Las fiestas de los encierros de esta villa segoviana fueron declaradas de Interés Turístico Nacional en 2018. Fue sin duda una gran noticia y reconocimiento de la calidad y prestigio alcanzado por unas fiestas con toros que tienen su origen documentado en la Edad Media. Pero este año ha surgido algo totalmente inesperado y sorprendente porque una persona de enorme importancia en la villa hizo hace un par de meses en Radio Cuéllar unas declaraciones afirmando que en dos de los cinco encierros de este año se correrán novillos en lugar de toros y esto significa una “devaluación” de la fiesta, Y esta persona no era un desconocido, un cualquiera ¡era el alcalde de Cuéllar!
Increíble, la primera autoridad, el representante de los vecinos, quien tiene la obligación de trabajar por el progreso, bienestar y prosperidad de todos demuestra un desconocimiento absoluto de la historia de Cuéllar y, además, causa daño y desprestigia a las fiestas del pueblo. Y es sorprendente porque el alcalde es un reconocido aficionado taurino, incluso ha montado a caballo siguiendo el encierro por el campo y tiene contacto con ganaderos y personas relacionadas con el mundo del toro.
“Devaluar” significa disminuir, depreciar el valor de algo. Mientras desde el Ayuntamiento se trabaja y promocionan las fiestas de los encierros a todos los niveles, el señor alcalde dice que los encierros están “devaluados”. Unas fiestas que están documentadas como mínimo a finales del siglo XIII. Quienes tenemos ya cierta edad hemos conocido unos encierros y capeas donde los bravos eran novillos y vacas. Las vacas eran alquiladas y luego se devolvían al ganadero.
El término “toros” antiguamente no tenía el mismo significado que hoy día. Ahora está bien diferenciado: toro, animal adulto a partir de los cuatro años; novillo, toro o vaca de dos a tres; vaquilla, de año y medio a dos años y ternero, que no pasa de dos años.
Según la opinión del señor alcalde, 900 años que tiene la tradición de las fiestas y únicamente desde hace poco más de diez años fue cuando se decidió que todos los encierros deberían realizarse con toros-toros, y, además, de las más prestigiosas ganaderías. ¿Y cuál ha sido el resultado? En las fiestas de Cuéllar hay dos cosas bien diferentes: la primera los encierros y la segunda los festejos en la plaza de toros, de pago.
El problema con los toros de las “ganaderías de prestigio” es que es casi imposible que los animales lleguen íntegros a las calles y plazas, donde es el verdadero encierro, porque desde los corrales hasta el pueblo debería ser un traslado tranquilo y reposado, siendo todo lo contrario. Los toros salen ya estresados de los corrales por el bullicio que se ha creado en las inmediaciones desde la madrugada, y su camino hasta la villa, unos 5 kilómetros, es toda una odisea de carreras, paradas, huidos y centenares de caballistas que vienen de excursión. Toros que llegan agotados, dispersos, que se escapan, siendo una verdadera excepción cuando la manada llega completa a calles y plaza. Así año tras año.
Eso no ocurría cuando los encierros se realizaban con novillos, y no es solo una opinión, es una evidencia y ahí están las estadísticas. Pero los encierros con novillos son una “devaluación” según el alcalde.
Estos toros-toros de los encierros de los últimos años, que llegan absolutamente cansados al pueblo han originado un problema. Toros agotados, sin fuerza, que han muerto en plena calle. Miles de personas lo contemplamos avergonzados.
En el año 2015 ¡tres toros, tres! Murieron en la calle. Pocos años después, otro murió en la zona alta en plena calle de las Parras tras subir renqueando junto a los edificios. Unos metros más arriba en el centro de la calle se tumbó y fue sacrificado, protegiendo la operación con una lona sostenida por algunos aficionados para evitar que se viera el espectáculo. Esta es la consecuencia de los totos-toros en los encierros, y si se hacen con novillos los encierros están “devaluados”.
Varios años antes, en 1996, el concejal responsable de los encierros, un entendido y gran aficionado a los toros cuando se celebraban con novillos, incluyó en un encierro los de la famosa ganadería de Pablo Romero, en teoría para dar más prestigio a la fiesta, con el resultado de que no hubo encierro. Se escaparon todos los astados por los pinares nada más salir del corral lo que fue uno de los mayores fracasos de la historia.
Por otro lado, correr el encierro se ha convertido, sobre todo en la calle más famosa, la de las Parras, en una exhibición de los llamados “profesionales”, y también “los uniformados”, como si esto fuera Pamplona. Hace unos años, uno de los “uniformados” llevaba en la mano un periódico enrollado, como en la ciudad navarra, y se acercó un mozo y le dijo: “pero hombre, que estás en Cuéllar, no hagas el ridículo con el periódico”.
Hasta estos últimos años los que corríamos los encierros, cada uno a su manera, éramos infinitamente más numerosos, jóvenes, mayores, incluso alguna mujer, cada uno vestido a su manera, con pañuelos de varios colores o sin ellos. Todos gente conocida, vecinos, amigos, gente de los pueblos. Las fotos de aquellos años lo demuestran. Imágenes absolutamente imposibles de hacer hoy.