Sheila Gordaliza lleva desde 2007 al frente de la residencia Los San Pedros de San Pedro de Gaíllos, ella es feliz allí y también los ancianos que se encuentran en la residencia se sienten como en casa.
— ¿Cuánto tiempo lleva al frente de la residencia?
— Yo llegué en el 2005, pero no empecé de directora, mandaba, pero no dirigía, era una gobernanta. En el 2006 el director que estaba lo dejó y llegaron los frailes de Cantalejo a llevar la residencia, pero duraron menos de un año, no se si seis o siete meses. Así que ya para el 2007 yo cogí las riendas y desde entonces soy la directora de la residencia.
— ¿Y qué le llevó a trabajar en el cuidado de personas mayores?
— Yo estudié la carrera de Educación Social, y me gustaban mucho las personas mayores, porque yo también estuve trabajando como auxiliar en una residencia. Y aunque yo quería trabajar pues como educadora social, pero al final surgió esto. Nunca me lo hubiera imaginado pero al final hice el curso de gestión y dirección de residencias cuando llegué aquí, por eso me puse luego al frente.
— ¿Cómo describe la residencia?
— Esta residencia es como un hogar. Es una casa para ellos, aquí intentamos hacer lo más parecido posible todo a que estuvieran ellos en su casa, nunca va a ser lo mismo, pero lo más parecido y buscamos adaptarnos a sus necesidades. Por eso no la describía como una residencia, sino como una casa y encima de puertas abiertas donde pueden entrar todo el mundo, vecinos, amigos, familiares, a disfrutar de todo lo que hacemos aquí.
— ¿Qué papel desempeña la residencia en el pueblo y también para los pueblos de alrededor?
— Pues en el pueblo la residencia es muy valorada y querida por todos. Tienen la seguridad de que cuando sean mayores pueden venir aquí sin salir de su pueblo y cerca de su casa.
Luego para los pueblos de alrededor también, porque en su momento cuando se hizo la residencia fueron varios los pueblos, en un pleno, los que acordaron que la residencia se hiciera aquí, y ellos también serían beneficiarios, o sea, tenemos mucha gente de pueblos cercanos también, ahora la mayoría casi casi son de San Pedro, pero ha habido una época en la que había mucha gente de pueblos de alrededor e incluso de más lejos.
— ¿Cómo gestionan las nuevas entradas en la residencia de personas que están dejando su casa?
—No hemos cambiado desde el principio, lo intentamos hacer lo más sencillo posible, es que la mayoría de los residentes vienen aquí encantados porque ellos lo deciden. No hemos tenido ningún ingreso que nos haya costado, hemos tenido un periodo de adaptación, pero bueno, poco a poco, pero vamos que han sido todos muy positivos.
— ¿Qué tipo de rutina siguen en el día a día?
—Pues aquí todos los días hay actividades, todos los días hay terapia, empiezan los diferentes grupos en el gimnasio y todos los días ellos saben perfectamente qué actividades tienen y lo que tienen que hacer. Todos los días son muy entretenidos.
Cuando empieza la mañana ya alrededor de ocho personas ya están en el gimnasio trabajando por su cuenta, Manolo que es otro residente, ya está preparando café en terapia para cuando llegamos, luego ya vienen a los desayunos, luego se van a dar su paseo, por la tarde las meriendas o al gimnasio, a hacer visitas de las familias, día a día hay muchas actividades de terapia ocupacional y de ocio y luego pues todo lo que celebramos durante el año.
— ¿Qué servicios ofrecen?
—Pues tenemos enfermería, tenemos terapia ocupacional, tenemos fisioterapia, el podólogo viene una vez al mes y la podóloga mínimo cada 15 días, así que todos esos servicios y luego comedor para personas que quieren seguir en sus casas, pero ya no se pueden hacer la comida.
— ¿Las actividades distintas que hacen también las ofrecen a las personas mayores que viven fuera de la residencia?
—Si, en muchas de las actividades puede participar gente de fuera. Aunque la mayoría son dirigidas a los residentes, si alguien viene a participar pagando la cuota estipulada no hay problema. Luego hay otras como el bingo y cosas así en las que viene quien quiera.
— ¿Cuáles son los retos de llevar una residencia en un pueblo como éste?
—Seguir como hasta ahora con el buen nombre que tenemos y todo el mundo por ahí boca a boca sabe que esta residencia pues están todos los abuelos muy contentos y felices y pues cada día intentar hacerlo un poquito mejor y adaptándonos a las nuevas leyes y que todo siga igual de bien.
— ¿Cómo cambió la residencia con su entrada?
—Mucho, aquí había otra organización. Los primeros años fueron muy difíciles. En el 2010 cerramos por obras, y me fui con los abuelos a Cuéllar. Allí me dedique a estudiar e investigar cómo organizarlo todo cuando volviéramos. Así hice una propuesta a la Junta Directiva y gustó mucho. Puse una nueva organización, porque antes las trabajadoras se encargaban de los abuelos y de la limpieza, las enfermeras igual… a partir de ese momento, la limpieza era limpieza.
— Y hablando de cerrar, ¿cómo fue la dura etapa del COVID?
—Bueno, aquí se cerro el 11, no el 13, lo que creo que fue una gran decisión. Aquí no hubo ni una sola muerte por COVID, ni tampoco ningún contagio, y además no encerramos a los abuelos en las habitaciones.
Y gracias a una actividad que hicimos, un telediario de noticias graciosas con los abuelos, nos hicimos virales en las redes, nos sacaron en noticias y mucho más y eso nos dio fuerzas para seguir adelante.
Mi equipo tuvo un comportamiento increíble, de casa al trabajo y del trabajo a casa, y a pesar de que los abuelos echaban de menos a sus familias lo llevaron bastante bien.
—Y finalmente, ¿qué es lo que más le gusta?
—A mí ellos, lo que más me gusta de mi trabajo son los abuelos, ellos entran por la puerta y ya te están diciendo una cosa bonita y te dan la alegría que a lo mejor te falta algunos días, ellos te la dan con su cariño. Ver que están felices, que están contentos, que se sienten con ganas, que se apuntan a todo pues me encanta, me encantan.
