‘Y volver, volver, volver…’ a los líos otra vez. Es que no hemos ‘cambiao’ ná. Y esta es mi duda ‘asistencial’ al hacer referencia a un sucedido del siglo XVIII (1792), y no saber si se entenderá bien lo de esta última fecha en relación con los pleitos actuales ‘por quítame allá esa paja’. Es decir, por ‘ná’.
Sitúense en el sillón, u otro lugar de apoyo. Agosto del descrito año. En la Catedral proceden obras para la colocación del pavimento (1). El Cabildo traslada el culto a la Capilla de Santiago, lugar de pequeñas dimensiones, por lo que solo pueden situarse dentro de la capilla unos pocos asientos.
Adenda, para mejor proveer: imagínese el lector el trascoro de la Catedral en la festividad de San Frutos durante el canto del villancico. En el pequeño espacio han de entrar tantos invitados que bien se puede aplicar el refrán castellano de estar ‘como piojos en costura’.

Prosigo. El Cabildo coloca bancos fuera de la capilla y los del Ayuntamiento, que acuden en los días de ‘asistencia obligatoria’ a los actos litúrgicos, no están de acuerdo. El Cabildo dice que los del Ayuntamiento se acomoden en los bancos de fuera; desde el Ayuntamiento responden que dentro. El edificante diálogo acaba en… ¡desacuerdo! Los representantes de la ciudad toman represalias.
Se conmemoraban en esas fechas las Vísperas y función del Voto de la Ciudad a San Roque. En el Ayuntamiento acuerdan que los actos se celebren en el Convento de San Agustín. El Cabildo no está de acuerdo y recurre al ¡Consejo del Rey! Éste le da la razón al Cabildo. Año siguiente. Sigue el enfado, pero los ‘enfadaos’ convienen en asistir a los actos litúrgicos en la Catedral… eso sí, dejando clara su postura: ‘nos sentaremos en los bancos de dentro de la capilla’. ‘Nanai’ (2), dicen los del Cabildo. Con diálogo tan escaso y posturas irreconciliables, ¿qué queda? Pleitear.
El ‘caso/litigio’ se somete al veredicto, de nuevo, al ¡Consejo del Rey! para que dictamine sobre el ‘sostenella y no enmendalla’. La razón recae en el Cabildo ‘por ser facultad de aquel el señalar la iglesia donde la rogativa deberá celebrarse’. El Ayuntamiento se mantiene ‘firme’, pues entiende que el litigio sobre la colocación de los bancos no se ha debatido en el Consejo ‘por lo que esperamos a que se resuelva para proceder’.
Hasta tanto haya resolución, los representantes de la ciudad no asisten a los actos del Domingo de Ramos en la Catedral. Días después, el Consejo resuelve ¿definitivamente?: ‘Condenamos la no asistencia del Ayuntamiento a la Catedral en los actos del Domingo de Ramos’, resolviendo también a favor del Cabildo en el tema de los asientos ‘que deberán estar fuera de la capilla’. ¿Resuelto? ¡No! Los ‘perdedores’ recurren y vuelven a perder. Sepan que el ‘enfurruñamiento’(3) se mantuvo años.
A los efectos, considero que los mayores de 150 años, aún en activo, recordarán aquella ‘cancioncilla’ que niños y niñas cantaban mientras saltaban a la comba:
‘Papá, mamá,
Pepito me quiere pegar.
¿Por qué?. Por ‘ná’,
Por algo será…
Por una cosita que no vale ná,
por un pepino,
por un tomate o…
por una onza de chocolate’.
¡Ahí queda eso! Póngalo en valor pasados un montón de siglos y aplíquese, en pomada, a lo que hoy corresponda. ¿Se puede llegar más lejos por tan poca cosa?

Préstamo ¿sin interés?
Llegados al año 1801, resultó que el Estado español, que se había ‘metido’, entre otros desaguisaos y con Francia como aliado, en una guerra que no nos tocaba ni de refilón, carecía de medios económicos necesarios para hacer frente a sus muchos gastos. Busca que te busca entre los que sí tenían, se dirige a la Iglesia española en demanda de ¡100 millones de reales en metálico! sin intereses y pagaderos dentro del plazo de dos meses. La Iglesia acepta el ‘reto’ y prepara el reparto. La diócesis de Segovia, como todas las demás, entra en el reparto. ¿Podrían haber dicho que no? ¡Ni de coña! Así pues, de sus arcas salieron tres millones de reales. Pese a ello, poco después llegaron las desamortizaciones, exclaustraciones religiosas, etc…. y la Iglesia salió perdiendo. Salvo mejor versión.
Nota marginal: era Rey de España (1788-1808) Carlos IV, de nombre bautismal, Carlos Antonio Pascual Francisco Javier Juan Nepomuceno José Juanario Serafín Diego de Borbón y Sajonia.

Datos para retener
Segovia, año 1800, tenía una población de 164.007 personas. Se encontraban en activo 35 conventos; entre religiosos, curas y religiosas se llegaba a 1305. En otro orden de actividades, quédense con estos datos fundamentalmente económicos:
– En empresas dedicadas al lino y cáñamo había 486 obradores que daban trabajo a 535 operarios. Dedicadas a la fabricación de papel 3, con 64 trabajadores; las de curtidos proporcionaban trabajo a 11.299 operarios en 722 obradores; las de loza y barro, con 118 obradores, tenían 746 obreros; Había 5 de jabón con 150 empleados.
Mas, y por si de su interés fuere, describo que en las fábricas de aguardiente en su conjunto, fabricaban 20.000 arrobas/año. Todo ello teniendo como referencia los principios del siglo XIX.
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(1) La obra del pavimento fue realizada entre 1789-1792 a expensas económicas del obispo Juan Fco. Jiménez del Río (Oncala-Soria) y dirigida por el arquitecto de la Catedral, Juan de la Torre. Fue su coste de 593.121 reales. Acabada esta, dio comienzo la de las paredes laterales exteriores del coro. Se gastaron 56.888 reales. El obispo fue, también, mecenas importante con el Hospital de la Misericordia. Antes, 1763, había sido canónigo de la Catedral segoviana.
(2) ‘Nanai’: frase utilizada en Andalucía para expresar negación rotunda o rechazo a una propuesta o idea.
(3) ‘Enfurruñarse’: ‘ponerse colérico y enojado, enfadándose y gruñendo contra otro’.
