.

El otoño cubre de colores ocres los alrededores de Bernuy de Porreros. Fotografía: José Antonio Santos.

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El culto a los muertos y los cementerios, una memoria colectiva (II)

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Disfruto paseando por los diversos parajes de Bernuy de Porreros, arriba y abajo, sin prisa: aquí un parque lleno de recuerdos, allá el molino del Cubo o de San Pedro. Pero siempre con calma, porque se trata del goce tranquilo de pensar y caminar. Despacio, siempre muy despacio. De paseo, sí, esa culta forma de trasladarnos que va perdiéndose entre el común de los mortales. Cada lugar me regala un recuerdo, una evocación. Bernuy de Porreros me ha dado mucho y por eso le tengo cariño cuando vuelvo a pasar por lugares que significaron tanto para mí. Para todos sus vecinos, este pueblo ha sido escenario y testigo de hechos muy personales. Algunos buenos, otros no tanto, pero siempre recordados y revividos cuando pasamos por una esquina, una calle, o quizá una plaza.

Inicio mi paseo desde la Plaza Mayor, en su día centro neurálgico, dirigiendo mis pasos por la Calle Real dirección al Soto de Arriba. Voy dejando tras de mí el bar Acueducto, durante muchos años regentado por quienes fueron sus propietarios Ildefonso y Martina; la que fue una tienda de ultramarinos regentada por Margarita, una cija o nave donde Andrés, “Merienda”, guardaba sus ovejas, hoy convertida en viviendas . Asimismo, una fábrica de chorizos y jamones conocida como Embutidos Olmos.

Al llegar a la altura del barrio de la Tejera giro a la derecha y tomo el camino que me llevará a mi destino. El barrio está formado por dos tipos de edificaciones, unas destinadas a vivienda. Son casas pequeñas, de dos plantas como mucho. Tal vez sigan siendo unifamiliares como en su origen. Las otras edificaciones existentes se conservan tal y como se construyeron. Se erigieron para ser destinadas a guardar la paja para la alimentación animal, el cerdo de engorde para la matanza, gallinas, conejos, vacas o alguna que otra caballería. Son exponentes de la dura vida que llevaron sus habitantes. Pero, si los vemos con ojos ávidos de conocer a quienes los alzaron, si queremos adivinar algunas de sus ansias, podremos ver unos edificios que rezuman dignidades en sus fachadas. Si hay algo que atrae mi atención es la estrechez y sinuoso de sus calles.

Vistas desde la Peña Misiguera.
Vistas desde la Peña Misiguera.

Hace unas décadas en dicho barrio existía un pequeño jardín, que los vecinos cuidaban con esmero, y lo adornaban en Navidad con luces y guirnaldas. Este espectáculo navideño de luces y colores encandilaba no solo a los más pequeños, sino también al resto del vecindario. A continuación, se encontraban las dos viviendas de los maestros, una de ellas habitada por don José Luis y doña Pilar, la otra por doña Amalia y sus hijos. Tanto lo que fue en su día el jardín como las viviendas de los maestros, hoy en día, forman parte del patio del colegio. Enfrente del colegio existía una pequeña ladera que, cuando se cubría de nieve, la utilizábamos los alumnos y alumnas para deslizarnos por ella, sirviendo como trineo improvisado un saco de plástico.

Seguido al colegio hay un pequeño parque, donde podemos ver el potro de herrar, formado por cuatro postes de piedra de granito, que cierran un espacio de forma rectangular, unidos entre sí por maderos. Actualmente con una función decorativa, si bien su localización original se encontraba en la travesía del Prado.

Tras dejar a mi espalda la peña Misiguera, llego hasta lo que se conoce como el Cerrillo, desde donde me recreo observando distintos parajes: Carramata, Almedilla, Calera y Cruz del Muerto.

Reinicio la marcha y al llegar a una bifurcación tendré que coger el camino que sale a la izquierda, conocido como el de La Higuera. El de la derecha me llevaría a la localidad de Espirdo. Tengo que atravesar un pequeño puente que salva el arroyo San Medel. Me detengo por un instante y observo cómo se van incorporando a las aguas del arroyo las procedentes de la fuente de los Caños, las que provienen de la fuente del Moro, así como de diversos manantiales que se encuentran en el Soto de Arriba. La Comunidad de Regantes de Bernuy, en la época estival, procede a aprovechar todo este caudal de agua para regar los huertos que se encuentran a ambos márgenes del arroyo.

