Para un equipo prácticamente nuevo, y el Balonmano Nava lo es, todos los comienzos son complicados, porque hay que ensamblar un bloque en lo que al principio sólo es la suma de las individualidades que apenas alcanzan a conocerse por sus nombres. Si a ello le sumas que juegas el primer partido de la temporada en un horno como lo fue ayer el pabellón Santiago Manguán de Aranda de Duero, ante un rival que, aunque también ha hecho cambios en su plantilla, tiene el factor cancha a su favor, y además con un balón nuevo que a veces bota y muchas veces no, será razonablemente sencillo llegar a la conclusión de que el comienzo de la Liga Asobal para el conjunto segoviano no fue en absoluto fácil, y terminó como suelen acabar estas cosas, con derrota.
Desde que se conoció el calendario, en el seno del cuadro navero se tenía muy claro que el partido en Aranda de Duero, de fiestas patronales, iba a ser tremendamente complicado. Y aunque el inicio del encuentro, salvando un 4-2 local cuando el partido no había alcanzado su décimo minuto, fue razonablemente positivo para los de Álvaro Senovilla porque la defensa se fue ajustando con el paso de los minutos y en ataque, con sus más y sus menos que se fueron haciendo menos con el paso de los minutos, a los visitantes les daba para endosar al Tubos Aranda un parcial de 0-3 que les daba la iniciativa en el electrónico.
Estaba claro que en un encuentro entre dos equipos ‘casi’ nuevos el ritmo del partido no podía ser elevado, pero a las lógicas pérdidas en ataque se unieron los continuos parones en el encuentro, con los encargados de la mopa haciendo horas extra porque cada contacto que terminaba con un jugador en el suelo (y no fueron pocos) requería de medio minuto de secado de la pista.
Aranda se adaptó mejor
Así, fue el equipo de casa quien mejor se adaptó a esta situación. Apoyado por un Pau Guitart que de nuevo amargó la tarde a los naveros, el conjunto arandino se sujetó en los peores momentos, cuando una parada de Patotski y un gol de Pablo Herranz colocaba el 9-11 en el marcador, poniendo en números el mejor momento del Viveros Herol en el partido.
El oportuno tiempo muerto de Javier Márquez vino a aclarar las cosas a los de casa, que con Dalmau Huix llevando la iniciativa devolvió al Nava el parcial de 3-0, cerrándose la primera parte con un empate a doce goles que ponía en evidencia el buen trabajo de los porteros, y la falta de precisión en los ataques.
El conjunto de casa supo adaptarse mejor a las circunstancias del partido, mientras que el equipo navero se dejó sus opciones en la segunda parte por sus numerosos errores en la parcela ofensiva
No parecía que la segunda parte fuera a distanciarse mucho del primer tiempo a tenor de lo sucedido en los compases iniciales de la reanudación. Pero pronto quedó patente que el Balonmano Nava sufría más bajones en su juego que su rival, y que no era capaz de aprovechar los momentos de partido en los que el Tubos Aranda más flaqueaba.
Una herida que no se cierra
El conjunto ribereño se situó con un 17-14 que abrió una brecha que el Viveros Herol fue incapaz de cerrar del todo en una agonía que duró veinticinco minutos. En no pocas ocasiones de este segundo tiempo el equipo segoviano consiguió cerrar la herida hasta un sólo gol de distancia, pero nunca consiguió suturar del todo.
A pesar de que Patotski cumplió de sobra tanto en la primera parte como en los minutos que estuvo en la segunda, no encontró la colaboración de sus compañeros más que en momentos muy puntuales. Pasquet, Brais, Carró… no se puede decir que los segovianos no lo intentaron todo, pero los errores en los lanzamientos, sobre todo desde los extremos, terminaron por cercenar las opciones del Balonmano Nava, que acabó cediendo por cuatro goles de diferencia, una distancia que hay que tener en cuenta de cara al partido de la segunda vuelta. Ahora hay una semana más para trabajar y conocerse. Sin prisa, que estamos empezando, pero sin pausa porque la máxima categoría no perdona a nadie.
