Hace varias décadas que los vecinos de Cabezuela vieron cómo se marchaba del pueblo el último párroco titular residente. Desde entonces han sido varios los sacerdotes que se han venido ocupando de los asuntos religiosos, pero sin vivir en la localidad.
Por este motivo, desde finales de este verano cuando se empadronaron en el pueblo el nuevo sacerdote y su familia, un sentimiento de que se recuperaba un servicio espiritual recorrió los hogares cabezolanos.
Donato Chope Copariate se ha hecho cargo de la parroquia y se ha afincado en el municipio. Con él han venido sus dos hermanos más pequeños, de 6 y 11 años, su madre, y su tía.
La llegada de la familia ha sido muy bien acogida por los vecinos. Se trata de nuevos vecinos, procedentes de Guinea Ecuatorial, antigua colonia española que obtuvo su independencia en 1968. Actualmente Guinea Ecuatorial es el único país de África cuyo idioma oficial es el español. Compartir el idioma ha sido uno de los mejores aliados para que la nueva familia se haya integrado casi a la perfección. Contar con un cura que administre la parroquia a diario; que dos nuevos niños vayan a la escuela, cuya continuidad se pone en entredicho cada curso escolar; y la recuperación de la vida juvenil en el centro del pueblo, han dado un nuevo impulso al vecindario. Hace años que Cabezuela experimentó la llegada de inmigrantes, de muy distintas procedencias, costumbres y religiones. Por eso, la nueva familia católica ha sido recibida con entusiasmo.
El propio sacerdote reconoce que el trato que le dispensan sus vecinos “es muy bueno”. “Hemos tenido una excelente acogida”, afirma Donato Chope, quien anteriormente ha formado parte de las unidades parroquiales de Cuéllar (entre 2010 y 2012) y en la de Cantalejo, desde entonces hasta este año.
Él había venido a España con el fin de buscar solución a una dolencia médica que padece en un pie porque en su país. Ordenado sacerdote en Malabo (capital de Guinea) en 2002, su intención era regresar a su país. Pero le requirieron para colaborar en la Diócesis de Madrid y luego la de Segovia. Ahora administra cinco parroquias, pero vive en Cabezuela donde reside parte de su familia.
En total son cinco personas que dependen del sacerdote, quien se ha convertido en el sustento de todos ellos a pesar del exiguo sueldo que perciben los curas. Por ello, los vecinos de Cabezuela se han implicado denodadamente desde hace días en intentar buscar un empleo para la tía del sacerdote, y lograr que todos ellos puedan permanecer unidos viviendo en Cabezuela. “Sabemos que no es fácil encontrar un trabajo en el medio rural, y menos para una mujer”, dicen desde la asociación de amas de casa, preocupadas por la posibilidad de que tenga que marcharse una familia entera del pueblo si no logra ese ansiado empleo.