Sigo mi camino hasta alcanzar la conocida como Huerta Grande, existe otra huerta con el nombre de Huerta Chica, toda ella se encuentra rodeada de una pared de piedra. Está formada por numerosos huertos, en su día vinculados a los fetosines o cuartos de tierra. Me decido a entrar. Tengo una mezcla de curiosidad y de temor. Abro el portón de hierro desvaído. Observo, con pena que ya no abundan los surcos de patatas, ni de tomates ni los semilleros de lechugas, la mayor parte de ellos se encuentran abandonados, sin cultivar, cubiertos de maleza.

Potro de herrar.
Potro de herrar.

Reanudo mi marcha dejando a mi lado derecho, si uno se fija con atención, los vestigios de una zanja que recibía parte del agua del arroyo San Medel y que excavamos los alumnos y alumnas del colegio, con el fin de criar cangrejos, hoy totalmente desaparecida.

Llego a la fuente conocida como la Pisadera, que más bien se trataba de un manantial, digo que se trataba porque hace varias décadas que dejó de manar agua. A unos metros por encima se encuentra una cantera de la que se extrajo piedra. Hace unos días los vecinos Ángel Carlos Gilarranz González, José Vallejo Chanes y Gustavo Díaz Yubero la han limpiado de maleza. Mi enhorabuena.

A pocos metros se encuentran los restos de una edificación. Dicha edificación que se conoce como la ermita de Nuestra Señora de Tabladillo. Es un edificio modesto, de reducidas dimensiones, que seguro tuvo una gran importancia en la vida tradicional de nuestro pueblo, en el desarrollo de sus actividades, en sus épocas de bonanza. Su estudio nos ayudaría a comprender más profundamente, cómo vivieron y cómo fueron nuestros más viejos antepasados y por lo tanto a vernos “ tal como éramos”. La ermita es, al exterior, un rectángulo de paredes lisas de reducidas dimensiones. Se sitúa en el valle, en la margen derecha del arroyo de San Medel. Es de fábrica de mampostería, siendo el remate de las esquinas de sillares calizos. Los vanos (acceso y ventanas del lienzo sur) están realizados con ladrillo de tejar. En distintas partes del templo pueden verse signos religiosos (cruces) tanto sobre la piedra caliza como sobre el revoco que recubre las paredes.

Ya vislumbro mi destino que no es otro que la Fuente del Moro. En su interior podemos observar diversas variedades de árboles que ofrecen sombra al visitante, mesas de picnic diseñadas para comer al aire libre. Tiene adosados a ambos lados sendos bancos corridos. Una vez dentro del recinto procedo a mitigar mi sed. El agua sale por un caño de hierro y cae en una pequeña pila cuadrada realizada en piedra caliza y desde allí se encauza hasta el arroyo.

Fuente del Moro.
Fuente del Moro.

Puedo observar los restos de un murete de mampostería. Así como el despoblado denominado por la Junta de Castilla y León ”Fuente del Moro”, teniendo la categoría de yacimiento. Se asienta sobre una plataforma llana, en una de las elevaciones que flanquean la margen derecha del arroyo San Medel y sobre la ladera sur. Son abundantes los restos de muros y estructuras. Se conservan los restos de un camino de acceso a la parte superior del promontorio tallado en la roca. Tras disfrutar de la soledad del lugar y del descanso me surgen diversas preguntas. ¿Pudieron existir en Bernuy varias ermitas? ¿Hubo necesidad de construir, de nueva planta, otra ermita por el estado ruinoso en que se encontraba el edificio antiguo? ¿La Virgen de Tabladillo antiguamente fue conocida bajo otra advocación? ¿La Fuente del Moro pudo conocerse antes con otro nombre? Pues bien, para contestar a estas preguntas creo necesario acudir al libro escrito por María del Mar Peñas Barroso titulado “Ermitas, santos y devociones en la diócesis de Segovia” (año 1612) y a las visitas pastorales. En el mencionado libro, en concreto, en el apartado donde se hace referencia a la Vicaría de San Medel, se recoge un informe elaborado por el licenciado González, tras ser informado por los vecinos y moradores del pueblo y sus anejos en el que se manifiesta:

