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Hace un año todo cambió

por Camilo Manrique
30 de julio de 2025
en Tribuna
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Luis Mester

¡Aquellos trenes de vapor!

LA UE Y EL INDULTO A PUIGDEMONT

El 28 de julio se cumplió un año de las elecciones presidenciales de Venezuela, una gesta que lo cambió todo. Ese día, mucha gente se despertó frente a los centros de votación, porque habían ido a dormir allí para apaciguar sus ansias por votar. Ese día, millones de personas se organizaron para defender su voluntad frente a una dictadura tiránica, ahí es nada. Todo empezó un año antes con el triunfo de María Corina Machado en unas elecciones concebidas para elegir a quien se enfrentaría a Maduro en las urnas. María Corina y su equipo del Comando Venezuela fueron los artífices, pueblo mediante, de ese prodigio democrático del 28 de julio de 2024.

Una política de palo y zanahoria es lo que empujó al dictador a permitir las elecciones. EE. UU. y Noruega tuvieron un papel esencial en todo aquello. Noruega propició el diálogo y la administración de Joe Biden entregó a los sobrinos de Maduro, condenados por narcotráfico en Nueva York, y autorizó a la petrolera Chevrón a hacer negocio con el petróleo venezolano. Con esas zanahorias en su mano, Maduro cometió la torpeza de pensar que podría amañar las elecciones una vez más. Sin embargo, a mitad del proceso, cuando su derrota era evidente, el Centro Nacional Electoral dejó de emitir resultados oficiales y todavía no lo ha hecho.

¿Cómo fue posible vencer a un dictador en las urnas? El arma secreta fueron los llamados “comanditos”, grupos de ciudadanos dirigidos por amas de casa, estudiantes, obreros y campesinos que debían estar presentes en cada una de las 30.036 mesas electorales repartidas por todo el país. La estrategia era clara, los comanditos se quedarían hasta el final de la votación y reclamarían un comprobante original con los resultados de cada mesa. Esas actas originales (más del 80% del total nacional) reposan hoy en una bóveda del Banco Nacional de Panamá después de demostrar el repudio del pueblo a Maduro alrededor del mundo.

Tras su derrota, la dictadura desconoció (esta vez abiertamente) la voluntad de los venezolanos y les declaró la guerra: en las 24 horas siguientes fueron asesinadas 25 personas y encarcelaron a más de 2000, niños y discapacitados incluidos. Desde entonces, el terrorismo de Estado es la única relación que Maduro mantiene con “su pueblo”, y se ha recluido en un bunker custodiado por funcionarios de inteligencia cubanos y mercenarios rusos.

¿Qué ha pasado durante este año? Además de reprimir indiscriminadamente, el régimen ha convocado un carrusel de elecciones. Ya llevan tres. El propósito es darle argumentos a gente como José Luís Rodríguez Zapatero, para decir sin sonrojarse en las televisiones que Maduro es un demócrata porque “gana muchas elecciones”. Pero incluso estas farsas electorales han beneficiado a la democracia venezolana, ya que sólo un 10% de los convocados se ha prestado a estos engañabobos, y los que están en Venezuela lo saben bien. Como si de una novela de Saramago se tratase, esta es una de esas extrañas ocasiones en las que el silencio ciudadano, prácticamente unánime, se ha convertido en el más estruendoso grito de protesta.

La paciencia de los venezolanos se agota. 365 días después de haberle ofrecido una transición ordenada, María Corina, que no ha parado de trabajar ni un solo día de este año, ha advertido a Maduro: “los que te van a sacar del poder ya están en el país, y pasarán por encima del que se interponga entre ellos y la libertad”. Podemos imaginar el nerviosismo de Maduro si tenemos en cuenta que todavía el régimen desconoce cómo “extrajeron” y trasladaron a EE.UU. a los miembros del equipo de María Corina secuestrados en la embajada argentina de Caracas. Ese sitio era el segundo lugar más custodiado del país, después de su propia residencia. Sin embargo, cuando la Operación Guacamaya se llevó a cabo, el Departamento del tesoro no había declarado oficialmente a Maduro como terrorista y capo del criminal Cartel de los Soles, como acaba de suceder. Maduro en estos momentos tiene la misma consideración que Osama Bin Laden para los EE.UU. y eso lo cambia todo.

No es cierto que Maduro tenga un control férreo sobre Venezuela. De hecho, cuando llegue la democracia será un problema recuperar el control de aquellas áreas del país que hoy están en manos de guerrilleros islamistas extranjeros, narcotraficantes trasnacionales y contrabandistas de oro. Sin embargo, aunque los retos sean enormes, nada detendrá a un pueblo decidido y unido. Para los venezolanos, la lucha por la libertad se ha convertido en algo existencial, “cueste lo que cueste y dure lo que dure”, tal como sigue demostrando la disciplinada rebeldía ciudadana de los venezolanos y como ha declarado su valiente líder María Corina Machado en este aniversario.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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