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“Quiero que mis paisanos conozcan sus orígenes y se sientan orgullosos de ellos”

Miguel Ángel Serrano, escritor de la trilogía ‘Entre dos ríos’

por Javier Martín
16 de agosto de 2025
en Segovia
Miguel Ángel Serrano, con el libro que fue presentado el pasado fin de semana en Fuentepelayo y recorre cinco siglos de historia de la provincia de Segovia.

Miguel Ángel Serrano, con el libro que fue presentado el pasado fin de semana en Fuentepelayo y recorre cinco siglos de historia de la provincia de Segovia.

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Miguel Ángel Serrano García, natural de Fuentepelayo y segoviano de profundo arraigo, ha culminado con ‘Entre dos ríos – 500 años de historia’ la trilogía con la que ha recorrido más de quince siglos de historia en los territorios comprendidos entre el Duratón y el Eresma. Licenciado en Geografía e Historia por la Complutense, dedicó más de cuatro décadas al Banco de España antes de retomar su vocación investigadora tras la jubilación. Defiende que la historia local es una herencia que hay que preservar y transmitir, no solo como patrimonio material, sino como identidad. “Quiero que mis paisanos conozcan sus orígenes; que sepan que si estamos aquí es porque antes alguien lo hizo posible”, resume. Entre anécdotas, hallazgos arqueológicos y perfiles de personajes ilustres, su nuevo libro cierra un ciclo que se traslada de la Alta Edad Media hasta los albores del siglo XVI.

P. ¿Qué significa este libro para usted?
R. Ésta es la tercera parte de mi trilogía ‘Entre dos ríos’, que son los dos ríos más conocidos, que son el Eresma, porque pasa por Segovia, y el Duratón por las famosas Hoces del Duratón. Veo la historia entre los ríos y sobre todo entre las vías romanas que debieron de existir y que yo he estado caminando supuestamente por ellas, que son la vía 24 de Antonino, de Segovia a Cauca o Coca, el ramal importante que sería de Coca a Confloenta, lo que es hoy el pueblo de Duratón, y después la que va del Duratón o Confloenta a Segovia. Ese triángulo es el que he pretendido estudiar y dar a conocer, porque de alguna manera es un triángulo que se acerca totalmente a mi pueblo, a Fuentepelayo. Yo quería conocer la historia de mi pueblo, pero no es lo mismo hacer historia de un pequeño pueblo que hacer historia de una zona de la provincia de Segovia.

P. ¿En qué época se inicia su primer libro?
R. Transcurre entre el siglo V, antes de Cristo, más o menos en la Época del Hierro, hasta el siglo V después de Cristo, tras la caída del Imperio Romano, y la entrada de los visigodos en España.

P. ¿Y el segundo?
R. La segunda parte transcurre entre siglo V y el siglo X, que ahí tenemos la historia más o menos que nos enseñaban en el colegio de los Reyes Godos. No sé porqué nos enseñaban tantos nombres en lugar de qué consecuencias tuvieron los Godos en España o qué significó la entrada del Godos en España. Si el rey se llamaba Ataulfo, o Recaredo, pues si lo sabes mejor, pero si no lo sabes da lo mismo. ¿Qué significó esa época, esos años en los que estuvieron aquí los visigodos? Porque se puede pensar que eran ejércitos invasores, algo así como inhumanos. Y no es cierto, fue un pueblo muy bueno que se estableció en España, y sobre todo en la provincia de Segovia. Mientras los reyes fueron a una ciudad más importante como era Toledo, el pueblo llano, esas personas que lo único que querían era vivir dignamente, vieron que Castilla les daba lo que ellos habían conocido en las estepas. Ellos necesitaban un campo, además con una climatología similar a la que tenían, que era fríos inviernos, cálidos veranos, y con una agricultura suficiente para vivir dignamente. Tenían pastos, tenían madera, tenían agua, que es importante, y así vivieron hasta la entrada de los musulmanes, porque los primeros que entraron en España fueron musulmanes del norte de África. Los omeyas vinieron un poco después. Llega después la época de la entrada de los musulmanes y la Reconquista.

P. Y así llega el tercer libro.
R. El tercer libro, que hemos editado ahora, es la parte entre el siglo X y el siglo XV. Y curiosamente, en esa parte Segovia tuvo mucho interés. Y aquí termino la trilogía, con la famosa reina Isabel I de Castilla. La verdad es que no hablo más que de la relación que tuvo con su hermano y cómo llegó al poder. En teoría mi libro debía terminar en 1499, pero no pasa nada por acabar en 1500 o 1520.

