Delcy Rodríguez, la cara falsamente amable de la dictadura venezolana, amenaza ahora con represalias “a los que desde dentro y fuera de Venezuela pidan que invadan o bloqueen al país”. La amenaza es impertinente porque Venezuela ya está invadida desde hace años. Lo que exige el pueblo venezolano hoy, de manera prácticamente unánime, es que el presidente elegido por más del 70% de los votos, Edmundo González Urrutia, tome finalmente posesión de su cargo. Todo está preparado por parte del equipo ganador de las elecciones para cuando se vayan los usurpadores: nadie, en su sano juicio, puede querer ahora (ni nunca) la invasión de su propio país por unas fuerzas extranjeras.
Sin embargo, la amenaza de Delcy no es baladí. De hecho, por traficar drogas y asesinar a disidentes políticos dentro y fuera del país es que el Departamento de justicia y el Departamento del tesoro de EE.UU. acaban de declarar al Cartel de los soles, y a su supuesto capo Maduro, como FTO, Organización terrorista extranjera (en sus siglas en inglés) y como SDGT, Grupo terrorista global especialmente designado (ídem). Según estas graves acusaciones, lo que nació como socialismo del siglo XXI ha mutado en un engendro narcoterrorista que se ha convertido en una amenaza de alcance hemisférico.
Una demostración de cómo se las gasta el Cartel de los Soles es el asesinato el año pasado del Capitán venezolano Ronald Ojeda exilado en Chile. La fiscalía chilena acusa directamente de este hecho al gobierno de Maduro junto al Tren de Aragua y baraja incluso pedir la extradición de Diosdado Cabello. Así mismo, hace unos días, en la condena a 21 años de cárcel del Mayor General Clíver Alcalá, el fiscal Damian Williams declaró en el Tribunal Federal de Nueva York lo siguiente: “Como uno de los altos mandos del ejército venezolano y del Cartel de los Soles, Clíver Antonio Alcalá y sus cómplices buscaron usar la cocaína como arma al ayudar a las FARC a enviar toneladas de drogas hacia Estados Unidos”. Los penosos sollozos del condenado, pidiendo clemencia y aduciendo como eximente la obediencia debida, son un aviso a navegantes para la exigua cúpula militar que aún apoya al usurpador.
EE.UU. está siendo exquisito en lo legal e implacable en lo militar para acabar con el Cartel de los Soles. Sus funcionarios se esfuerzan por frenar el flujo de cocaína desde Venezuela, desmantelar su organización y llevar a sus cabecillas ante los tribunales. El Cartel de los Soles es terrorista y narcotraficante para EE.UU. Cuando detuvieron a los mejicanos del Cartel de Sinaloa, Chapo Guzmán y Mayo Zambada, el enfoque de seguridad nacional era muy distinto: entonces, el narcotráfico era considerado delito no terrorismo. Según expertos norteamericanos en seguridad e inteligencia, como el comandante Jesús Romero, fue Hugo Chávez quién instrumentalizó el narcotráfico como arma contra “el imperialismo gringo”. Bajo el liderazgo de Maduro, al relevar a Chávez tras su muerte, se comenzaron a mezclar los envíos de cocaína con el fentanilo (lo que la hace infinitamente más adictiva) y se facilitó la entrada del Tren de Aragua a EE.UU. Fue la reciente llegada de los republicanos a la Casa Blanca la que auspició la revaloración política de la información sobre los cárteles, cosa imposible bajo las administraciones demócratas recientes por motivos ideológicos.
La certificación del cartel que usurpa el gobierno de Venezuela como grupo narcoterrorista conlleva, automáticamente, la sospecha sobre los proyectos políticos financiados por los chavistas alrededor del mundo. Sin ir más lejos, el empresario Víctor de Aldama, presunto conseguidor de la trama Koldo-Ábalos en España, ha declarado a la prensa que el gobierno español financió a la Internacional Socialista con 10 millones de euros pagados a la aerolínea venezolana Plus Ultra, y por mediación del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. Esa ayuda, originalmente de 53 millones de euros fue, de hecho, la primera asignada por el ejecutivo de Sánchez en la pandemia del Covid19. Hoy el presidente de la Internacional Socialista es el actual presidente del Gobierno español.
Ha llegado la hora. María Corina Machado, la inspiradora líder de las fuerzas democráticas venezolanas, ha dicho: “deben sacar a la luz toda la información que compromete a Maduro para que éste comprenda que esto no tiene vuelta atrás, que la única opción que tiene ahora es aceptar los términos de su retirada de forma pacífica, porque el tiempo se les acaba”. La voluntad del pueblo de Venezuela se impondrá más pronto que tarde porque la soberanía nacional, la que reside en el pueblo, ya ordenó el cambió el régimen de Venezuela el 28J del 2024. Ahora los usurpadores se tendrán que ir, no por respeto a los venezolanos, sino porque la justicia los busca: están tardando.