La vida de todo hombre está siempre marcada por sus circunstancias. Cuando estas se vuelven adversas es cuando la verdadera dimensión del ser humano se muestra.
La vida de Juan Comyn Llorens (Madrid, 31 de octubre de 1945-Segovia, 13 de octubre de 2025) ha sido una vida de superación constante. Una vida de gran fortaleza y de incansable lucha. Su ejemplo ha servido a muchos y seguirá inspirando las vidas de todos los que tuvimos la suerte de conocerle y de disfrutar de su compañía todos estos años.
Siendo un joven de gran actividad, su vida quedó truncada por un lamentable accidente de circulación cuando apenas contaba con veinte años. Lo que para muchos habría supuesto el final de toda esperanza; para él, fue el comienzo de una lucha que lo definiría para siempre.
Con una fuerza interior inquebrantable y un optimismo contagioso, dedicó años a su recuperación, desafiando los límites de lo posible. Ayudado por los médicos, por otros jóvenes en su misma situación y por sus incansables padres —Juan Antonio e Isabel—, en el hospital inglés de Headly Court, contra todo pronóstico, volvió a andar.
Pero más allá de recuperar el movimiento, lo que verdaderamente conquistó fue la plenitud: la de una vida vivida con propósito, esfuerzo y fe en el ser humano. Dios tuvo a bien concederle sesenta y dos años más de vida, de los que Juan Comyn supo aprovechar todos y cada uno de los días.
A su vuelta a España tuvo, además, la inmensa suerte de encontrar a la mujer que le acompañaría toda su vida de una manera igualmente excepcional y ejemplar, Soledad Ribeiro. Es imposible entender a Juan Comyn sin Soledad a su lado.
Dotado de una energía fuera de lo común, destacó primero en el mundo de los negocios, siendo parte del Gil y Carvajal primigenio, en dónde no solo ayudó a crear la mayor empresa del sector en España (hoy AON) sino donde hizo grandes amistades que le acompañaron a lo largo de toda su vida.
En paralelo y junto con su esposa, desarrollaron una intensa actividad como anticuarios, rehabilitadores y decoradores. Lo que inicialmente fue una mera diversión, se convirtió con los años no solo en una profesión sino en un oficio que les convirtió en referentes en España en el campo de la rehabilitación y decoración de edificios y casas particulares. A través de Los Anticuarios de La Granja, tienda de antiguades que existió en el Real Sitio durante cerca de tres décadas importaron a España grandes muebles desde Inglaterra y Francia, a donde viajaban todos los años para realizar las mejores adquisiciones. Mediante su estudio de decoración, Torredalbiz, rehabilitaron los principales edificios de La Granja (como las casas de Rentas, Americanas o Santos), construyeron nuevas promociones (como Bolonia) y arreglaron y decoraron multitud de viviendas particulares. Sus obras aparecen en múltiples libros y revistas especializadas, pues crearon un estilo propio que, aún hoy en día, valoran aquellos que se preocupan por el buen gusto.
Es en este campo, donde debe resaltarse la contribución de Juan Comyn a la rehabilitación de La Granja de San Ildefonso, campo en el que fue pionero. Desde la primera casa restaurada junto a sus queridas hermanas -Isabel y María- en la entonces calle de La Tahona (hoy de Juan Carlos I), las obras lideradas por Juan Comyn fueron un referente continuo de La Granja durante tres décadas. Décadas en las que para rehabilitar grandes edificios no solo era necesario tener buen gusto estético, sino asumir importantes riesgos empresariales y tener una visión de lo que sería en pocos años el futuro de La Granja. La Granja de hoy le debe a Juan Comyn el haber iniciado y protagonizado durante muchos años el importante proceso de restauración de su patrimonio, que va mucho más allá del Palacio y de sus jardines.
La vocación de Juan Comyn por La Granja y su dedicación a la misma le venía de familia. Desde su bisabuelo, Antonio Comyn, los condes de Álbiz han contribuido a la mejora de la vida en La Granja de San Ildefonso de muchas maneras que no es preciso mencionar ahora. Juan Comyn continuó con ello y podemos decir, sin temor a equivocarnos, que estuvo más que a la altura del legado que había recibido.
En el plano familiar, Juan y Sole lo han sido todo para sus sobrinos y sobrinos nietos. Ejemplo para todos, segundos padres para muchos, su casa ha sido siempre y seguirá siendo el centro de reunión de una gran familia, los Comyn Ribeiro. Todos hemos encontrado en ellos dos figuras en los que inspirarnos para llevar una vida feliz y siempre optimista. Su generosidad y su grandeza de ánimo será siempre recordada por todos nosotros.
El legado propio de Juan está vinculado al lema familiar: su CORAJE convirtió su vida en un ejemplo para todos.
