Durante muchos años, la programación y administración de los Cursos recayó sobre Luis Felipe Peñalosa y Mariano Grau, académicos de San Quirce y señalados hombres de la cultura local. Esta fotografía es a la vez recuerdo y homenaje a sus personas y a su labor. Posan en la escalera con pasamanos de hierro y enmarcada por un rosal espectacular, que comunicaba la parte residencial del palacio con el jardín; y con ellos, que están hacia la izquierda, bajo la ventana enrejada, posan treinta y seis alumnos y el profesor Rafael Martínez Díaz. En torno a 1970.

De los rectores de los cursos salieron iniciativas que alcanzaron a toda la provincia, a la que se acercaban con excursiones que cristalizaron en la creación de itinerarios como los que se llamaron Ruta de los Castillos y Ruta de los Reales Sitios, que sobrepasaron lo docente, pasando a convertirse en referencia de un turismo que crecía de año en año. Los pintores hacían apuntes como este, Pedraza, aguada de la francesa Edith James realizada en 1953. Luego, a veces, los pintaban al óleo sobre lienzo. Las bellezas de la tierra segoviana tuvieron en ellos unos excelentes voceros.

En el palacio de Quintanar -o de las Cabezas, nombre que nunca perdió-, Vaquero Turcios, hijo del arquitecto Vaquero Palacios, pintó con trazos negros un mural en el que unió alegoría y lema de lo que se esperaba fuesen los cursos a los que se destinó el edificio desde aquel momento en que se compró y restauró. La alegoría, una cigüeña, el ave que todos los años emigra y vuelve, sobrevolando un Acueducto, Segovia, apoyado en un libro. El lema, Siempre retorno, lo que las cigüeñas hacen. Hoy apenas se aprecia y puede que vaya a cumplirse lo que alguien dijo: Cuando no puedan leerse estas letras, desaparecerán los cursos.

Este Alcázar de Segovia, de la americana Claire Brucker, es muy representativo de como veían nuestro paisaje unos ojos llegados de fuera, enfrentados a una imagen, la de la airosa fortaleza, y a un concepto, el navío lanzado a surcar el inexistente mar de trigales de Castilla. De la unión de ambos nace algo nuevo, las torres desplegadas como velas de piedra y la roca de la base convertida en proa de barco. Todo transformado pero reconocible, expresionismo figurativo. Claire asistió a los cursos los años 1950 y 1951 y con este cuadro pintó el que vendría a ser el icono del Curso de Pintura de Paisaje de Segovia.

El cerro de la Piedad es, con su morabito y las cruces labradas en granito de su calvario, el paisaje más ascético de Segovia. Para mejor verlo, la italiana Elena la Cava, asistente al curso del año 1951, subió por la carretera vieja de Madrona y llevó lo visto a este cuadro que tituló Cruces, simplificación de lo que a sus ojos se ofrecía: el cerro, las cruces, el caserío de San Millán, el acueducto, la sierra y el cielo. Liberada de los complejos del parecido y del color local, usando de su libertad creadora, consiguió esta visión de tan increíble panorámica.

Navegando por internet he encontrado este gouache del alemán Carl Heinze Kliemann, asistente al Curso de Pintura del año 1952. Pudo no haber sido pintado aquí ni ser tema segoviano, pero el papel está documentado: por delante, agosto 52; por detrás, Segovia, Spain, Segovia. ¿El tema? El pintor entró en la iglesia de San Martín y con jirones de lo que vio cuando miraba hacia afuera, un interior, una puerta y un atrio, compuso esta imagen. Los colores elegidos, con dominio del azul ultramar, responden a su entera libertad.

Los jóvenes pintores pensionados pronto se hacían con el palacio y lo convertían, además, en tema para sus obras. Pintaron la fachada, la gran portada, el patio, los balcones, el jardín por los cuatro costados… En este cuadro, firmado por Rody, vemos la escalera que conduce del patio a la planta noble, con su baranda de madera y la campana que todos, entre risas, bromas y juegos, quisieron tocar. Lástima que de tantas pinturas como se hicieron apenas si quedan unas pocas y varias fotografías. De Rody tenemos su cuadro pero no hay otra constancia de su presencia.

La estrecha relación entre los jóvenes pintores y el palacio se puso de manifiesto en diversas formas, una de ellas, contribuyendo a su decoración, en respuesta a la demanda de los rectores del curso. Recompusieron el tondo que decoraba el techo de una de las aulas y decoraron con dos murales la escalera de acceso a la planta noble. Esto último se les encomendó en 1960 a dos pintores gallegos, Alberto Datas y Rafael Úbeda, que trajeron a Segovia el eco del muralismo de Vázquez Díaz. Hoy, tapados o destruidos, no pueden verse. Tema desfasado, formas rotundas y colores que ya no recuerdo. Del detalle que pongo destaco el espinoso Dipsacus fullonum o, en castellano, cardencha o cardo de cardadores.

El año 1978 no hubo Cursos, ni de español para extranjeros, que habían tomado ya el camino hacia su desaparición, ni de Pintores Pensionados. El edificio, con 49 años de diversos usos, y algún abuso, necesitaba arreglos y reformas que le fueron encomendadas al arquitecto Alberto García Gil. Lo más visible de aquellos trabajos fue el tratamiento de la gran fachada, en la que se renovaron los revocos, se ordenaron los vanos, se eliminaron hierros, se añadió el alfiz de la portada… Para apreciar lo logrado basta comparar esta vista con la de la entrada del día 2 de agosto. Ganó presencia lo que el tiempo y el uso habían hecho cutre.

La reforma del Palacio de las Cabezas obligó a trasladar con urgencia las pinturas que allí se habían ido acumulando a lugares donde no sufrieran daños, hecho que trajo como consecuencia la dispersión de una colección única. También explica que un cuadro dedicado A la Residencia de Pintores esté en el Museo de Segovia; o que otros de la misma procedencia, con o sin dedicatoria, estén en el edificio de la Subdelegación del Gobierno, o en la Academia de San Quirce; o que los más hayan estado en dependencias de la Diputación Provincial, donde hoy continúan tras la firma de un convenio entre la Academia y la institución provincial. Al antiguo gobierno civil se llevó este cuadro del valenciano Juan Genovés.
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* Supernumerario de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce
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