Para quienes no lo sepan, que seremos muchos, les digo que al menos desde 1790, existía en la ciudad una calle con el nombre del ‘Gabán’. Se situaba la referida en el lugar que hoy conocemos como ‘Los Huertos’. Zona alta de la ciudad, donde no llegaban las riadas del Eresma, que fueron la causa del obligado traslado de los monjes. En el lugar tenían su Monasterio, desde 1637, después de haber abandonado el que fundaron en La Alameda del Parral, Premonstratenses o Mostenses, llegados (¿siglo XII?) desde el Monasterio de La Vid, en Aranda de Duero. También, y esa misma zona alta, tenía posesiones el señor Conde de Mansilla, y familia.
La referida calle cruzaba, en su trayectoria, el jardín del Convento. Poco antes de llegar las tropas invasoras francesas (2) a Segovia, la calle fue cerrada por el señor Conde. Los frailes presentan queja al Ayuntamiento: ‘su cierre nos ocasiona un perjuicio importante, pues las aguas de lluvia no vierten como antes, lo que deteriora a nuestro edificio, por lo que pedimos al Ayuntamiento que se abra’.
Los representantes de la Ciudad envían la ‘queja’ al señor Conde. Este responde escuetamente: ‘la compra del terreno, que incorporé a mi propiedad, se hizo de forma debida’. Les digo que la ‘vía’ nunca se volvió a abrir. Si bien el lugar cambió de fisonomía cuando se derribo el amplísimo espacio que ocupaba el Convento (1888), desapareciendo también del lugar la calle del ‘Gaban’.
Funcionario ‘fiel’ y empresario
Cercano al año 1800 llegó a la ciudad un súbdito francés de nombre Bernardo Casaban que desempeñó el cargo en el Ayuntamiento de ‘Fiel de Pesos’. Dado que el puesto de trabajo puede que pocos lo conocieran, defino lo que conllevaba su desempeño:
‘Fiel de Pesos’ del siglo XVIII. Funcionario clave, responsable de verificar la exactitud de las pesas y medidas, protegiendo a los ciudadanos de fraudes y promoviendo la confianza en las transacciones económicas.
El señor Casaban, demostrando buenas aptitudes para los negocios, habiendo transcurrido varios años en el desempeño de su labor funcionarial, pidió al alcalde la rescisión del contrato. ‘Considero, manifestó, que por mis muchas ocupaciones no puedo desempeñar, como lo hice hasta ahora, el puesto que me asignaron’. Colofón, o remate final: pedía cesar en el puesto de trabajo en el Ayuntamiento y le fue concedido.
Comienza aquí el relato como empresario. Diecisiete años hacia que había llegado de Francia instalándose en Segovia. Durante ese tiempo creó dos fábricas de papel, una en el Molino de San Vicente (San Lorenzo, orillas del Eresma. El citado molino, propiedad del convento del mismo nombre, había trabajado la Linaza), y otra en el Molino del Arco, en término de Palazuelos, que ‘años ha’ había fundado el señor Marqués del Arco (Gaspar José Márquez de Prado y Bracamonte. Título concedido en el año 1687), donde se fabricaban anualmente 10.000 resmas de papel, con el que surtía a varios departamentos de la Corte y a la Real Fábrica de Papeles Pintados… (1)’.
Fue al acabar la Guerra de la Independencia cuando Bernardo restauró el edificio del las orillas del Eresma, instaló nueva maquinaria y mejoró la calidad del papel.
Presos al ‘curro’
No se vaya a creer quien leyere que esto que ahora la describo sucedió solamente entre los años 40-60 del siglo XX. Que no. Ya sé que las ‘circunstancias’ socio políticas, en uno, y socio económicas en el otro, eran diferentes, pero al final… Año 1780. En el Ayuntamiento se toma el acuerdo para que los presos de la cárcel salgan a trabajar en las obras públicas de la ciudad ¿Es que escaseaba la mano de obra? Puede que se pregunten. Y no. No faltaban trabajadores en paro. Lo que no había en las arcas de la caja común de la Ciudad era dinero para contratar jornaleros. Trabajo había; dinero para jornales, no. Era como la pescadilla que se muerde la cola.
Entre vasallos y señoríos
En los tiempos del reinado de Juan II y su hijo Enrique IV (siglos XIV y XV) –después también-, a los que estaban a su lado y le adulaban, no les fue nada mal en los ‘repartos’. A los efectos haré referencia al señor Conde de Alburquerque –antes de Ledesma– (Beltrán de la Cueva y Mercado, nacido en Ùbeda, 1443- falleció en su castillo de Cuéllar en 1492), que fue noble, político, militar, y sobre todo, mano derecha del rey. De él recibió, por ejemplo, el Señorío de la Villa y Tierra de Cuéllar. Lo que le permitió, año 1769, disponer de 15.730 vasallos. Tal era su poder que fue autorizado a mantener un Corregidor. Al que pagaba un salario, siglo XVII, de 7.700 reales/año.
‘Arrimarse al sol que más calienta’, frase muy española, implica que alguien se acerca a una persona poderosa para recibir su apoyo o favores, a menudo de manera interesada.
¡Ah! ¿Pero eso sucede aún? ¡No tenía ni idea! Hay que j…
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(1)La Fábrica Nacional de Papel Pintado se construyó en Madrid en 1786. Carlos III, a propuesta de empresarios franceses. La posterior llegada al trono de Fernando VII, ‘gran aficionado’ al definido papel, hizo que la fábrica tuviera un gran auge en los años siguientes. Con propietarios franceses, Casabán, que también lo era y fabricaba un papel excelente, ambas empresas unieron su futuro y estuvieron colaborando. Casaban fue, también, uno de los grandes fabricantes de papel de España. Así definido en las III jornadas de Turismo y Patrimonio Industrial, celebrada en Segovia en 2018.
(2)Durante la permanencia en la ciudad de los invasores franceses, los marqueses de Lozoya custodiaron en su casa la famosa imagen de la Virgen de las Aguas, talla gótica, a petición de los monjes. La imagen fue restituida al Monasterio cuando llegó al trono Fernando VII. Año 1814.