P. Documentar este libro habrá requerido de un trabajo ingente ¿cuánto tiempo le ha costado documentarse.
R. Yo trabajé en el Banco de España durante 41 años, los últimos en la Inspección del Banco de España. Cuando me jubilé , me dediqué a aquello que había estudiado antes de entrar en el banco, que era Geografía e Historia, que entonces se llamaba Filosofía y Letras. Siempre me ha gustado, pero no tuve tiempo, así que cuando me jubilé y tuve el tiempo no encontré una cosa más bonita, más importante, con tanto sentimiento como la historia. Dije, ¿qué voy a estudiar? Y ¿qué mejor que la historia de mi pueblo o de mi provincia, de mi ciudad? Entonces me dediqué, a estudiar libros de bibliografía, de archivos, de bibliotecas, de mucha documentación. Lo digo siempre: Lo que yo escribo lo podía escribir cualquiera, sólo tienes que ir a las bibliotecas, a los archivos, y escoger lo más importante que tú consideres. Porque la historia es aquello que está escrito. ¿Lo que yo escribo ha sucedido? ¿Cómo voy a saber yo lo que ha sucedido hace mil años, hace 400 años? Pues no lo sé. ¿En qué me baso? En lo que escriben otros. ¿Y los otros qué escriben? Pues en lo que escribieron los anteriores.

P. No falta el sentimiento en sus palabras.
R. Yo soy segoviano, y si tengo que ir a Segovia y coincido con uno que viene de Nueva York, seguramente los dos hayamos visto los mismos edificios, pero uno tendrá un sentimiento diferente al del otro, porque yo no solamente veo el edificio, sino también lo que se significó para mi tierra, para mi pueblo, para mis sentimientos, mis ancestros. Y el otro no lo percibirá igual, no sentirá lo que puede sentir cualquier segoviano al ver el Acueducto.

P. ¿Qué papel juega la divulgación histórica local en un momento como el presente, el que da la impresión de que la memoria de los pueblos pequeños comienza a diluirse?
R. Yo quiero que mis paisanos conozcan sus orígenes. Que si estamos aquí, y si tenemos un Alcázar o un Acueducto es porque ha habido antes alguien que lo ha hecho. Eso lo importante. Yo quiero que los de mi pueblo, Fuentepelayo, conozcan cuál es el origen del pueblo, que no lo sabemos muy bien. Sabemos cuándo fue la primera vez que se encontró el nombre de Fuentepelayo en latín, pero no se puede decir cuando se creó. La primera vez que sale Fuentepelayo escrito con detalles fue en el siglo X. ¿Qué se pretende? Que cualquier segoviano conozca su historia. Y en mi caso, que los fuentepelayenses conozcan la historia de Segovia y la de Fuentepelayo, y que se sientan orgullosos de ser de esa historia, porque somos parte de la historia y no debemos de olvidar lo que hemos recibido. Debemos transmitirlo, en la manera que sepamos y podamos, a nuestros descendientes. Eso es lo que pretendo.

P. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido a la hora de documentarse para el libro?
R. .No es un hecho, sino una persona. Porque no puedo más que dar las gracias a Bonifacio Bartolomé, que es una inmensa fuente de conocimiento. Es el que más sabe de Segovia. ¿Por qué? Porque está donde están guardados los documentos más importantes de Segovia, los documentos originales de los siglos XIII, XII, XI que se encuentran en el Archivo de la Catedral. Y él los guarda. Y un archivero que se precia de serlo, no solamente guarda los archivos, sino que los cuida, los mira y los lee. Bonifacio ha sido para mí el descubrimiento más grande que te puedas imaginar. Este señor me ha ofrecido toda su información, que ya es mucha, me ha ofrecido su personalidad, su encanto, su asistencia a la presentación del último libro. Es la persona que más conoce cualquier documento antiguo de Segovia y habría que hacerle un altar. Sin él yo no podría haber escrito la mitad de mi libro.

P. ¿Se siente historiador, cronista o narrador de historias casi familiares?
R. Nunca lo he pensado. No me siento nada. Yo estudié en su momento en la Facultad de Filosofía de la Complutense, y me siento un deportista, me siento un aventurero… pero lo que verdaderamente me siento es muy segoviano. Castellano, segoviano y de Fuentepelayo. Para mí eso es lo más importante. Que sepa más o que sepa menos, cualquiera puede aprenderlo. Cualquiera. Es más, personas como Bonifacio, o como Jesús Bermúdez, que hizo la primera parte de la presentación del libro, saben muchísimo más que yo, pero nadie puede tener más sentimiento segoviano que yo. Puede que lo tengan igual, pero no más.

