Horas antes de que se cumplieran 10 años de la invasión estadounidense y británica para derrocar el régimen de Sadam Hussein y que derivó en una guerra que, pese a la caída del dictador meses después, se prolongó hasta 2011, Irak registró ayer una violenta jornada teñida de sangre. Y es que una serie de ataques suicidas y atentados con coches bomba por todo el país dejó, al menos, 63 muertos y cerca de 200 heridos.
El conflicto, que comenzó la madrugada del jueves 20 de marzo de 2003 y finalizó el domingo 18 de diciembre de 2011, incrementó la violencia en la nación.
De acuerdo con la Policía, solo Bagdad se registraron 13 detonaciones y, en la mayoría de los casos, los explosivos se encontraban ocultos en vehículos situados en barrios chiitas.
En la parte nueva de la capital fallecieron seis personas al estallar un coche en medio de un grupo de trabajadores. Se estima que 45 ciudadanos perdieron la vida en la principal ciudad iraquí, donde las Fuerzas de Seguridad detuvieron a 16 personas que portaban bombas para causar más ataques.
Además, en la provincia de Babil,a unos 70 kilómetros al sur de Bagdad, dos nuevos atentados mataron a otros seis individuos. Mientras, un suicida asesinó a seis civiles con un coche bomba cerca de la estación de autobuses de Balad Rus y otro más se voló por los aures en un erstaurante de Mosul con un cinturón de explosivos.
Ningún grupo reinvidicó la autoría de las ofensivas, pero la rama iraquí de Al Qaeda prometió recuperar el terreno perdido contra las tropas estadounidenses. Además, a lo largo del último año, la insurgencia sunita, vinculada a esta red terrorista, ha llevado a cabo una campaña de atentados contra la comunidad chiita para avivar las tensiones sectarias en el Gobierno de Nuri al Maliki.
Debido a los ataques, el Ejecutivo iraquí decidió aplazar durante seis meses las elecciones provinciales previstas para el 20 de abril en las gobernaciones de Anbar y Nínive, en el oeste del país, por motivos de seguridad.
Según el portavoz del Gabinete, esta medida se debe a las amenazas que han recibido los trabajadores electorales y a la violencia que está sufriendo la zona.
Mientras, el Ejecutivo español condenó «firmemente» la cadena de atentados en Irak y abogó por la construcción de una «sociedad reconciliada» en el país, en la que los distintos grupos y confesiones «vivan en paz».
Por su lado, el Gobierno de EEUU quiso recordar la guerra iniciada hace 10 años y resaltó el «valor y la resolución» de los soldados que participaron en el conflicto y en el que murieron 4.500 efectivos norteamericanos.
