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Tanatorios y cotilleo

Una vez una persona ha fallecido suelen llevar su cadáver al tanatorio. A veces en forma cadavérica y en otras ocasiones convertido en cenizas. Hasta no hace mucho apenas existían tanatorios

por Ángel Galindo García
3 de agosto de 2025
en Opinion
ANGEL GALINDO
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Una vez una persona ha fallecido suelen llevar su cadáver al tanatorio. A veces en forma cadavérica y en otras ocasiones convertido en cenizas. Hasta no hace mucho apenas existían tanatorios. En este caso los cadáveres permanecían en la casa donde habían fallecido hasta el momento en que eran conducidos a la Iglesia para recibir allí las debidas exequias.

Ahora las gentes acostumbran a fallecer en un hospital. Desde donde el cadáver es conducido en secreto (se oculta todo lo que huela a muerte) hasta un lugar llamado tanatorio donde permanecen hasta la inhumación (enterramiento) o cremación. Un tanatorio es una especie de hotel para cadáveres cuya habitación es más cara que las de los mejores hoteles de Varadero y de Miami.

Antes, durante el tiempo en que los cadáveres permanecían en casa previo a ser enterrados o llevados a la Iglesia, los familiares y amigos permanecían junto al cadáver durante el día e incluso durante la noche rezando por el difunto y recibiendo el pésame por la muerte del ser querido. Si los visitantes llegaban de lejos se les acogía en sus casas ofreciéndoles la comida y el bollo que necesitaran. De ahí la expresión el “muerto al hoyo y el vivo al bollo”.

Sin embargo, hoy la escenografía ha cambiado. Durante la permanencia del cadáver, los tanatorios se han convertido en un lugar de cotilleo y noticiario. Al muerto le dejan en un rincón y los visitantes charlan, hablan, cotillean en la sala contigua y en los pasillos. Algunos, cuando se va completando el aforo de la sala, acuden al bar de al lado a refrescar con el bollo del café, y al instante vuelven a lo que, con perdón, se parece a un cotilleo.

En ese espacio de tiempo se habla de todo menos del difunto, salvo que por desgracia la muerte del mismo haya sido imprevista o por la juventud del finado. En todo caso el bullicio de la sala impide el recogimiento y el silencio para poder despedir al difunto con una discreta oración. Todo se parece a las charlas de las verbenas entre canción y canción.

Esto sucede tanto si el difunto o la familia es creyente o no. Hoy como creyentes, en muchos de los casos, han olvidado lo que no aprendieron; y como no creyentes, la despedida se hace más fácil con el cotilleo y con la indiferencia religiosa. “es que no se lleva”, dicen. Es verdad estamos en una sociedad en la que “Vicente va donde toda la gente”. Es la nueva esclavitud y dependencia.

En esos momentos se aprovecha para hablar del trabajo y del paro, del noticiero del día, de la política y del futbol, del ayer y del hoy, etc. Incluso algunos aprovechan para realizar o iniciar algún que otro contrato o negocio. En positivo, en ocasiones se recuerdan las virtudes del finado en los temas señalados.

Si por casualidad pasa un sacerdote, cura o lego para implorar una oración por el difunto, el orante se encontrará solo ante el cadáver, musitará en silencio un responso y marchará dando el pésame a la familia confirmando la hora y lugar de la misa de exequias y de la de privilegio. El resto del público de la sala seguirá con su cotilleo.

Puede deducirse con claridad que el lugar del tanatorio no es el lugar para despedir cristiana ni religiosamente a un difunto. De hecho, difícilmente encontrarán nuestros lectores presencia de difuntos musulmanes, hindúes, hebreos en los tanatorios creados al uso.

Por otra parte, la frialdad de los responsables de los tanatorios no favorece la celebración religiosa de la despedida de los difuntos. En ocasiones, sus trabajadores marcan la hora de las exequias, e incluso algunos se hacen pasar por familiares de los difuntos para concretar con el cura el proceso de las exequias, impidiendo la relación entre los familiares y la parroquia.

Ni los templos ni los tanatorios deberían ser lugares para el cotilleo sino encuentros para el silencio ante el misterio. Dígase lo mismo de los cementerios. Tanto iglesias y tanatorios como los cementerios (campo santo) deberían ser considerados lugares sagrados, de contemplación del misterio de la muerte y no de cotilleos.
______________
(*) Profesor emérito.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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