El Viveros Herol Nava tiene mucho trabajo por delante para conjuntar una plantilla más que renovada (a la que habrá que incluir en un futuro a los lesionados Luisfe Jiménez y Adrián Nolasco), y el Bidasoa Irún se encargó de recordárselo en un encuentro que se quedó sin historia a veinte minutos del final con un demoledor 19-29, y del que sólo el orgullo navero y las paradas de Buda pudieron sacarle del profundo agujero en el que se metió el equipo.
El Bidasoa tiene un plantel de jugadores simplemente extraordinario. Ya lo tenía el año pasado, pero en la presente campaña se han sumado talentos como Leo Maciel en la portería, Nacho Valles en el central, Ignacio Pecina en defensa, o el ex-navero Mario Nevado en el lateral, que le dan al conjunto de Álex Mozas una cantidad ingente de variantes tanto defensivas como ofensivas, que el técnico no dudó en poder en juego en el municipal de Nava de la Asunción.

Así, desde las primeras acciones de partido el Bidasoa jugó siete para seis en ataque, sosteniendo de esta manera su marcador de goles a favor porque, en el lado navero, Senovilla también sorprendió metiendo a Nico Bonanno en el lateral izquierdo a la hora de atacar.

Demasiado ritmo ofensivo

El encuentro, frenético desde el inicio, tuvo al Viveros Herol como líder del marcador hasta el minuto 8, cuando con 6-5 en el electrónico una serie de errores en el ataque segoviano pusieron sobre la mesa la primera de las premisas que conjuntos grandes como el Bidasoa siempre cumplen: El error se castiga con un gol. Y si te lo quedas pensando, con dos.

Y Nava se lo quedó pensando en un par de ataques errados, los justos para que su oponente le endosara un parcial de 0-4 que encendió las primeras luces de alarma, que se encargó de apagar Lufuanitu con un buen gol desde el extremo cuando Senovilla ya acariciaba la tarjeta del tiempo muerto.

El equipo local aguantó a duras penas en el primer tiempo, dificultado en su ataque por la fuerte defensa por el centro de su rival

El extremo francés impidió que el técnico parara el partido con 6-9, y el equipo de casa reaccionó lo justo para volver a meterse en el encuentro, por más que el Bidasoa se sentía relativamente cómodo viendo cómo su rival sudaba tinta china para restablecer las tablas (9-9) mientras que en un abrir y cerrar de ojos los visitantes volvían a meter tres goles de diferencia (9-12).
En esa agonía se movió el conjunto navero durante la recta final de la primera parte. Las exclusiones, con una segunda para Peciña que le dejó en el banquillo todo lo que quedaba de primer período, parecieron afectar al cuadro visitante, pero bastó con que Gorka Nieto y Rodrigo Salinas fueran encontrando de nuevo los espacios en el 6:0 local para que la renta volviera a amenazar seriamente con romper el partido, tras un 14-19 que no pudo ser contrarrestado, aunque sí minimizado en parte por el conjunto local.

Un parcial demoledor

El segundo tiempo comenzó con el saque de centro para el Balonmano Nava, lo que daba la opción de poner la diferencia en sólo dos goles. Pero en ese primer ataque de los de casa pasó lo que no dejó de pasar en todo el segundo tiempo, que Leo Maciel le comió la tostada al lanzador, y gracias a ello su equipo pudo atacar con toda la tranquilidad del mundo.

Para desesperación de la hinchada navera, esta jugada se repitió de manera impenitente ataque tras ataque local. Con 19-22 comenzó el calvario, que terminó cuando Xavi Tua endosaba el 19-29, culminando así un parcial de 0-3 que, sumado a los tres de ventaja adquiridos en la primera parte, ponía al Bidasoa en disposición de echarse una siesta de veinte minutos sabiendo que su victoria no iba a correr peligro.

Buda, y el orgullo

Nada funcionó en el Balonmano Nava durante esos seis minutos de auténtico horror, ofuscado Bandeira errando hasta cuatro lanzamientos consecutivos, pero también el resto de sus compañeros en un momento de auténtico colapso del que poco a poco fue saliendo gracias al 5:1 que puso Senovilla, y a las intervenciones de Matheus Buda.

Bidasoa no desaprovechó una sola oportunidad para abrir la brecha en un inicio del segundo tiempo horrible de los jugadores locales

Una parada por aquí, un contragolpe por allá… y poco a poco, muy poco a poco, lo que era una renta de diez pasó a ser de ocho, de siete a diez minutos para el final, de seis tantos en el minuto 55… porque el rival, pese al tiempo muerto de Álex Mozas, sabía que el partido estaba ganado y sólo quedaba la incertidumbre de saber por cuánta diferencia.

El Balonmano Nava remó y remó, Senovilla se puso de los nervios cuando uno de los colegiados no quiso ver una clara falta en ataque, Óscar Marugán se encontró con Maciel cuando entraba en los seis metros para hacer el 31-34, y al final el equipo de casa se quedó sin tiempo para firmar una remontada imposible. Los grandes son grandes porque no perdonan una sola ocasión para sentenciarte. Y el Bidasoa demostró su condición de conjunto grande en Nava.