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ACTIVISMO Y BELIGERANCIA

por David San Juan
7 de octubre de 2025
en Tribuna
DAVID SAN JUAN
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Luis Mester

¡Aquellos trenes de vapor!

LA UE Y EL INDULTO A PUIGDEMONT

Muchas veces las cosas salen al paso sin uno buscarlas. El que firma llevaba un tiempo pensando en escribir un atrevimiento de los suyos hablando del sectarismo y la intransigencia que, como manchas de aceite, van ganando terreno en la sociedad, cuando El Adelantado publicó un magnífico artículo de Javier Gómez Darmendrail el pasado 15 de septiembre que trata sobre la cuestión mucho mejor de lo que uno sabría. Su título: El fanatismo como clausura del pensamiento. No se lo pierdan. Si no lo leyeron en su momento, háganlo ahora. Entre otras acertadas reflexiones, Darmendrail afirma que el fanatismo es una de las grandes patologías del pensamiento contemporáneo y uno de los obstáculos más serios para la convivencia democrática.

En la realidad más cercana de cada uno, en el día a día más próximo y vecinal, no nos toca lidiar con fanáticos a todas horas —lo que es un alivio—, pero lo cierto es que nos movemos en un marco sociopolítico cada vez más dogmático y opresivo, en el que todos los actores que pretenden manejarlo quieren colocarnos su relato. Abran las primeras páginas de los rotativos generalistas, escuchen las entrevistas previamente negociadas en la radio o pierdan el tiempo viendo tertulias de pega en la televisión. No digamos nada de los portales «plurales» e «independientes». Se enardecerán acumulando munición para justificar sus propias ideas o, por el contrario, encontrarán hiel y motivos suficientes para combatir lo que no es de su gusto. Y, cayendo en su juego, casi se nos vuelve imposible lo que debería ser una premisa elemental: no atragantarse con el menú precocinado que nos sirven y preservar la objetividad y la independencia. La independencia, esa rara virtud en una época en el que nos obligan a declararnos montescos o capuletos sin pertenecer a ninguna de las dos familias…

Es una triste realidad: la política actual consiste en un activismo planificado y beligerante que trata de intimidar a los ciudadanos (a los votantes) con la pavorosa llegada de los otros al poder (con el apocalipsis). Un apocalipsis pregonado a trompetazos por los gabinetes de prensa y por los corifeos de turno, que nunca descansan. La política no se entiende como una necesaria y fructuosa dialéctica con la oposición en busca de soluciones comunes, sino como negación del contrario, presentado como enemigo peligroso y desleal.

Activismo y beligerancia como armas de coacción social, esa es la consigna. Este final de verano hemos tenido vergonzosos ejemplos de ello, alentados (consentidos, programados, precipitados) desde las altas instancias del Estado, poniendo palitos en las ruedas de quienes no tienen culpa de nada, obligados a poner pie a tierra para evitar males mayores. Tomar la calle, ocupar la carretera, como parte de una estrategia intimidatoria y televisada. La calle es mía. Lo de manifestarse pacíficamente ya no renta.

ACTIVISMO Y BELIGERANCIA foto para articulo de David San Juan

Pero siendo triste, muy triste, esta agresividad de escaparate, mucho más dañina es la que se está infiltrando en nuestras casas, en nuestras mentes, por otros medios más refinados e incontrolables. Yo no entiendo de TikTok ni de redes sociales, pero es ahí donde ahora mismo se está jugando el debate de las ideas (¿debate?, ¿ideas?) que está orientando la opinión pública y el comportamiento de la juventud. Mensajes sencillos, apremiantes, maniqueos, de un sí o un no inmediato. De pulgar arriba o de emoticono vomitante. O me subsumo en la tribu o me encaro con ella porque pertenezco a otra. ¿Cómo, en este ambiente viciado y virtual, podemos apelar al diálogo cara a cara, a la reflexión serena y al discernimiento personal? Palabras de otros tiempos…

Activismo y beligerancia en la calle, en los medios, en las redes y en todo areópago que pueda llegar a erigirse. El activismo beligerante e intimidatorio se da —sobran ejemplos— cuando se va más allá de lo que puede ser una comprensible reivindicación perdiendo las formas y el hilo del discurso en favor de la consigna tumultuaria. Más allá del político, el activismo feminista ha caído muchas veces en esta tentación. La causa animalista va por el mismo camino. Para algunos, no existe posibilidad de diálogo: la hiperventilación y la cancelación del disidente son las marcas de la casa de los que han hecho de una demanda razonable (al menos para ellos), una causa personal que no admite oposición.

¿Dónde ha quedado la natural inclinación por buscar el término medio, sede de la virtud clásica? ¿Dónde la capacidad de escucha, dónde el espacio para el silencio tan necesario para tratar de comprender los planteamientos ajenos? En esta época de belicosidad y de relatos teledirigidos, a mí me da por recordar La clave. ¿Se acuerdan? El «mítico», añorado programa de TVE (1976-1985) con el que muchos nos criamos y con el que aprendimos de política, de ciencia, de cultura, de historia universal. Y, sobre todo, de escucha, coloquio sereno y respeto del turno de palabra. De democracia. Y de ir asumiendo postulados de unos y otros hasta componer nuestro particular mosaico de comprensión de la vida sin rechazar las teselas de nadie, por muy impropias que pudieran parecernos en un primer momento. La clave apostaba por esto, y por la ausencia de fanatismos. Libertad de expresión para la formación del pensamiento crítico. ¿Dónde encontrar esto ahora?

Han pasado casi 50 años. Cómo ha cambiado todo, ¿verdad? Pero yo me sigo reconociendo en aquel adolescente trasnochador que, como una esponja frente al televisor, escuchaba fascinado a un tal Guerra, a un tal Roca, a Fraga, a Carrillo, a Gibson, Galbraith, Palme, Tamames, Amón, Lago, Ochoa y a tantos intelectuales de los de verdad, de apellidos desconocidos… Cada uno exponiendo lo suyo con entusiasmo, pero sin hostilidad, sin beligerancia, sin necesidad de acosar a nadie. ¡Qué tiempos! Ahora que lo pienso, después de haber evocado aquellos años felices, hubiera hecho bien cambiando el título del artículo antes de mandarlo al periódico. En vez del que luce unas líneas más arriba, hubiera sido mucho mejor este: La Clave. José Luis Balbín, in memoriam.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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