VILLA DE PEDRAZA
La villa de Pedraza se ubica sobre un elevado e inexpugnable cerro, auténtico bastión natural rematado por un poderoso castillo ubicado donde antes hubo un castro prerromano, entre los arroyos Encinarejo y Vadillo, al borde de la unión de las carreteras SG-V-2316 con la SG-V-2512, entre Arcones y La Velilla, a unos 40 km al nordeste de la capital provincial. Actualmente está poblada por unos 350 habitantes, cuyo gentilicio es pedrazanos. Forma ayuntamiento con sus pedanías: La Velilla y Redes de Abajo.
El nombre de la villa “Pedraza” parece provenir del vocablo greco-latino — petra — o piedra, al que al añadir el sufijo “aza” por abundancia, significaría —lugar abundante en piedras o predajero—; en cuanto al apellido de Campos, fue añadido en algún momento del siglo XIX.
La posible existencia de algún tipo de poblamiento de antiguas culturas en el solar que ocupa la villa de Pedraza, se dice que proviene de la aparición junto a la esplanada del castillo de restos de cerámica de características celtibéricas del siglo V a. C. Lo que sí está documentada es la presencia de Roma, e incluso se dice que aquí nació el emperador Trajano, y también que fue residencia ocasional de Abderramán III.
Las primeras referencias documentadas llegaron tras la reconquista cristiana de las tierras al norte de las sierras de: Ayllón, Somosierra y Guadarrama a principios del siglo XI. Fue entonces cuando apareció un nuevo sistema de colonización y repoblación de las tierras conquistadas de manos islamitas llamado Comunidad de Villa y Tierra.

La Comunidad de Villa y Tierra de Pedraza es un organismo de gobierno autónomo formado por 18 municipios con sus respectivos barrios, que comprenden un total de 42 núcleos de población, sin contar los despoblados: Aldealengua de Pedraza, Arahuetes, Arcones, Arevalillo de Cega, Collado Hermoso, El Cubillo, Gallegos, Matabuena, La Matilla, Navafría, Orejana, Pedraza, Puebla de Pedraza, Rebollo, Santiuste de Pedraza, Torre Val de San Pedro, Valdevacas, Guijar y Valleruela de Pedraza
A finales del siglo XII los dos reyes Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León, primos entre ellos, rodearon de torreones y murallas este escarpado cerro erigiendo una fortaleza en el punto más alto sobre el abismo del río Cega, a cuya orilla luego se construyeron molinos harineros, lavaderos y batanes de la entonces floreciente industria lanera. Al amparo de esta fortaleza y dentro del recinto amurallado, nació una de las villas más singulares de España.
Existe documentación en la que se refleja que en 1212 el rey Alfonso VIII, el de Las Navas, donaba todas las posesiones reales que tenía en la villa de Pedraza al hospital de San Antolín y San Bernabé situado en la ciudad de Palencia.

El caserío de la villa se encarama sobre una muela de considerable altura en cuyo punto más escueto se halla el inexpugnable castillo por tres de sus lados, el cuarto, lado sur, es la explanada que le une al caserío, protegida por los dos cerros guardianes que desde enfrente le dan escolta. Toda la villa está cercada por una ruinosa muralla construida en el siglo XIII con una única entrada, el Arco de la Villa, que además de dejar paso a los que llegan y /o salen de Pedraza, soporta en lo alto la cárcel del Concejo.

Aquí, en esta hermosa villa roquera escenario de importantes sucesos de nuestra historia, el día 10 de febrero de 1296 recibió la reina regente, doña María de Molina, a dos emisarios de los caballeros levantiscos: el infante don Juan de Castilla, hermano del difunto rey Sancho IV el Bravo, y don Pedro Díaz de Castañeda, que le informaron del abandono de sus señores del servicio y obediencia al rey Fernando IV el Emplazado, su hijo.
En 1460, durante el reinado de Enrique IV el Impotente, Garcí González de Herrera era el señor de la villa y su castillo, pasando en la centuria siguiente a través de enlaces matrimoniales, a manos de los Fernández de Velasco, condestables de Castilla y nuevos señores de la villa, quienes a partir de 1535 reconstruyeron y rearmaron el castillo. En el frontal de la puerta puso su blasón el duque de Frías con la siguiente inscripción:
-Don Pedro Fernández de Velasco, cuarto Condestable de la casa de Velasco 1561-.

