Una Corea del Norte en pleno luto por la muerte de Kim Jong-il mostró ayer el cadáver del querido líder en su velatorio en Pyongyang, donde le rindió homenaje público su hijo menor, Kim Jong-un, ensalzado como sucesor por los medios estatales.
El cuerpo del dictador, que será enterrado el día 28, se situó sobre un pedestal de flores blancas y rojas, vestido con el uniforme militar caqui -una de sus señas de identidad- y cubierto con la bandera roja del Partido de los Trabajadores.
Cientos de oficiales de luto o en uniforme militar desfilaron por el velatorio en el Palacio Memorial de Kumsusang, a las afueras de la capital norcoreana y donde reposan también desde hace 17 años los restos de su padre, Kim Il-sung, fundador del país y cabeza de la poderosa dinastía.
Acompañado de altos cargos del Partido de los Trabajadores, del Estado y de las Fuerzas Armadas, Kim Jong-un rindió homenaje ante sus restos en una solemne ceremonia.
El heredero del dirigente recibió el apoyo de los escasos aliados del régimen de Pyongyang. Así, China mostró su reconocimiento al hijo menor del fallecido, al tiempo que le invitó a visitar Pekín para estrechar las relaciones.
«Kim Jong-un es un gran líder de la República Popular Democrática de Corea, así como un buen amigo del pueblo chino», indicó el portavoz de Exteriores del país del sol naciente, Liu Weimin.
A falta de una semana para que se celebre el funeral, ninguna delegación extranjera ha sido invitada a la ceremonia.
Mientras, Corea del Sur, que en un principio había evitado expresiones de condolencia por la muerte del dictador, ofreció su pésame «a los ciudadanos norcoreanos». Así, el ministro de Unificación, Yu Woo-ik, mostró en este sentido su esperanza de que el Norte «restaure la estabilidad lo antes posible, para trabajar juntos por la paz y la estabilidad» de la zona.
Además, el Gobierno de Seúl cerró filas junto a Japón y Estados Unidos ante la incertidumbre sobre el futuro del régimen comunista de Pyongyang.
El Ejecutivo y el Ejército surcoreano se mantienen en estado de alerta, aunque por el momento, aseguran, no se han detectado movimientos irregulares en el todavía hermético vecino del Norte.
Tokio, por su parte, mantiene a sus servicios de inteligencia a pleno rendimiento.
También Washington ha doblado esfuerzos en la península coreana para garantizar una respuesta militar rápida y contundente en caso necesario.
