Según ha denunciado la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), en Castilla y León se produce cada 45 minutos un accidente relacionado con la fauna salvaje, lo que supone el 70% de los casos ocurridos en la Comunidad. En Segovia, el número de accidentes de tráfico en los que se han visto implicados animales salvajes, no ha cesado de crecer en las últimas dos décadas. Según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT) solo durante el pasado año 2024, se produjeron en Segovia 1.327 siniestros, 24 de los cuales dejaron heridos. Aunque una mayoría se saldaron con lesiones leves, dos de los accidentados requirieron ingreso hospitalario.
Esta cifra supone un incremento del 28% sobre 2023, cuando la provincia registró 1032 accidentes con estas características, una decena de ellos con víctimas.
Durante las últimas dos décadas, el número de accidentes producidos por animales salvajes en las carreteras no ha cesado de aumentar. Si en 2004 no llegaban a 20o casos, en estos veinte años prácticamente se han multiplicado por diez los accidentes registrados hasta alcanzar cifras récord.
Tal y como explican los informes sobre este tema de la DGT, el repunte se atribuye a una combinación de factores ecológicos, demográficos y de gestión territorial, entre ellos la proliferación de especies como jabalíes y corzos en entornos rurales ha aumentado debido a la falta de control poblacional y la abundancia de recursos alimenticios (cultivos y basuras). Esta quizás sea una de las explicaciones a la gran cantidad de animales pertenecientes a estas dos especies que se ven implicados en accidentes. Según los últimos datos de la DGT, los corzos se han visto involucrados en 808 accidentes en las carreteras segovianas, una decena de ellos además, dejaron heridos. Por su parte, los jabalíes ocasionaron 356 accidentes, cinco con víctimas.
Otro de los motivos por los que se han incrementado tanto estos accidentes es la existencia de una mayor interacción entre el medio natural y las carreteras.
Las vías interurbanas, donde tienen lugar la mayor parte de los casos, atraviesan zonas boscosas y rurales sin suficientes barreras físicas o pasos para la fauna, facilitando cruces impredecibles de animales. En el caso de Castilla y León, esto explica el 70% de los accidentes totales.
Cuestiones como las temporadas pico de reproducción en primavera y otoño o los cambios en el hábitat de las especies, también han influido en este incremento. La urbanización rural y la reducción de predadores naturales -como lobos- favorecen la densidad de herbívoros, incrementando los encuentros con vehículos.
El abandono de animales domésticos también es un factor a tener en cuenta. Los perros fueron una de las especies animales más numerosas en sufrir accidentes durante 2024. En total fueron 27 los siniestros en que se vieron involucrados, uno de ellos con heridos leves.
Aunque la mayor parte de estos incidentes se producen por animales salvajes o abandonados, también hay que destacar los ocurridos con ganado y especies criadas en cautividad. Es el caso del ganado vacuno, con una docena de accidentes registrados. Mientras que en todos ellos tan solo hubo que lamentar daños materiales, es curioso que de los dos accidentes ocurridos con ganado ovino, de tamaño mucho más pequeño, uno requirió asistencia hospitalaria para alguno de los ocupantes del vehículo accidentado. En cuanto al ganado equino, se registraron cuatro accidentes, de los cuales dos acabaron con heridos, aunque de carácter leve.
Puntos negros
No existe en España un criterio unificado para definir qué es un tramo de especial siniestralidad con implicación de animales. Las diferentes instituciones regionales y provinciales son quienes deciden qué se considerará de esta forma. Para la Diputación de Segovia, “se consideran como tramos de concentración aquellos donde se producen más de 10 accidentes por animales salvajes al año”. Esta definición se utiliza desde el año 2010.
Entre las vías que mayor número de accidentes con animales registran, se encuentra la N-110, especialmente en el tramo que transcurre por la sierra de Guadarrama y el Nordeste de Segovia, donde está más expuesta a la invasión de animales salvajes, centrando gran parte de los esfuerzos de la Unidad de Carreteras del Estado para tratar de evitar el mayor número de accidentes.
La SG-205 entre Cerezo de Abajo y Cuéllar, suele ser también una de las que acumula mayor número de incidentes, seguida por la CL-603, entre Aranda de Duero y Segovia. Otras vías que suelen tener una siniestralidad bastante alta, son la N-603 a la altura de San Rafael y la SG-342, entre Cuéllar y Santa María la Real de Nieva.
Además de las medidas tradicionales, como la señalización preventiva en las zonas de paso de animales, el uso de cerramientos y vallados o la creación de pasos inferiores para la fauna, en noviembre de 2024, la Unidad de Carreteras de Segovia instalaba en la N-100, alrededor del kilómetro 108, un sistema de señalización dinámica inteligente que permite la detección de animales en la calzada a través de infrarrojos y grabación de imágenes, con señalización de alerta a los usuarios de la carretera.
Los sensores de infrarrojos detectan en un perímetro establecido la presencia de un animal y, una vez detectado, advierten con suficiente antelación a los conductores de que se pueden encontrar un animal en la calzada en una distancia de un kilómetro. Asimismo, esta solución se puede utilizar con cámaras termográficas, que permiten optimizar la detección de los animales.
El buen resultado de este proyecto piloto, ha llevado al Ministerio de Transportes a plantearse la adquisición de este sistema de vigilancia para su aplicación en otros puntos.