“En el lugar había dos ermitas, una dedicada a San Pedro, sin renta, en la que no había ocurrido nada digno de mención. Otra ermita y santuario de mucha devoción era Nuestra Señora de Tabladillo, antiguamente conocida como Nuestra Señora del Prado. La imagen apareció en una fuente que se llamaba por tradición inmemorial Santa Coloma. Había hecho Dios por su intercesión de esta Virgen muchos milagros, de los cuales, por flojedad de los curas que habíamos sido de este dicho lugar y por nuestra negligencia, no se habían tomado testimonio. Por ejemplo, Frutos Ayuso, vecino de Bernuy, tullido de pies y manos y con su cuerpo blandado durante cuatro años, había probado muchos remedios pero ninguno fue eficaz. Permaneció nueve horas en esta ermita tras los cuales se encontró, repentinamente, sano, sin lesión ninguna y dejó allí las muletas. Otro vecino del pueblo y una vecina de Encinillas, tullidos, sanaron también por su intercesión. Hacía cuatro años, habiendo una gran sequía y tras haberse realizado muchas procesiones sin éxito, se llevó a cabo una para trasladar a la Virgen a la parroquia. Antes que entrara en ella comenzó a llover y no paró en los nueve días que duró la novena y volviéndola a su casa hubo una tormenta de pedrisco que no perjudicó a la cosecha del pueblo, que fue excelente. Siempre que estos lugares se veían afligidos por problemas se rogaba a Dios, por mediación de la Virgen de Tabladillo, su remitido, y últimamente se estaban obrando muchos milagros.

Quedan restos de dos ermitas en el camino de la fuente de Nuestra Señora de Tabladillo a la Higuera, tal vez una de ellas sea la de Nuestra Señora y la otra de San Pedro. Únicamente la primera se cita en la visita de 1779”.

Ermita Nuestra Señora de Tabladillo.
Ermita Nuestra Señora de Tabladillo.
Huecos de ventanas en la ermita Nuestra Señora de Tabladillo.
Huecos de ventanas en la ermita Nuestra Señora de Tabladillo.
Muro de la anterior de la ermita Nuestra Señora de Tabladillo.
Muro de la anterior de la ermita Nuestra Señora de Tabladillo.

En la visita pastoral del día ocho de julio del año mil setecientos cuarenta y cinco, según manifiesta el párroco D. Manuel Gil Alonso “dicha ermita se halla algo distante del lugar y en paraje nada oportuno”, se solicitaba facultad para que “se pueda mudar a otro sitio más útil, saludable y conveniente. Que los vecinos estaban de acuerdo y contribuirían con cuanto les sea posible a dicho fin”.

Por el Exmo. Sr. Obispo se concede la oportuna licencia, para que hagan demoler la ermita del sitio en que se halla. Se pueda reedificar de nuevo en el paraje que se tuviere por más conveniente, quedando sujeta a la jurisdicción de la parroquia y del cura de Bernuy. La ermita una vez reedificada, debía ser adornada con decencia. Una vez bendecida se podrían celebrar en ella el santo sacrificio de la misa, funciones, procesiones etc. Se sabe que Nuestra Señora de Tabladillo estaba acompañada del niño Jesús, ya que consta que se compró tela para hacer un vestido a la Virgen y al Niño. En la visita pastoral del año 1826 se deja constancia de que la ermita está arruinada y la imagen se halla en la iglesia de Bernuy. La ermita poseía diversas propiedades que eran arrendadas, percibiendo por las mismas la cantidad de siete fanegas, mitad trigo, mitad cebada. Debiendo ser pagadas en los años nones.

Finalmente, en el Boletín Oficial de la Provincia de Segovia de fecha 30 de julio de 1844 en el apartado referido a la Comisión Especial de Venta de Bienes Nacionales de esta provincia aparece textualmente “En la de 2900 rs han sido tasados las heredades, que en término de Bernuy de Porreros, pertenecieron a la ermita de Nuestra Sra de Tabladillo, agregada a su iglesia”.

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