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Fuentes de Carbonero, vicisitudes de un despoblado (VI)

por Santiago Rincón López
14 de septiembre de 2025
en Segovia
Ruinas del caserío en los alrededores de la iglesia.

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LA DESPOBLACIÓN Y EXPOLIO DE SU IGLESIA, NOTICIAS HABITUALES EN LA PRENSA DE LOS AÑOS SESENTA

El abandono del pueblo se puede fijar en el año 1960, cuando el Sr. Pedro Álvarez con toda su familia trasladó su domicilio a Carbonero o, más propiamente, cuando la familia gitana de Alfredo Mendoza lo hizo cuatro años después. Entonces, la prensa se hacía eco del abandono del lugar por sus habitantes, llegando a ocupar las páginas de muchos diarios de ámbito nacional, cuando ya solo quedaba en el municipio la última familia:

El 17 abril de 1963 el diario Libertad recogía el triste destino de Fuentes: “Once personas, dos matrimonios gitanos y los siete hijos de uno de ellos, únicos habitantes del pueblo segoviano de Fuentes de Carbonero el Mayor… Los 45 habitantes que tenía este pueblo hace medio siglo o emigraron o murieron. La mayoría de las casas están semiderruidas y solo quedan estas dos familias de “calés” que se instalaron allí y viven del cultivo de algunas tierras, de la compraventa de ganado en ferias y del producto de la venta de cestos de mimbre que las mujeres construyen.

Uno de los artículos más completos sobre estos días finales del despoblamiento apareció en El Adelantado de Segovia el día 17 de abril de 1963, firmado por el periodista Antonio Gómez Santos, quien acude a visitar el pueblo en compañía del entonces párroco de Carbonero, Don Eugenio Martín. En este artículo queda documentado cómo el obispado de Segovia está procediendo al traslado de la imaginería de la Iglesia, y aún se conservaban los retablos laterales y del altar mayor, ya vacíos de sus relieves y de tallas de madera.

“Donde palpitó la vida hogareña impera ahora el silencio, la desolación y la tristeza… En Fuentes de Carbonero, como un milagro en medio del caos, subsiste en pie la iglesia, que domina un pequeño montículo. En derredor casa hundidas, calles que han perdido su calzada, paredones en increíble equilibrio vertical y, a veces, peligrosamente inclinados. Se cuentan pronto las casitas que conservan el tejado.” La iglesia …“ya no tiene cura, ni sacristán, ni feligreses. Solamente ocupa los tejados, como dueña y señora del lugar, la altiva y señorial cigüeña, que no ve con muy buenos ojos que moren el recinto de sus dominios los grajos y otras alimañas…».

Así se veía el interior de la iglesia antes de ser restaurada.
Así se veía el interior de la iglesia antes de ser restaurada.

“En compañía del párroco de Carbonero visitamos su interior. De espaldas al altar mayor se alinean en el suelo seis u ocho imágenes de diversos santos, tallas de madera, las que nos han producido la sensación al entrar, de fieles en actitud orante. Los altares laterales están desprovistos de sus correspondientes retablos” Según el sacerdote han sido trasladados, hace poco tiempo al palacio episcopal de Segovia; los ornamentos y vasos de culto están en la parroquia de Carbonero”.

Continúa el párroco…” a esta parroquia pertenecía la ermita de la Virgen del Bustar con preferencia sobre los vecinos de Carbonero El Mayor que, en lo tocante a las rogativas tradicionales no podían entrar sin que lo hubieran hecho antes los de Fuentes con sus insignias parroquiales… Entre los antiguos vecinos de Fuentes queda el deseo de perpetuar con una cofradía radicada en Carbonero, su vinculación con la antigua parroquia.”

En el campanario…”de gruesas vigas, un tanto carcomidas, cuelgan dos buenas campanas. La mayor tiene esta inscripción “Se hizo siendo cura don Antonio Picao y Alejandro Ballesteros me fabricó año 1799. La otra tiene grabada esta leyenda: “Benito Pellón e hijos me fundieron, siendo cura párroco don Gabino Herranz año de 1908. Aún existe un tercer bronce, el esquilón que cuelga de uno de los ventanales, en el que se lee “María Mater Carmelitarum, oro pro nobis” con data de 1782.

Terminada nuestra visita a la iglesia y a la salida de esta están esperándonos los “únicos” habitantes de Fuentes de Carbonero: varios churumbeles y una morena de 18 años, Teresa Jiménez Dual, que nos presenta a la desgreñada troupé: Pedro, Angelines, Angelillo, Emilín, Víctor Manuel y Dominguito de 12, 10, 6, 4, 2 años, ambos hijos de Alfredo Mendoza Escudero y Victoria Jiménez Dual. Advertimos que se acerca un hombre, con aspecto de vecino del lugar, Es Víctor Ramírez Escudero, “calé” que vino al mundo hace 32 años en Otones de Benjumea. Nos indica que vive allí otro hombre y su mujer, trabajan en las faenas del campo como la siega o la trilla y a la vez no se pierden las ferias y el trato en la compraventa de ganado. Las mujeres fabrican los clásicos cestos de mimbre.”