P. Si tuviera que quedarse con una imagen, con una escena de las que haya investigado, ¿cuál es la que más le ha podido emocionar?
R. Me quedo con una siendo muchacho en Fuentepelayo. Encontré unas manifestaciones en el mismo pueblo, en un entorno que se llama San Andrés. Esa parte no era del Obispado de Segovia, sino que era de la Villa y Tierra de Cuéllar. Pues en esa iglesia de San Andrés hay una fuente que mi padre la llamaba la Medianeja, pero que en realidad es una manifestación perfecta de la existencia en Fuentepelayo del pueblo celta. Es una manifestación clarísima, quizá un altar que está situado en un lugar emblemático, donde se ve toda Castilla por un lado, y toda la Sierra de Guadarrama por el otro. En esa zona también se pueden ver viviendas, protegidas por las rocas y orientadas al sur para que no pasaran frío sus habitantes y siempre tuvieran sol. Y eso lo tenemos en Fuentepelayo. Hablo de ello en mi primer libro, y saco alguna fotografía en la que se demuestra que son de la Época del Hierro, de los celtas vacceos. Eso es lo más importante que he encontrado en mi pueblo, que tiene alguna cosa más pero tampoco quiero que vengan aquí los buscadores de tesoros, porque los odio.

P. Así que no faltan los vestigios.
R. Por aquí das un paseo y puedes coger lo que piensas que es una teja, pero… ¿has visto alguna vez una teja con dibujos? Aunque ahora son más difíciles de encontrar porque los arados de los tractores están destruyendo mucho, pero por la ribera del que por entonces era el río Malucas, que ahora es el Arroyo Malucas que actualmente está seco aún las puedes encontrar. Porque desde la Época del Hierro hasta como mínimo el siglo XVI ese riachuelo, que no era nada, dio la vida a muchísimos pueblos: Turégano, Sauquillo, Navalmanzano, Chañe… era un riachuelo que tenía agua buena, y que podía cruzarse. El que vivía en la ribera del Duero no podía pasar a la otra ribera si no era nadando. Entonces, lo que yo he encontrado en mi pueblo, que es lo mismo que puedes encontrar en esos cuatro pueblos, es historia viva. Eso es lo importante, y lo que quiero que la gente de mi pueblo y de Segovia lo valore, que sepan que han vivido aquí los antepasados, aunque sean de dos mil años, que nos han dejado un legado y tenemos la obligación de conservarlo y transmitirlo.

P. ¿Va a haber parte 4 del libro o se va a quedar en 3?
R. Me están haciendo mucho esa pregunta. Pues no. En principio el libro termina en la Edad Media. Reconozco que nuestra Isabel I de Castilla ha sido la mejor reina que ha dado la realeza europea, pero de ellas se han escrito muchísimos libros, y yo soy un ignorante al lado de todos los autores que han escrito sobre ella. Y podría escribir porque en nuestro pueblo precisamente tenemos una portada, que era la portada de la antigua Catedral de Segovia, y es una belleza única. Ahí, en nuestra portada de la iglesia de Santa María, están los escudos de Isabel y de Fernando. Así que podría hablar de ello, pero sinceramente no tengo intención de escribir una cuarta parte.

P. Habrá otro proyecto entonces.
Sí tengo intención de escribir un libro sobre el Marquesado de Fuentepelayo. Porque en mi pueblo nadie sabía que había un Marquesado de Fuentepelayo, o del señorío que dependía del Obispado de Segovia. Tuve la suerte de encontrar dónde estaba, quién era y dónde vivía el marqués de Fuentepelayo, y me presenté a su casa. Allí vi un tapiz enorme en su salón, que ponía ‘Fuentepelayo’. Hasta el pasado sábado (9 de agosto) el marqués no conocía este pueblo, pero ahora que se ha dado cuenta que alguien sí que sabe que hay un marquesado, empieza a sentirse entre asustado, gozoso e ilusionado. Quizá antes sabía muy poca gente que había un marqués de Fuentepelayo, pero tras las lecciones magistrales que dieron Jesús Bermúdez y Bonifacio la gente me dice, “oye, ¿y cuándo va a volver el marqués?” Que es una persona sencillísima, tímida, de palabras muy escuetas. Le mostramos el pueblo, le mostramos las iglesias y se quedó alucinado. Eso es lo que yo estimo, que la gente ahora sepa que Fuentepelayo ha sido un Marquesado y que tenemos un marqués aunque, como me dice “no he servido para nada ni sigo sirviendo para nada y soy un desconocido para todos”.

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