Jimena Arranz Bravo
Antonio Bautista García tiene 78 años y es de Madridejos (Toledo). Lleva desde 1978 en Cantalejo donde da clase de matemáticas, asignatura de la que es licenciado por la Universidad Complutense de Madrid.
En Cantalejo creó en 1985 en Calle Parque nº4 la academia de clases particulares por la que han pasado una gran parte de los jóvenes del pueblo y los de los alrededores durante los 40 años.
— Eres de un pueblo de Toledo, ¿cómo llegaste a Cantalejo?
— Fue por mi mujer, ella compró la farmacia de Cantalejo y con la farmacia iba la farmacéutica y el marido. Y por eso aterricé aquí. Porque lo más importante de lo más difícil de colocar era la farmacia. Vamos a encontrar la farmacia de mi mujer porque yo ya me adapto.
— Te adaptaste creando la academia, ¿por qué no te dedicaste a la educación pública?
— Porque a mí me gusta la actividad privada. O sea, yo soy mucho de actividad privada y, en fin, lo intenté por ahí y me salió bien. No exageradamente bien, pero bien.
— ¿Qué es para ti la academia?
— Bueno, fíjate, yo tengo la idea de que se cobran dos cosas. Se cobran en dinero, y se cobran en satisfacción. El dinero siempre es poco. Entonces, lo importante es tener satisfacción. A mí la academia sí que me da satisfacción.
O sea, el trabajo por fin me compensa. Yo veo a los chicos prosperar y cada uno tiene su objetivo. Unos pretenden aprobar, otros pretenden mejorar para pasar la nota de corte, otros incluso pretenden enterarse de qué quieren, y algunos conmigo llegan a la conclusión de que Dios no les ha llamado por ahí. Vale, pues si no los ha llevado por ahí, hay caminos que son tan buenos como estudiar y yo les he ayudado a llegar a esa conclusión.
— ¿Cuál es la importancia de tu academia en Cantalejo?
— A mí me parece que en una comarca como la de Cantalejo, es muy importante. Bueno, yo qué voy a decir, pero aun si no fuera mía seguiría creyendo en su importancia y su efectividad. Si no, no hubiera durado 40 años. Ya se notará el día que no esté lo importante que era la academia.
— Creaste la academia tu solo hace 40 años, ¿por qué decidiste ampliarla y añadir nuevas clases?
—Porque me parece que los tiempos no están para trabajar solo. O sea, una academia en la que se prestaban servicios amplios es más satisfactoria para las necesidades del público que una persona aislada sola. A mí me parece que en la academia resolvíamos muchos problemas, incluso al hacerlo juntos se facilitaba al público la resolución de ese problema motriz, sales de inglés y pasas a matemáticas o física. Las cosas han ido para mejor y los chicos aprovechan más el tiempo.
— Aunque haya diversas clases en la academia, tú cada vez reduces más tus grupos, ya solo das a segundo de bachillerato.
—Pues sí, es que los chicos, en mi opinión, resulta que se han ido infantilizado. En mi opinión, más que un profesor necesitan una madre. Entonces me he ido trasladando a edades superiores.
— Y después de 40 años dando clase, ¿cómo ha evolucionado la educación para ti?
—Yo a lo largo de estos años y sobre todo en los últimos años, estoy notando que la educación se está deteriorando muchísimo. Los alumnos que recibo cada vez vienen con un nivel menor y además los propios chicos tienen menos capacidad de sufrimiento.
Por ejemplo, hace diez años era impensable. No se me pasaba por la cabeza que algún niño faltara a alguna clase mía, ahora eso pasa. Hace diez años, cuando los chicos llegaban a mi academia, tenían un nivel mínimo suficiente para engancharse al curso a que se apuntaban. Ahora hay muchas lagunas desde atrás, en parte porque un chico puede pasar de 4.º de la ESO a bachiller con las matemáticas pendientes. Y teniendo en cuenta que la formación es el mayor patrimonio que se le puede dar a un joven, todo lo que vaya en contra de mejorar la formación es ir en contra del patrimonio de ese chico. Cuando a un chaval se le dan, se le aumentan las vacaciones, lo que se le hace es una faena, no se le hace un regalo, se le hace una faena.
— Llevas muchos años en Cantalejo, a pesar de no ser tu pueblo natal, ¿por qué te metiste a política en Cantalejo?
— Porque bueno, en realidad yo no tengo muy claro si es de donde se nace o es de donde se pace, pero yo llevo aquí 40 años y yo a Cantalejo tengo muchísimo que agradecerle.
Nos acogieron estupendamente, me han dado de comer y me han ayudado a criar a mis hijos. Pues me siento de Cantalejo como cualquiera que haya nacido aquí. Y es que lo digo completamente de verdad. O sea, Cantalejo con nosotros se ha portado estupendamente y yo lo menos que puedo hacer es intentar devolver parte de lo que me han dado.
—Finalmente Antonio, ¿hasta cuándo vas a dar clase?
—Mientras tengas salud. Porque fíjate, como digo, la actividad humana se retribuye de dos formas con dinero y con satisfacción. Pero el que deje de trabajar no quiere decir que tengas que prescindir forzosamente de la satisfacción de algo. Quedarte solo con el dinero de la pensión a mí no me parece suficiente. Entonces, mientras pueda intento tener alguna satisfacción por algún trabajillo que vaya saliendo, como las clases o la concejalía.
