El monasterio de Santa María del Parral, en Segovia capital, acogió este martes la eucaristía de acción de gracias por el centenario de la restauración de la Orden de San Jerónimo, fundada en el siglo XIV y restaurada en 1925 por el beato Manuel de la Sagrada Familia.
La celebración, que tuvo lugar coincidiendo con la festividad de San Jerónimo, estuvo presidida por el obispo de Segovia, Jesús Vidal, acompañado por sacerdotes de la Diócesis, así como por representantes de las órdenes benedictina y agustina, y de la Fraternidad Seglar Jerónima. La comunidad de la Orden de San Jerónimo estuvo representada por sus monjes: Fray Mauro, en nombre del prior del monasterio, Fray Andrés, que ha seguido la celebración desde su celda, y el padre Miguel Ángel Orcasitas, delegado de la Santa Sede para la Orden.

El acompañamiento musical estuvo interpretado por la Escolanía del Monasterio de El Escorial (Madrid), con el niño solista Adrián Jia Rui Shi Ye como cantor del Salmo. El repertorio incluyó piezas de Victoria, Duruflé, Bruckner y Mendelssohn, entre otros autores, contribuyendo a resaltar la solemnidad de la celebración. Además, a la conclusión de la eucaristía, los niños interpretaron tres piezas más para regocijo de los asistentes.
En su homilía, Vidal recordó cómo la Orden Jerónima nació en España en el siglo XIV, cuando varios hombres buscaron vivir en soledad y en estudio de las Sagradas Escrituras, siguiendo el ejemplo de san Jerónimo. Además, destacó la figura del beato Manuel de la Sagrada Familia, quien hace un siglo reavivó este carisma desde el mismo monasterio del Parral, animando a “confiar en que Dios siga suscitando nuevas vocaciones” que “mantengan viva esta forma de vida en la Iglesia”.

El obispo articuló su reflexión en torno a cuatro aspectos inspirados en el Libro del Eclesiástico: «La sed de sabiduría que encuentra en la palabra de Dios un manantial inagotable; el fruto maduro de la caridad, que nace de la escucha asidua de la Escritura y de la celebración de la Eucaristía; el discipulado fiel, que se forja en el silencio y la lectura constante de la Palabra y el yugo glorioso de la sabiduría, que no esclaviza, sino que libera y colma de amor verdadero».
Recordando la célebre frase de san Jerónimo, «no conoce a Cristo quien desconoce las Escrituras», el prelado del obispo subrayó que «el amor a la Palabra debe seguir siendo el motor, tanto de la vida jerónima, como de todo cristiano».
La celebración concluyó con un mensaje de esperanza: «Que la Virgen María, primera oyente y portadora de la Palabra, ilumine el camino de esta comunidad y de toda la Iglesia».
El monasterio del Parral, último faro jerónimo en el mundo se convirtió este martes en signo visible de gratitud, fidelidad y esperanza, en el marco de esta conmemoración que une historia, fe y renovación espiritual.
