La visita del Papa a Alemania continuó ayer con «total normalidad y sin preocupación» después de que un hombre disparase con un arma de aire comprimido en la plaza de la catedral de Erfurt, cerca del lugar donde el Pontífice ofició una eucaristía.
Fuentes de la Policía declararon que se trató de un caso que no tenía nada que ver con la visita de Benedicto XVI.
Según los agentes, más de 4.000 efectivos garantizarán su seguridad en Friburgo, donde hoy presidirá una misa a la que acudirán decenas de miles de personas.
Pero la jornada de ayer dio para mucho más. Así, nada más llegar a la localidad al suroeste del país germano, el Papa se trasladó a la catedral, donde le esperaban varios grupos de enfermos y numerosos religiosos.
Allí, aseguró que el «nazismo y el comunismo tuvieron para el cristianismo el mismo efecto que la lluvia ácida» y señaló que sus consecuencias, sobre todo en el plano intelectual y religioso, «aún se perciben».
En este encuentro Ratzinger apuntó también que en «nuestro rico mundo occidental y en la Europa del bienestar, el orden y la eficacia hay mucha pobreza en las relaciones humanas y en el ámbito religioso».
Además, denunció que vivimos en un tiempo muy caracterizado «por un relativismo subliminal que penetra todos los ambientes».
Tras pasar por el ayuntamiento de la ciudad, donde firmó en el libro de oro, y celebrar una vigilia con los jóvenes, los seminaristas y representantes de múltiples iglesias ortodoxas, Benedicto XVI, como cierre a la jornada, mantuvo un encuentro privado con el anciano ex canciller alemán Helmunt Khol, protagonista de la reunificación alemana.
