Una parte importante de España se está quedando vacía y presenta las densidades más bajas de Europa, a pesar de la creación del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (Miteco), que preparó el “Plan de Recuperación” con 130 medidas frente al reto demográfico y que se presentó en 2021, con una inversión prevista de 10.000 millones de euros. Se incide en que se han invertido 13.000 millones hasta el año 2024, pero la situación de la España vacía sigue igual. La realidad es que no ha aumentado la población de los municipios de menos de 5.000 habitantes (los incluidos en el reto demográfico).
Los datos son evidentes, los municipios de menos de 5.000 habitantes suman 6.810 pueblos, un 84% del total de municipios en España con 8.131 municipios. Por otra parte, aquellas 130 medidas – en su mayoría procedentes de fondos europeos- se han implementado en el medio rural. Sin embargo, la mayor parte de las medidas no estaban destinadas a incrementar la población en estos municipios. De los 2.800 millones que Miteco destinó a las 130 medidas del Reto Demográfico, la mayor parte estuvieron destinadas a programas energéticos, instalación de renovables, electrificación de flotas, o la implantación digital, pero apenas un 5,4% a planes directos encaminados de forma directa a fijar población. Mientras que la ampliación de los servicios públicos de educación sanidad o justicia, generación de empleo en el medio rural, con ayudas en la Seguridad Social e incentivos fiscales, ya se han implantado con éxito en los países nórdicos desde hace años.
El número de personas en poblaciones de menos de 5.000 habitantes en España fue de 5.713.776 en 2024, el 11,76% del total, frente al 12,12% en 2019. Las cifras son elocuentes: los municipios con menos de 5.000 habitantes suman los 6.810 municipios (83,84%), de un total de 8.131 municipios en España. Los municipios de menos de 5.000 habitantes cuentan con 5.713.3776 habitantes en 2024, mientras que el resto de la población de población suma 42.847.500 personas (88,25% del total). Al propio tiempo que el 5,4% del importe gastado se ha dedicado a inversiones en energías renovables, que no ayudan a fijar población realmente.
La España rural vaciada comprende una parte muy importante del territorio español que se caracteriza por una dinámica socio-económica y demográfica regresiva, con insuficientes infraestructuras, especialmente socio-asistenciales y culturales que obligan a los jóvenes y ancianos a abandonar sus lugares de nacimiento. La preocupación por la España vaciada ha quedado al margen de la agenda política, a pesar de la sensibilización de la población de esta parte del territorio y la creación en el año 2020 del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico con la intención de evitar el despoblamiento de amplias zonas del país. Unos territorios mayoritariamente rurales, de la España interior, que desde mediados del siglo XX vienen experimentando un proceso de despoblación y pérdida de peso económico en favor de la periferia más poblada y de los núcleos urbanos principales. Una España vaciada, olvidada por los poderes públicos, al no dotarla de adecuadas infraestructuras y servicios públicos, agravada por una emigración masiva en décadas pasadas. No obstante, el avance de la digitalización del territorio, la extensión del teletrabajo y la transición energética, que habían renovado la esperanza de una recuperación demográfica y económica de la España rural vaciada, no han tenido los resultados esperados. Así, la aprobación del Plan de Recuperación, Transformación y Resilencia en 2021 para canalizar los recursos procedentes de la Unión Europea hacia la modernización de la economía, el crecimiento, la creación de empleo y para abordar el reto demográfico, junto con el Plan de Medidas ante el reto demográfico, no han conseguido los objetivos pretendidos.
En el pasado se asociaban los territorios rurales con aquellos en los que la actividad agraria era la base fundamental, lo que exige la transformación productiva de estos espacios, en los que la agricultura va perdiendo peso en favor de las actividades relacionadas con los servicios o con el medio ambiente. Frente a la España rural dinámica en la periferia peninsular, está la España rural estancada, con una baja densidad de población y una evolución demográfica en recesión. Baja densidad y reducción de la población que son la imagen de una pérdida de actividad económica y de servicios, en definitiva, preludio del abandono del territorio.
Las provincias eminentemente rurales son Ávila, Cuenca, Lugo, Orense, Segovia, Soria, Teruel y Zamora. Mientras que las provincias intermedias están formadas por Albacete, Badajoz, Burgos, Cáceres, Ciudad Real, Guadalajara, Huesca, Jaén, La Rioja, León, Palencia, Salamanca y Valladolid, el resto son provincias urbanas. Los resultados son evidentes. la España rural vaciada concentra el 53% del territorio nacional y solo detenta el 14% de la población española, un 3,2% en las provincias rurales y el 10,8% en las provincias intermedias. Provincias como Soria y Teruel tienen poco más de 8 y 9 habitantes por Km2, lo que ha llevado a que algunos autores hablen de la Laponia española.
La población de estas provincias es también una población más envejecida que la del resto del territorio, mientras que en las provincias urbanas el 19% de sus empadronados superan los 65 años, en las provincias rurales e intermedias ese porcentaje se eleva hasta el 28% y 22%, respectivamente. En el sentido opuesto, en las provincias urbanas, la población más joven (menores de 16 años) representa el 15% del total, mientras que en las provincias rurales e intermedias ese porcentaje se reduce al 12% y 14%, respectivamente, y sólo viven en ellas el 12% de los jóvenes nacionales. La estructura de las edades condiciona las tasas de natalidad, mortalidad y el crecimiento vegetativo, de modo que la España vaciada tiene una natalidad baja (especialmente reducida en Zamora (4,2), Orense (4,6) y Lugo (5 por 1.000), al mismo tiempo que concentran las mayores tasas de mortalidad, especialmente también en Lugo, Orense y Zamora (15,4 por 1.000), tasas muy por encima de la media nacional del 9,5 por 1.000.
Además, cuando más pequeño es el municipio, más envejecida es su población, de forma más acusada en las provincias rurales e intermedias. Así, la edad media de la población en los municipios de menos de 101 habitantes es de 58 años, mientras que a medida que el tamaño de la población aumenta, se va reduciendo la edad media de la población. Desde que comenzó el siglo XXI, las provincias rurales entre 2000 y 2022 han perdido más del 7% de la población, en total 124.000 habitantes, donde la entrada de emigrantes no consigue compensar el negativo crecimiento vegetativo. Las provincias intermedias ganaron 102.000 habitantes, mientras que en las provincias urbanas ha aumentado su población en un 20% favorecidas por la llegada de inmigrantes.
La población desciende, de forma notable, en León (10%), Salamanca (7%) y Cáceres (5%). Entre las provincias rurales pierden también población, siendo el descenso más significativo en Lugo (11%), Orense (12%) y Zamora (17%). La excepción es Segovia, que amplía su población en un 5% por su cercanía a Madrid y la llegada de inmigrantes, un motivo de esperanza.
