Implicar a los profesionales sanitarios en la seguridad vial -aconsejando a los padres sobre el uso de los Sistemas de Retención Infantil (SRI) o asegurándose de que sus pacientes más mayores conservan las facultades necesarias para ponerse al volante- es uno de los objetivos de Tráfico para los próximos años.
Ésta es una de las líneas de trabajo incluidas en el Plan Estratégico de Seguridad Vial 2010-2020 que prepara la Dirección General de Tráfico (DGT) y que ahora está evaluando su Comité de Dirección, del que forman parte los directores generales de Ministerios como el de Sanidad, Justicia o Trabajo, además del de Interior.
Esa comisión será la que dé el visto bueno definitivo a las numerosas medidas que se están debatiendo y con las que se pretende seguir reduciendo el número de muertos y heridos graves en nuestras carreteras, según explicaron fuentes de la DGT.
El plan, que se prevé que esté concluido en verano, trabaja sobre 14 colectivos y temas clave: mayores, niños, jóvenes, ciclistas, motoristas, peatones, víctimas, furgonetas, el alcohol y otras drogas, la velocidad, las zonas urbanas, las carreteras convencionales, los accidentes viales laborales y el transporte profesional.
En relación a los conductores de más edad, los objetivos son que mantengan su autonomía en la carretera de forma segura y reducir el número de peatones fallecidos mayores de 65 años.
Para ello, según las fuentes consultadas, la familia y el médico son claves porque saben qué medicamentos toman y qué limitaciones tienen, de modo que pueden percibir, mejor que nadie, si en algún momento pierden las facultades necesarias para conducir.
De ahí que una de las líneas de trabajo del plan abogue por que exista una comunicación entre Tráfico y los médicos, con el fin de detectar de forma rápida los casos de riesgo, cuestión que, no obstante, precisaría de una reforma normativa.
Más del 10 por ciento del censo de conductores -el total ronda los 25 millones y medio- tiene más de 65 años, pero ese porcentaje aumentará considerablemente en un futuro no muy lejano, teniendo en cuenta el proceso de envejecimiento de la población española.
En 2008 había casi millón y medio de conductores de entre 60 y 64 años; algo más de 1.700.000 en la franja de edad de 55 a 59 años; casi 2.200.000 de 50 a 54 años; más de 2.600.000 de 45 a 49 años y cerca de tres millones de 40 a 44 años.
La siniestralidad del colectivo no es muy alta, pero lo que les preocupa a los responsables de Tráfico es que tiende a crecer.
En el balance de fallecidos de hace dos años había 551 personas de más de 64 años: 217 conductores, 117 pasajeros y 217 peatones.
Cada año, medio centenar de niños menores de 14 años mueren en las carreteras, aunque el número de heridos graves y leves supera los 2.000. Uno de los objetivos del Plan Estratégico es el de «cero niños fallecidos» sin SRI, y con esta finalidad se están analizando algunas medidas que incluirían la colaboración del sector sanitario y, en concreto, de maternidad. Se estudia que el hospital se comprometa a que un recién nacido no abandone el centro si el vehículo en el que va a hacer su primer viaje no lleva la «sillita» adecuada. Otro proyecto relacionado con los más pequeños es el de crear caminos escolares seguros para promover que los escolares vayan andando al colegio.
Los jóvenes de entre 15 y 24 años representan el 11 por ciento de la población española y el 10 por ciento del censo de conductores, pero suponen el 18 por ciento de los fallecidos y el 22 por ciento de los heridos graves. Para reducir el número de muertes entre los jóvenes, el nuevo plan de seguridad vial proyecta mejorar la formación del conductor novel con la llamada conducción acompañada, que le permitiría ponerse al volante a los 17 años bajo la tutela, eso sí, de un conductor experimentado.
Otro de los colectivos en los que la DGT centrará su atención es el de los ciclistas, atendiendo al uso cada vez más extendido de la bici como medio de transporte, por lo que establecerá la obligatoriedad del uso del caco para los menores de 14 años.
Tráfico, en relación a los conductores con problemas de alcohol, entre las alternativas, propone el alcolock, un dispositivo que impide arrancar el motor del coche si el conductor ha superado la tasa de alcoholemia permitida.
