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AFRODITA, LA DIOSA DEL SANTANA

por Javier Jiménez Arribas
14 de septiembre de 2025
en Tribuna
JAVIER JIMENEZ ARRIBAS
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Según una cotilla muy famosa de estos tiempos que se llama Wikipedia, la diosa de la belleza, de la sensualidad y del amor es Afrodita; pero eso no es lo más importante. Lo que ahora me sumerge en un sentimiento de adoración es la historia de una mujer y su saber estar que habita mañana, tarde y noche en un bar: “El Santana”. Ella está siempre mirando en esa sugerente taberna de la calle Infanta Isabel, o también llamada calle de los bares. Una mujer joven, que nació de una pasta especial; y después de pasar por avatares varios, conoció a dos hermanos de San Martín y Mudrián: Quique, pegado a una gorra, y José, unido a un sombrero. Ambos emigraron de su pueblo, famoso por el excelente “parro de corral” que cocinaba su familia en un bar de esa localidad, y se vinieron a Segovia para vivir con la puesta en escena de otro bar, o tasca, o templo de música en vivo, o lugar de encuentro de hombres y mujeres para hablar de canciones, o ver pinturas que cuelgan en todas sus paredes. Toda esta variedad de vivencias se da en un clima libertario y de sincera amistad.

Así fue como comenzó mi particular historia. Entré en ese paraíso de los hermanos Arranz Fuentetaja y Afrodita me saludó con una provocadora sonrisa: la que tiene siempre, aunque se cambie de vestimenta. Estaba esa mujer apostada en una mesa de la esquina; lugar que te obliga a mirarla al entrar por la puerta del local. Puedo asegurar que nunca dice nada, su religión, su forma de ser o de saber estar no se lo permite. A pesar de todo me atreví a pedirle permiso para sentarme con ella. El silencio otorga, así es que presumí que me lo había otorgado. Un amigo me había contado que los milagros suelen acontecer cuando uno tiene tanta fuerza que, en ocasiones, ante la monotonía de la vida, eres capaz de soñar despierto; y eso creo que debió ser lo que me ocurrió. Estaba fijamente mirando a esa mujer y me empezó a narrar un sinfín de historias y vivencias que habían sucedido en el Bar Santana: su olimpo, su casa y su vida. Comenzó cuando, después de un concierto, Quique le habló de amor eterno y le ofreció el trono dónde debería estar para, a su vez, amar ella también a los amigos que entran a tomar una birra o un tinto acompañado con sus famosas y reconocidas patatas al ajillo a la antigua usanza, con el palillo tradicional que se parece a “Tizona”, la espada del Cid.

Afrodita del Bar Santana scaled

Los protectores de Afrodita, hermanos Quique y José, le dieron casa y comida hace ya bastantes lustros. Ellos llevan ya la friolera de treinta y tres años, desde mil novecientos noventa y dos, dando el chateo a muchos segovianos. Como el Santana emana música por todos sus rincones, Afrodita me contó -e incluso se atrevió a tararearme- algunas canciones de artistas que habían estado actuando muy cerca de su mesa, muy cerca de ella, en un escenario humilde pero seguro, hecho también para personas humildes pero estrellas de la música: Kiko Veneno, Fito & Fitipaldis, Leiva, Albert Plá, Siniestro Total, M-Clan, Celtas Cortos, Rosendo, Paul Collins, Malevaje, Medina Azahara, Barricada, Platero y Tú, Reincidentes, Extremoduro, Loquillo, Tahures Zurdos, Marea y muchos más. Elenco de sabios que han mamado canciones tiernas, rock and roll, blues o jazz, entre otros estilos.

Desde hace muchísimos años, aparecen por allí todos los martes por la noche, un conjunto de músicos más humildes que los anteriores, pero no por ello menos importantes: Luis Peñalosa, Salva Lucio, Miguel Mediavilla, César Gutierrez, Pepe Santamaría… También estaba en este elenco musical José Luis Velasco; pero hace tiempo que se llevó sus instrumentos al cielo. Esta orquestina se llama “La Bandeja”.

Hay algunos personajes, célebres por su indefinida personalidad, que aparecen por el Santana: uno es “Pelujo”, el rey de la improvisación musical. Después de su indefinido repertorio en compañía del comunero Juan Bravo acude a nuestro bar para tomar sus merecidos botellines. Otro es el cantautor que inventó la versión más internacional de “la Paloma Blanca”: Aniceto. El estribillo de esa canción posee giros y notas imposibles de interpretar, sólo él lo consigue. Cuando acude al Bar, se acerca a nuestra diosa Afrodita y le canta alguna pieza. Dicen que ella le ha contestado alguna vez; y no en vano habrá algún cliente que esté celoso cuando haya visto las caricias con sus manos en la cara de Aniceto.

Los hermanos Quique y José no se cansan de convocar cada año los “Premios Bar Santana”. Es un reconocimiento a ciertas personas que practican una actividad artística, dan ejemplo por esa labor y pasan mucho tiempo compartiendo vivencias con los anfitriones del bar. Este año he tenido el orgullo y la alegría de estar con mi hija Álida Jiménez, junto a su íntima amiga Lucía -también Jiménez- para recibir ese premio; perdonen: la modestia la dejo para otro día, ahora me toca disfrutarlo.

Recuerdo un martes de carnaval: un grupo de amigos y amigas teníamos una comparsa -no oficial- llamada “El Buscón”. Hace ya algunos años, cuando la edad nos permitía desahogarnos cantando canciones por “baretos” y el límite copero no existía, entramos por la noche en el Santana. Quique me propuso hacerme una foto con Afrodita y accedí gustosamente. Estaba impresionante con su disfraz de Can Can Mouline Rouge. Estoy seguro de que aquella noche enamoró a pieles rojas, vaqueros del oeste, piratas del Caribe, curas y militares sin graduación. Me tomé una copa con ella y con mi chica. Después continuamos con algo de desenfreno en la noche más libertaria del año.

Mientras Quique y José estén al frente de ese Paraíso, que acoge a gente universal, vengan de donde vengan, Afrodita estará ahí, en su mesa, buscando en su PC las poesías de Machado, Miguel Hernández o Lorca, que no se cansará en recitarlas cuándo se pase de dos vodkas con naranja. Con su amplia ropa de armario nos embelesará cada día por su guapura y simpatía; porque, si estás con ella y te da un beso pensarás, como dice Serrat: “hoy puede ser un gran día”; y seguro que, como dice Sabina, otro genio y amigo Santanero, Afrodita seguirá recibiéndonos “diecinueve días y quinientas noches”.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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