El embajador de Venezuela en España, Isaías Rodríguez, el mismo que hace pocos días insinuaba que las Fuerzas de Seguridad españolas habían recurrido a la tortura para lograr una confesión que incriminara al etarra Cubillas, hoy alto cargo de Hugo Chávez, insistió ayer en que el terrorista, con pasaporte venezolano, no será extraditado pero que, en todo caso, se le juzgará y condenará si hay pruebas «contundentes» de que adiestrara a activistas de la banda vasca.
El funcionario sudamericano, de visita en Bilbao, negó, además, que su país sea «la retaguardia» de ETA y atribuyó el aluvión de informaciones que apuntan lo contrario al intento de «minar las bases» del régimen de Chávez.
Desde el PP, que ayer volvió a poner de manifiesto que el mandatario sudamericano no es sino un dictador, se recurrió a la ironía para justificar por qué ningún dirigente conservador quiso reunirse con el representante diplomático de Caracas.
Así, Antonio Basagoiti, presidente popular en el País Vasco, justificó su reticencia porque él no tiene «detector de metales», un aparato que considera necesario a la vista de las relaciones de Caracas con bandas como ETA y las FARC. «No sé con qué vendría este hombre, ya que Venezuela está apoyando a terroristas y a batasunos terroristas», argumentó el conservador.
Como colofón, el PP insistió en que, tal y como apuntan numerosas evidencias judiciales, Venezuela se está convirtiendo en un «nuevo santuario para los etarras» con el que hay que terminar.
Durante la sesión de control al Gobierno en el Senado, Dionisio García Carnero bromeó con el escaso interés que, a su juicio, ha demostrado Venezuela desde que la vicepresidenta De la Vega anunciara el 6 de octubre que el Gobierno había pedido «actuaciones inmediatas, concretas y específicas» a Caracas. Desde ese día, explicó el conservador, todas las actuaciones de Caracas se han limitado a acusar a España de torturas y a la retirada de la bandera venezolana del desfile de la Fiesta Nacional.