Hoy me vienen a la memoria unos personajes, que en mi niñez, allá por los años cincuenta del pasado siglo, rompían con su “arte” la monotonía del día a día.
Voy destacar a tres de ellos, el primero Luis García Moguero, este peculiar personaje era conocido en toda Castilla y León como
LUISITO EL DE POZALDEZ.
Personaje peculiar, acudía a Migueláñez en fechas cercanas a la fiesta mayor, San Isidro, e iba de puerta en puerta pidiendo unas monedas, que nadie negaba, y a cambio obsequiaba con unas coplillas y sus típicas volteretas.
Su atuendo consistía en una vieja chaqueta que sobrepasaba sus rodillas, una manta castellana al hombro y unas alforjas, donde guardaba el pan y unos trozos de queso y tocino.
Su vida en Pozaldez no fue fácil, pues quedó huérfano muy niño y tras ocupar algunos trabajos muy simples, como acarrear agua, puso en marcha su ingenio y se dedicó a recorrer pueblos, contando amoríos y casorios de otros lugares, coplillas y las antes citadas volteretas.
No era el típico pobre al uso, bien se le pudiera calificar como el último juglar de Castilla. Más que cantar, desafinaba dando grandes voces, pero su gracejo hacía las delicias de todos.
¡Ha llegado Luisito de Pozaldez! – anunciaba la gente una vez al año.
Tenía una memoria prodigiosa, recordando el nombre de la señora de cada casa, y eso que iba una sola vez al año. Así se anunciaba al llamar en cada vivienda:
Señora tal. Aquí está Luisito de Pozaldez nuevamente otra vez, deseando lo mejor para esta buena mujer.
No faltaba la consabida visita a la escuela, haciendo felices a los niños, y ese día, hasta el severo maestro con una sonrisa se le cambiaba el gesto huraño.
Los años fueron pasando, hasta que un día llegó la noticia de que la ausencia de Luisito se debía a su internamiento en una residencia. Difícil es imaginar a este personaje, feliz en libertad por los caminos de Castilla, entre cuatro paredes
Bien merecido tiene el monumento erigido en su memoria, en su pueblo, pues hizo que el nombre de su municipio fuera conocido en toda Castilla.
BARBACHEY, EL HOMBRE FOCA
Este curioso personaje hizo acto de presencia en Migueláñez en varias ocasiones. Era un hombre de mediana edad, fuerte, con cabello rubio, que con su fuerte voz, desde su furgoneta, que con caracteres bien visibles indicaba: BARBACHEY, EL HOMBRE FOCA- ESPECTÁCULOS, animaba a la gente a contemplar su exhibición en la plaza.
En su barbilla, donde destacaba un pequeño hoyito colocaba y hacía equilibrios con toda clase de objetos pesados. Tomaba una silla e invitaba a algún valiente a sentarse en ella, pero como no solía salir nadie, ocupaba el lugar la mujer que le acompañaba, izaba la silla y la mantenía en equilibrio únicamente apoyada en su mentón. Le recuerdo con su torso desnudo haciendo equilibrios con un arado romano, con los brazos en cruz ante la mirada atónita de todos. Acabado el espectáculo “pasaba la gorra” la señora antes citada, donde los espectadores depositaban unas monedas
Casimiro Pascual, que así se llamaba el personaje, natural de San Feliú (Barcelona) desarrolló su arte por Castilla y su última referencia fue su furgoneta, vieja, oxidada y abandonada en un pueblecito de Soria, donde cierto día apareció colgado de un árbol, siendo enterrado en el cementerio de esa localidad el hombre que pudo con todo tipo de peso, menos con el de la vida.
LA MONJA DE VILLACASTÍN
Este tercer personaje era fiel a su cita todos los años cuando acababa la trilla y se limpiaba el grano, que amontonado en las eras esperaba el momento de ser llevado a la panera. Pasaba esta buena mujer alta y con caracteres bastante “hombrunos” conduciendo una tartana tirada por una mula y con una de las antiguas latas de escabeche, vacía, tras preguntar quién era el amo, pedía permiso para, con la lata, tomar una o varias medidas de trigo, según fuera el montón, para el mantenimiento del convento. Recorría todas las eras del pueblo con lo que llenaba más de un costal. A veces regalaba un pequeño escapulario de tela o una estampa. Quizás de ahí venga el dicho de…”Estampa de monja…fanega de trigo.” Como entonces había muchos agricultores, solía hacer noche en el pueblo para continuar, al día siguiente, su ruta por la comarca.
Cada personaje tenía su época, su estilo. Comediantes, titiriteros, feriantes….animaban la vida de los entonces muy poblados, municipios.