A finales del siglo XVI, Felipe II en un intento de acaparar dinero para la maltrecha economía real, propuso vender la villa de Pedraza, a lo que se opuso frontalmente el Cabildo palentino debido a las ingentes aportaciones de rentas que la villa ganadera aportaba al hospital de San Antolín y San Bernabé, permaneciendo ligada la villa a esa institución hospitalaria hasta fechas recientes.
Esta hermosa atalaya fue residencia obligada como tantas otras fortalezas, de ilustres y renombrados huéspedes. Durante cuatro años, tras la gloriosa batalla de Pavía del 24 de febrero de 1525, estuvieron recluidos en este castillo los hermanos Francisco de Valois, delfín de Francia, y Enrique, duque de Orleans, ambos hijos del rey Francisco I de Francia, como rehenes a cambio de la libertad de su padre, quienes después reinarían en Francia sucesivamente: el primero como Francisco III y el segundo como Enrique II de Francia. También fue uno de los principales baluartes reales en las luchas de Carlos I contra los comuneros castellanos.
Hay una glosa anónima sobre la heráldica de la villa y en especial sobre la de don Pedro Perex Maldonado que dice así:
Perex: tu escudo se extiende
al de Salcedo y Ladrón
y de Pérez el Blassón
en el tuyo se comprende.
Tus glorias de fama emprenden
y no en vano el logro fundo
porque siendo sin segundo
con tan glorioso ynterés
no es mucho alcance a los tres
si comprende a todo el Mundo.

Pedraza consiguió su mayor esplendor en el siglo XVI, cuando eran señores de la villa los condestables de Castilla, don Pedro, don Iñigo y don Juan Fernández de Velasco, quienes mantuvieron sucesivamente el señorío durante siglo y medio, desde principios del XV hasta mediados del XVI. Durante este dilatado periodo de tiempo, Pedraza registró una población de cerca de 5.000 habitantes, participando activamente en diferentes reuniones de las Cortes de Castilla. Don Pedro rehízo y reformó el inexpugnable castillo y don Iñigo levantó el arco de la villa.
Durante un siglo que va de 1550 a 1650 la villa de Pedraza, como cabeza de La Comunidad de Villa y Tierra de su nombre, tuvo que enfrentarse judicialmente a algunos pueblos de su Comunidad por el uso y disfrute de los territorios comunales. Algunos pueblos alegaban que, aunque todos los territorios eran comunes, el uso, disfrute y beneficio que produjeran los términos municipales, debían ser privativos de los habitantes de las pueblas asentadas en esos territorios, no de La Comunidad en su conjunto.

La creación del Honrado Concejo de la Mesta como una organización de pastores y ganaderos por Alfonso X en 1273, supuso el nacimiento de la industria pecuaria, el mercado y granjería de lanas y el trazado de las cañadas reales, causas que impulsaron al desarrollo y la riqueza de Pedraza, situada junto a la Cañada Real Soriana -Ramal Vera de la Sierra- y la Cañada Real Orejana. La base de aquellos rebaños trashumantes fueron la oveja merina, muy estimada por su lana, y la oveja churra, sacrificada para el consumo de carne.
En ese tiempo, cuando ser ganadero era signo de prosperidad y señorío, la villa de Pedraza alcanzó su máximo esplendor. Las grandes familias propietarias construyeron sus suntuosas casonas dentro de los muros de la villa. Más que una villa de nobles, Pedraza fue un señorío de ganaderos de lanares que construyeron batanes, telares y talleres dedicados a la producción de lana y lino.

La decadencia paulatina de la trashumancia trajo consigo el empobrecimiento de la villa, que se acentuó con la abolición de los señoríos en 1837, no obstante, Pedraza supo mantener su prestancia y su nobleza.
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* Juan Fco. Sanjuán Benito
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