Joaquín Márquez Ruiz (Sevilla 1934) no pudo estar presente en la entrega de esta duodécima edición del Premio Internacional de Poesía ‘Jaime Gil de Biedma y Alba’, que el jurado le otorgó por su poema “Fontana de Trevi”. Problemas de salud impidieron a este octogenario poeta trasladarse desde Sanlúcar de Barrameda, lugar actual de residencia, hasta esta localidad segoviana de Nava de la Asunción que convoca el Premio en memoria de su poeta Jaime Gil de Biedma, con una dotación de 2.500 euros.
Aún asi mediante una misiva dirigida al Ayuntamiento y al propio jurado, agradecía la concesión del galardón que para él reunía “diferentes y notorias satisfacciones, la primera me la produce el propio nombre del poeta, cumbre de esa generación de los 50 que puede compararse sin desdoro con la generación del 27 y poeta al que he admirado desde que leí sus primeros poemas”. “La segunda la constituye, —continuó leyendo la componente del jurado Esperanza Ortega— la probada integridad del jurado que me lo ha concedido confirmada por la calidad de mis predecesores en el Premio. Y la tercera, no menos importante, es que un pueblo como Nava de la Asunción mantenga contra viento y marea en estos tiempos de temporales económicos un premio que honra la memoria de uno de sus hijos más preciados”.
Manifestaba Márquez Ruiz añadiendo también su deseo de pasar a recogerlo más adelante. Una disposición que se aceptaba de buen grado desde el presidente del jurado y alcalde de Nava, Santiago de la Cruz, adelantando que para ello se organizará un nuevo acto.
De la Cruz también significó el aumento de obras presentadas, que en esta ocasión han llegado a 310, que ponían de relieve otra vez el interés nacional e internacional por el Premio.
Acto donde los miembros del jurado presentes, Luis Miguel Marigómez, José María Muñoz Quirós y Esperanza Ortega y la presencia del director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, Gonzalo Santonja, elogiaron tanto la obra premiada como la figura literaria de Joaquín Márquez. Para Marigómez, “Fontana de Trevi” les dejó admirados por “su ligereza, las palabras parecen volar según son leídas. Es un poema sutil sobre un detalle, alguien no previsto aparece en una foto que lanza una moneda a la famosa fuente romana se cuela en la instantánea que lanza un turista. Sobre las figuras místicas de piedra, sobre el agua que da vida a la fuente aparece un cuerpo de carne y hueso, alguien con deseos, seguramente deseado. Treinta años más tarde el poeta mira la foto y descubre el rostro de la joven, ese rostro inesperado abre el espacio poético”, apuntó el coordinador del Premio.
En opinión de José María Muñoz, el premio se otorgaba a un poeta de “estirpe y fuerza… ya hecho y derecho en la poesía y literatura española”. Por su parte, Gonzalo Santoja señaló que Márquez Ruiz era un “poeta consistente” al que conoció tras releer su obra con motivo de la concesión de un premio de cuyo jurado formaba parte.