Si la solemnidad fue la nota dominante en el funeral por el soldado John Felipe Romero Meneses, fallecido el lunes en Afganistán, un acto que presidió ayer el Príncipe Felipe en el Cuartel del Bruc de Barcelona, la polémica política se adueñó de todas las reacciones a cuenta de las ausencias en la ceremonia.
Especialmente, la del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que en lugar de acompañar a los familiares del uniformado optó por viajar hasta Washington para participar en el ya polémico Desayuno de Oración organizado por el presidente de EEUU, Barack Obama. Tal decisión mereció el reproche inmediato del PP, que, por boca de su secretario de Comunicación, Carlos Floriano, consideró que el inquilino de Moncloa no ha dado la talla, puesto que «hay que saber dónde hay que estar en cada momento» y el jefe del Ejecutivo «se ha equivocado en la elección del sitio».
«También Obama hubiera preferido que el socialista se hubiera quedado rezando ante el cadáver del soldado español en lugar de irse a rezar a Estados Unidos», ironizó el conservador antes de afirmar que el jefe del Ejecutivo «no ha sabido estar a la altura» en el «cumplimiento de sus obligaciones, que estaban en Barcelona, no en Washington; Zapatero rezando en EEUU, no deja de ser sarcástico», concluyó Floriano.
Tales reproches merecieron inmediata réplica por parte de Leire Pajín, la número tres del PSOE, quien lamentó que el principal partido de la oposición «llegue tan lejos, que incluso no respete un funeral de un miembro del Ejército para intentar desgastar al Gobierno». En política no vale todo, y «no se puede jugar con el dolor de una familia, cuyo hijo estaba dando lo mejor de sí mismo por este país y, sobre todo, por un mundo más estable y más justo», sostuvo la dirigente socialista.