Terminada la visita a este pueblo abandonado, nos es dado conversar en Carbonero El Mayor con algunos de los que antaño fueron vecinos de Fuentes. Nos es presentado, primeramente, el que fuera sacristán, se llama Justo Aragoneses González que tiene 75 años “entré de sacristán de fuentes en el año 1900 siendo párroco don Juan Manso tenía solamente trece años de edad y había por entonces en el pueblo unos 45 vecinos. ¿tenía poco trabajo? …sobre todo en tocando a bodas, que se celebraban muy de tarde en tarde y era un gran acontecimiento en la vida rural. También escaseaban los entierros y los nacimientos, y no había falta de pisos como hoy”, el que fuera cartero Virgilio Rodríguez Peromingo, a quien todos llaman con el nombre de “tío Mochila” cuya nota más característica es su buen humor…. Pueblo que sucumbió al progreso y cuyos últimos emigrantes los abandonaron hace diez o doce años”.

Capana de la iglesia de Fuentes, actualmente en la parroquia de San Juan de Carbonero.
Capana de la iglesia de Fuentes, actualmente en la parroquia de San Juan de Carbonero.

EL EXPOLIO

Las casas de Fuentes sufrieron una rápida degradación y en pocos años las paredes fueron perdiendo altura transformándose en derrumbes de piedra: cuando sus vecinos se trasladaban a Carbonero, allí rehabilitaban sus nuevas viviendas utilizando el material de las casas que habían abandonado en el barrio de Fuentes, especialmente las tejas y madera de las cubiertas. Con los tejados levantados y las cuatro paredes del edificio desnudas, se fueron desmoronando ante las inclemencias del tiempo hasta llegar a nuestros días, donde ya casi son imperceptibles las huellas del trazado de estos edificios.

Al mismo tiempo, la iglesia de La Asunción, que sus vecinos habían conservado con extraordinario celo y cuidado, fue víctima de continuos atropellos, que eran denunciados en la prensa por periodistas indignados ante tal desamparo. Estas denuncias solo sirvieron para que un director de cine, Basilio Martín Patino, tuviera conocimiento de la existencia de este lugar y lo eligiera como escenario de rodaje. Esta producción cinematográfica hoy se presenta como el único recurso para conocer el interior de la iglesia, ya vaciado de imágenes, y con todas las señales de la degradación y del expolio que se estaba produciendo:

Con el título de El pueblo desaparecido, el 14 de mayo de 1968, el periódico El Adelantado de Segovia informaba de este rodaje. “Dentro de unos días se desplazará a nuestra capital los equipos técnicos y artísticos de una película -Del amor y otras soledades. Lucía Bosé. 1969. Dir. Basilio Martín Patino- que se está rodando en diversos puntos de España. Las escenas que se filmarán aquí, van a centralizarse en el desaparecido pueblo -mejor dicho, abandonado- de Fuentes de Carbonero…”

Lo cierto es que el rodaje se produjo y la película queda ahora como testimonio gráfico exclusivo del interior de la iglesia, cuando el edificio conservaba aun el altar mayor con sus hornacinas vacías pues ya se había terminado el traslado de casi toda la imaginería, -en la película todavía aparece la imagen en talla de madera policromada de San Juan- el sagrario desaparecido y los adornos ya extirpados. Aún conservaban las losas y las gradas del presbiterio que serían desmontadas después para llevarlas en la iglesia de Espirdo. En sus fotogramas también se observa, además del altar mayor con su impresionante arquitectura, uno de los altares laterales y el pulpito; la iglesia conservaba aun sus puertas y el cancel de la entrada y a su izquierda sobre un basamento de media altura, la pila de agua bendita que en todas las iglesias invita a los fieles a hacer el signo de la cruz a la entrada en el templo.

Virgen de la Asunción, Felipe Durán.
Virgen de la Asunción, Felipe Durán.

