La ermita de La Rodelga se alza en un cerro desde donde se otea bien Mozoncillo y sus tierras. Es un lugar recogido y solitario habitualmente, donde el espíritu mezcla bien con la naturaleza, de modo que el lugar ayuda a encontrarse con uno mismo… Pero no el último fin de semana de septiembre. Estos días se celebra la segunda romería que se hace a la Virgen todos los años (la primera es en mayo), y el lugar está tan concurrido que hay que pedir la vez para poder bailar una jota.
Desde hace unos días gentes de toda España, emigrantes de pueblo, hijos pródigos de la tierra castellana miran el calendario y hacen cuentas: “¿Cuándo toca la Rodelguilla?”. Durante estos días se quiebra el silencio, la soledad se disuelve y la localidad se convierte en el escenario de un milagro civil y religioso: el reencuentro de las gentes por las fiestas de la Virgen.
Mayte Lobo, que se estrena como alcaldesa de Mozoncillo en estas fiestas, anima a todos a sumarse: “Tenemos música, encierros, y la gente está animada, lo vamos a pasar bien”.

La ermita acoge a dos vírgenes, la grande y la pequeña, pero solo se procesiona a la imagen grande, una hermosa talla del siglo XIV vestida de manera primorosa. Su hermana menor es del siglo XVI, nunca sale de la ermita, y solo en ocasiones especiales puede ser visitada, así es que espera también con ilusión estos días para encontrarse con sus fieles, que también tiene muchos.
El viernes 26 de septiembre a las siete de la tarde arranca el tardeo por los bares, y es entonces cuando uno comprende que un pueblo puede ser pequeño pero tener más sed que una capital entera. De taberna en taberna se van engrasando gargantas y amistades, los reencuentros se riegan de vino y risas, hasta que las quintas —esa institución inmortal del compadreo rural— se sientan juntas a cenar a las diez. A partir de la una de la madrugada, la charanga Jaleo, que no puede tener un nombre más adecuado, toma las calles y arrastra con sus metales la energía de los peñistas hasta las cuatro y media por lo menos. Al día siguiente siempre amanece con la resaca del deber cumplido.
El sábado es día 27, y la cábala se une a la fiesta, que también son 27 los años que se viene celebrando la paella popular, diez euros que saben a gloria cuando uno los disfruta entre amigos, bajo el sol de septiembre y con el arroz como excusa para hablar de todo y de nada. Después, a las cinco, la Banda Municipal de Coca toca en Rodelga, y el pueblo entero recuerda que la música puede ser la argamasa de una comunidad. A las seis, el juego del Chite, que es una reliquia de otro tiempo que sigue teniendo su aquel, y si lo ven los americanos, nos lo copian, lo llevan a Central Park y en un par de meses se hace viral. A las seis y media, el primer gran momento de mística: el canto de la Salve en la ermita. Ese instante en que el murmullo de las conversaciones cede paso a un canto unánime, y la imagen de la Virgen escucha a su pueblo. Luego, a las siete, los niños tienen su encierro, ensayo general de las emociones adultas. Y a las siete y media, el encierro urbano, verdadero rito de bravura y camaradería. Lo organiza el ayuntamiento con la ayuda de todos: peñas, asociaciones, bares. Mozoncillo se convierte entonces en una plaza brava, donde la adrenalina y el respeto al toro corren parejos.
La noche, como siempre, pertenece a la música. A las nueve, Sheyla Galván canta en la Plaza Mayor, levantando los recuerdos de la copla española. Y a las once, El Canto del Bobo descargan adrenalina y buena música en la Plaza mayor.

El domingo 28 llega el remate. A las doce y media, misa y procesión con música de Zarpin Folk, que acompaña el baile y el paloteo tradicional: “son los momentos más emotivos, la bajada de la Virgen a la carroza en la que procesiona, acompañada con los danzantes y las castañuelas y jotas, y después cuando la suben de nuevo a su altar mientras cantan la salve.” Le pedimos a la alcaldesa un deseo para la Virgen, y lo tiene claro: “Le pediría a la Virgen seguir viendo como la gente del pueblo está unida y colabora cuando hace falta algo sin que se lo pidas, esa unión me gustaría que durara para siempre”.
Lo más impresionante de La Rodelguilla no es el programa —aunque lo tiene todo— ni los juegos, ni los toros, ni los conciertos. Lo asombroso es la magia que se produce en torno a esa ermita, una promesa de reunión que se cumple puntualmente cada último fin de semana de septiembre. Acércate a descubrirlo.
PROGRAMACIÓN 2025
Viernes 26 de septiembre
19.00 a 22.00 horas. Tardeo por los bares de la localidad.
22.00 horas. Cena de las Quintas.
01.00 a 04.30 horas. Charanga Jaleo por los bares. Organizan las peñas.

Sábado 27 de septiembre
15.00 horas. Paella popular. Organizada por la Asociación Cultural Virgen de La Rodelga. Precio. 10 euros.
17.00 horas. Banda Municipal de Coca, en Rodelga.
18.00 horas. Juego del Chite, en Rodelga.
18.30 horas. Canto de La Salve en la ermita.
19.00 horas. Encierro infantil por el recorrido urbano.
19.30 horas. Gran encierro urbano. Organiza el ayuntamiento y la comisión de fiestas. Colaboran las peñas, Asociación Cultural la Piña, y los bares Rolling Disco, Casa Paco, Flay y Arco Iris.
21.00 horas. Espectáculo de música española con Sheyla Galván en la Plaza Mayor.
23.00 horas. Concierto de El Canto del Bobo en la Plaza Mayor.
Domingo 28 de septiembre
12.30 horas. Misa y procesión con música a cargo de Zarpin Folk. Baile y tradicional paloteo.
19.00 horas. Rosario y subida de la Virgen.
