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Los cursos de verano en el Palacio de las Cabezas (I)

por Juan Manuel Santamaría (*)
4 de agosto de 2025
en Segovia
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Plaza, iglesia y torre de San Esteban (II)

Plaza, iglesia y torre de San Esteban (I)

El patio de la casa de Los Rueda

Una década después de terminado el conflicto civil, la España que había ganado la guerra, trataba de cambiar la imagen que de nuestro país se tenía en el exterior y algún ideólogo bien pensante propuso la organización de Cursos de Lengua y Cultura Españolas para Extranjeros que habrían de servir, según publicaba La Hora. Semanario de los Estudiantes Españoles (5-IX-1949), para que los “asombrados visitadores extranjeros a los que la verdad española cala tan hondo, pudieran divulgar esa verdad por todos los rincones del mundo”. El primero de esos cursos que se organizó en Segovia tuvo lugar en 1948, promocionado con este cartel.

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Vista de una habitación del Palacio de las Cabezas. Foto Río. Por la luz y aún por el sillón frailero de la estancia, esta bella fotografía de Ríosalido que parece evocar una estampa del siglo XVII, fue la imagen que se utilizó para promocionar el curso el año 1949. Las dificultades a superar para que aquellos cursos salieran adelante fueron muchas, empezando por conseguir espacios para desarrollarlos y para que los asistentes tuvieran lugares donde residir, pues se carecía de sede en la que alojarlos y aulas en las que impartir las enseñanzas programadas. Para lo primero, mediante alquiler o compra, se contó con dos casas nobles, el Palacio de las Cabezas y el Palacio de los Maldonado, y con el colegio residencia San José, situado en la plaza de San Sebastián, cercana a ellos. Para clases, conferencias, proyecciones y conciertos se utilizó el aula de San Quirce.

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Los que popularmente se conocieron como Cursos de Verano, desde el principio estuvieron abiertos a hombres y a mujeres. La moral de la época se avenía mal con el hecho de que los dos sexos convivieran en un mismo edificio, así que, como había dos palacios, las unas -mujeres- fueron a uno y los otros -hombres-, a otro. En el programa del año 1949 hay una fotografía con este pie: El palacio de Quintanar, hoy Escuela Normal y residencia de alumnas de los cursos.

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En la Memoria de los Cursos del año 1949 se explicaba así esta separación del alumnado por el sexo: “En el aspecto espiritual se ha procurado mantener a los alumnos en el ambiente de libertad dentro de un orden riguroso, lo que ha sido aspiración constante de los organismos rectores”. Esto se tradujo en la separación de los asistentes por sexos, siendo el Palacio de los Maldonado, propiedad de la Diputación Provincial, el que acogió a los hombres, como se indica en la fotografía. De noche y a la luz de la luna, fueron los bodones del río, pues en aquella Segovia no había piscina y sí restricciones de agua, los que reunieron a todos.

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Aquellos dos años -1948 y 1949-, a los alumnos del curso de pintura de paisaje que desde 1919 se venía organizando al sur de la sierra de Guadarrama, en la ex cartuja del Paular, se les invitó a pasar unos días en Segovia pintando y exponiendo. A los jóvenes pensionados les gustó más Segovia que el solitario cenobio serrano y las autoridades locales aprovecharon la ocasión para proponer que aquellos cursos dejaran la sierra y se establecieran aquí. Se hizo de forma paulatina, pero el proceso concluyó con los dos cursos -el de Verano para Extranjeros y el de Pintores Pensionados del Paular-, compartiendo en Segovia la misma sede. Este cuadro, Bajada a la Inclusa Vieja, del catalán José Santiáñez Oliver, es el primero de un alumno pensionado que entró en el Museo Provincial.

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Ante la buena acogida de ambos cursos, el de Verano para extranjeros y el de Pintores Pensionados del Paular, que así siguió llamándose a pesar del abandono de la cartuja y del traslado de los artistas a Segovia, las autoridades estatales decidieron comprar el Palacio de las Cabezas a su propietario, el Marqués de Quintanar, y dedicarlo a sede de los mismos. Tras unas sumarias obras de reforma y adaptación, habilitación de aulas y habitaciones, encomendadas al arquitecto Joaquín Vaquero Palacios, el que pasó a llamarse Palacio de Quintanar, con su zaguán, patio y jardín, quedó listo para cumplir las nuevas funciones que se le iban a exigir.

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El Curso de Pintores Pensionados del Paular estaba destinado a alumnos de las cuatro escuelas superiores de Bellas Artes que entonces había en España: San Fernando en Madrid, San Jorge en Barcelona, San Carlos en Valencia y Santa Isabel de Hungría en Sevilla. Pero el que se organizó en Segovia, con espacio suficiente tras la adquisición del palacio de Quintanar, abrió sus puertas a todos cuantos quisieran venir además de crear becas para alumnos extranjeros. Así fue como, aprovechando las distintas vías ofrecidas, el año 1950 acudieron a Segovia nueve artistas de otros países; en 1951, once; en 1952, veinte; en 1953, treinta y cuatro… De la alemana Hildegarde Reismann es este dibujo, Entrada casa de Quintanar, fechado el 16 de agosto de 1955.

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Pintores de cuatro nacionalidades: Hindú, inglés, francesa y español. Del trabajo que pudieron desarrollar artistas españoles y extranjeros trabajando juntos y en el mismo escenario salieron muchas cosas positivas, como ya supieron apreciar desde el principio los rectores del curso: “La experiencia realizada en años anteriores al organizar la estancia conjunta de un grupo de artistas españoles con pensionados extranjeros…, promete dar excelente fruto, ya que el contacto entre nuestros jóvenes pintores de paisaje y los representantes de inquietudes artísticas desarrolladas más allá de nuestras fronteras no puede ser más fecundo”. Memoria del curso de 1953, publicada en la revista Estudios Segovianos.

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Lo que Segovia conoció aquellos años fue grande, paseadas sus calles por historiadores, literatos, críticos y músicos como Ramón Menéndez Pidal, Eugenio D, Ors, Joaquín Rodrigo, Federico Sopeña, Fernández Cid, Lafuente Ferrari o Luis Morales Oliver. Para escuchar un concierto de violín del hispanista Walter Starky hasta se engalanaba el aula de San Quirce con pinturas y esculturas que se llevaban del Museo Provincial. “Señor Santamaría -me dijo un día el arquitecto Joaquín Vaquero Palacios-, conozco mucho mundo y no he visto una ciudad de las dimensiones de Segovia que tenga una vida cultural tan intensa”. Sí. Fue un momento grande.

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* Supernumerario de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce

porunasegoviamasverde.worpress.com

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