Entre estos artículos de denuncia más elocuentes encontramos el aparecido el 7 de septiembre de 1971, nuevamente en El Adelantado de Segovia, con la firma de Daniel Zuloaga Olalla: “Se están causando graves destrozos en la antigua iglesia de Fuentes de Carbonero”. Con una fotografía de la puerta de entrada, en madera con doble hoja y portón de acceso, adornada por 14 hileras de clavos, comienza el artículo que Daniel Zuloaga donde muestra su indignación por el progresivo deterioro de la iglesia haciendo pública su queja: “me he conmovido y llenado de tristeza por ver lo que pasa en mi entrañable Castilla…. Ver la muerte de un pueblo mío con sus casas cancerosas, su soledad, su silencio. La iglesia, fuerte y altiva ahí estaba, sobresaliendo sobre todo. Entré y mi horror fue tan grande al ver su abandono, sus altares mutilados, con esculturas también rotas, sitios desocupados donde estuvieron otras, mangas forradas de damasco, trozos de tablas estofadas, telas de pendones, velones, hierros forjados tirados por el suelo… y para rematar el cuadro las losas sepulcrales removidas y los restos humanos esparcidos.

Es tal la indignación y pena que ello me produce que prefiero apartar esos pensamientos de mí, aunque me cuesta mucho trabajo ver cómo se destruye tontamente la historia y arte de mis pueblos.

Pila bautismal trasladada a la iglesia de San Frutos.
Pila bautismal trasladada a la iglesia de San Frutos.

Cuando es sabido que ese despojo se viene realizando desde hace cinco años, no se ya qué pensar. Sólo puedo decirlo para que se enteren quienes aún pueden remediar algo lo que pueda salvarse”

Se cierra el artículo con la foto de una de las tumbas que existían en el exterior de la iglesia, conocida entre los vecinos de carbonero como la tumba de la gitana, con una pequeña hornacina donde ya había desaparecido la imagen de su interior, aunque conservaba aún la cruz de hierro forjado en la cabecera. Ahora puede verse en su mejor estado de conservación, y a todo color, visionando las escenas de la película.

Uno de los últimos episodios de este expolio sucedió en el año 1976 y consistió en el robo de la cruz de hierro que remataba el campanario aunque, según las crónicas, el robo fue finalmente abortado por unos vecinos que presenciaron el pillaje.

La iglesia, sin puertas y prácticamente sin nada ya que conservar en su interior, abandonada a las inclemencias del tiempo y sirviendo de abrigo a pastores y rebaños de la zona, comenzó a sufrir el lento deterioro de su estructura, las goteras en sus tejado dieron paso el colapso de alguna de sus techumbres y abovedados, y con un libre acceso a cuantas personas allí se acercaban, la luz se abrió paso en interior, no solo por los ventanales de su nave central, sino también por los grandes claros que dejaba el hundimiento parcial la estructura de la cubierta; En su interior solo se conservaba la pila bautismal labrada en piedra, debido a que por su gran peso y tamaño, no cabía por la única puerta de acceso al interior de la iglesia, librándose de la terrible rapiña.

puerta y la tumba gitana

Robo cruz del campanario

Visita a Fuentes

Por aquellos años, se decidió tapiar la entrada al templo, cuando ya nada trasportable quedaba en su interior. La tapia fue derribada poco después para sacar su bonita pila bautismal que fue trasladada, por orden del obispado, a la nueva iglesia de San Frutos, en Segovia, donde actualmente puede contemplarse, con una pequeña placa que recuerda su origen.

La iglesia se convirtió en un edificio abandonado con progresivo deterioro difícil de atajar, y con escaso interés para la administración local, que no veía su utilidad, y no formaba parte de las prioridades donde actuar. Solo el sentimiento de algunos vecinos de carbonero, especialmente aquellos que un día fueron habitantes del entonces pueblo anejo de Fuentes, guardaban viva su indignación y asistían resignados a un desenlace que parecía ser inevitable.

El testigo de la denuncia en la prensa local lo recogía frecuentemente el corresponsal de El Adelantado en Carbonero el Mayor, Dionisio Escudero, con varios artículos publicados sobre la historia de Fuentes, en los que no perdía ocasión para reiterar su denuncia, entre ellos citamos el aparecido el 22 de diciembre de 1983:

“Una vez iniciado el expolio, el sacerdote de Carbonero procuró por todos los medios que la brecha no se abriera: puso en la puerta de la iglesia cerraduras, candados, barras rígidas, etc., era igual, todo se violentaba, con hachas se desmontaban columnas de madera, capiteles, adornos, etc. etc. Hasta llegar a hoy, que ya no tiene ni puertas; no queda absolutamente nada, a no ser la pila bautismal, y una campana. El recinto sirve para todo, desde guardar ganado, hasta como refugio. Pero allí sigue erguida y orgullosa la fábrica de la iglesia.

El cementerio también ha sido saqueado, quedaba intacta la tumba de un niño gitano, y recientemente también ha sido profanada y destruida”.

En aquellos años, la iglesia ya no tenía puertas que la protegieran y su último destino era servir de abrigo para el ganado, siendo frecuente encontrar a rebaños de ovejas en su interior.

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